-¿Encuentra algún vínculo entre el antisemitismo y el avance de fuerzas políticas o gobiernos de extrema derecha a escala global?

-Es una pregunta más compleja de lo que se suele pensar. Tradicionalmente, las fuerzas de extrema derecha, en distintos países, se caracterizaban por su antisemitismo. En el contexto actual, muchos de los movimientos de extrema derecha expresan cierta afinidad o admiración por el Estado de Israel y la causa sionista. En sus discursos, varios dirigentes de la extrema derecha emplean mitos o figuras bíblicas para dotar de legitimidad sus distintas políticas. Mientras tanto, en el discurso de la extrema izquierda – por su postura anti israelí o anti sionista -, se pueden encontrar referencias antisemitas. Ahora bien, el hecho de que muchos dirigentes de la extrema derecha apoyen a Israel y a su actual gobierno, no significa que no estén caracterizados también por cierto antisemitismo. Parece absurdo pero se puede decir que hoy estamos frente a un antisemitismo sin antisemitas, es decir, nadie quiere declararse antisemita, aunque a menudo expresa ciertos estereotipos de ese signo.

-¿Existe algún punto en común entre la persecución al pueblo judío durante el siglo XX y lo que hoy sucede con los inmigrantes en algunos países de Europa o Estados Unidos?

-Hoy en día, en muchos países, vemos actitudes xenófobas y racistas. Hay miedo, acompañado de odio, hacia los “otros” inmigrantes o foráneos. En este sentido, muchos de los discursos que se escuchan nos recuerdan a los años ’30 del siglo XX en Europa o al período de entreguerras. Sin embargo, el contexto es distinto. Los agentes para la distribución de los mensajes racistas y xenófobos son otros. Además, el autoritarismo que caracteriza a ciertos gobiernos actuales es diferente de lo que se conoció en aquella época. La comparación es válida siempre y cuando también se ponga énfasis en las diferencias entre el pasado y el presente.

-Hay quienes plantean que existe una crisis en los valores de la cultura occidental, ¿qué opina al respecto?

-Estamos en un momento histórico en el que se debaten los valores claves de la civilización occidental. A partir de la finalización de la segunda guerra mundial se creó un consenso respecto a los compromisos que tiene el Estado frente a la sociedad y los individuos, en torno a ciertos derechos civiles y humanos, a valores que enfatizan la tolerancia y el pluralismo, y a una democracia parlamentaria que reconoce los derechos de las minorías. Hoy en día, hay muchos sectores, partidos políticos, agrupaciones o individuos que cuestionan algunos de estos valores. Esto se vincula con una creciente influencia de la religión. Muchos hemos creído que el progreso y la modernidad irían en detrimento del poder religioso. Sin embargo, en las últimas décadas se observa una marcada influencia de la religión y un creciente fundamentalismo religioso. Por eso es difícil convencer a ciertos grupos de la necesidad de respetar a las minorías.

-¿Qué cambió en el mundo desde el ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre de 2023 y ahora, con la guerra entre Israel e Irán?

-Se notan varios cambios. Por un lado, la masacre cometida por los terroristas de Hamás logró instalar nuevamente el tema palestino en el centro de los debates internacionales. Por algunos años, pareció posible avanzar en el diseño de un nuevo Medio Oriente sin la necesidad de establecer un Estado palestino independiente y soberano. Durante la primera administración de Donald Trump se alcanzó un acuerdo de paz entre Israel y algunos emiratos en el Golfo Pérsico. El ataque del 7 de octubre de 2023 nos fuerza a todos, israelíes y no israelíes, a repensar la necesidad de un diálogo con los palestinos, sabiendo que Hamás no necesariamente representa a todos los palestinos. Otro cambio tiene que ver con el status y la imagen del Estado de Israel en la escena internacional: muchos de los que solían criticar al gobierno israelí de turno, ahora empiezan a cuestionar la legitimidad de un Estado judío en Medio Oriente, sobre todos quienes adoptan el slogan de Hamás “Del río al mar”, es decir, aniquilar el Estado de Israel. En cuanto al conflicto con Irán surgen preguntas. Una de ellas tiene que ver con la visión que tiene Israel sobre su futuro en Medio Oriente. Las operaciones militares pueden evitar peligros inminentes, pero solo un verdadero anhelo de paz, concretado mediante una política de negociación con los palestinos, sirios y libaneses, así como con las potencias regionales Turquía e Irán, podría asegurar un nuevo Medio Oriente y reducir el poder de influencia de los fundamentalistas, sean estos suníes, chiítas o judíos.

-Cambiando el ángulo de tema, ¿qué significado le da al acercamiento del presidente Javier Milei al judaísmo?

-El judaísmo, como el cristianismo o el islam, contiene una gran variedad de corrientes y opiniones. Es una polifonía de voces respecto a distintos temas. Dentro del judaísmo ortodoxo, Javier Milei optó por una corriente minoritaria. Y al hacerlo ha ignorado por completo que la mayoría de los judíos no son ortodoxos. Esto ha causado cierto malestar entre muchos judíos, sean argentinos o no, tanto en el país como en el exterior. La elección adoptada por el presidente fue muy particular, y la misma tiene su precio político y social.

-Usted ha estudiado largamente el peronismo y el populismo. ¿es el mileísmo una reacción o una continuidad?

-Depende de si se analiza al populismo respecto a sus formas y estilos o si, también, se incluyen los contenidos del mismo. En las formas, sí, podemos caracterizar a Javier Milei como un dirigente populista: en la manera de movilizar apoyos a sus políticas; en el intento de polarizar a la sociedad; en buscar siempre un enemigo imaginario o real; en su intento de generar un lazo directo con las masas sin la intermediación de un partido político. Ahora bien, el populismo latinoamericano del siglo XX, incluido el peronismo, le asignaba al Estado un rol importante en la vida económica y social del país, intentando incluir a sectores sociales y étnicos que estaban en los márgenes del sistema político. Por su parte, Milei y los populistas de extrema derecha de hoy en día – desde Trump hasta algunos dirigentes europeos -, no quieren que el Estado juegue un papel importante. Pero además adoptan políticas de xenofobia, odio hacia los extranjeros.

Raanan Rein es historiador. Titular de la Cátedra Elías Sourasky de Historia Española y Latinoamericana en la Universidad de Tel Aviv (Israel). Fue vicepresidente de esa casa de estudios. Es miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de la Argentina. Fue presidente de la Latin American Jewish Studies Association (LAJSA). Fue condecorado por el gobierno argentino con el grado de Comendador en la Orden del Libertador San Martín por su aporte a la cultura argentina. Entre sus libros se destaca “Argentina, Israel y los judíos”. Junto a Pablo Méndez Shiff, compiló “Las fuerzas del cielo. Argentina, Milei y los judíos (Ed. Milena Caserola, 2024).



Fuente Clarin.com

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