En Argentina, 7 de cada 10 adultos vive con sobrepeso u obesidad, así que es probable que seas de los que piensa que, a pesar de hacer dieta, engordás o no lográs perder peso.
Hoy vamos a hablar de las principales razones por las que, aunque sentís que estás haciendo las cosas bien, no ves los resultados que esperás.
Comer es imprescindible para la supervivencia. Podemos decidir no bañarnos -a veces-, no estudiar, no trabajar, no viajar. Pero no podemos dejar de comer.
Aunque en principio lo hacemos para sobrevivir, no solo comemos para nutrirnos: comemos por placer, para socializar, para no aburrirnos, para calmarnos, para no pensar, para no sentir, para festejar, hasta para seducir.
Cada día necesitamos consumir una dosis de calorías, una de nutrientes y una dosis de placer. El problema es que cuando nos sometemos a dietas extremas en calorías o placer, nos privamos de estos dos elementos esenciales.
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Columna de la médica nutricionista Mónica Katz.
Si bien funcionamos como máquinas termodinámicas con tres diferentes combustibles: hidratos, grasas y proteínas, como máquinas deseantes que somos, seguimos la huella del placer y hacia allí vamos.
Del placer al ahorro, por qué no funciona el todo o nada
Una de las principales razones por las que hacer dieta no funciona es que el cerebro no sabe de qué se tratan las dietas.
Cada vez que reducimos mucho las calorías, el cerebro interpreta que no hay comida y dispara dos procesos: nos pone a funcionar en modo ahorro; y en paralelo, activa una especie de pájaro carpintero en la cabeza, que no deja de pensar y buscar comida.
El otro problema de las dietas extremas depende de la disminución del placer: comés “feo” porque evitás tus alimentos preferidos o te los prohíben.
Y la realidad es exactamente opuesta: comer lo que te gusta, en la porción justa, te ayuda a adelgazar porque la certeza (de comerlo mañana) disminuye el deseo y aumenta el control.
¿Problemas hormonales o metabólicos?
Otra cuestión importante es que a veces tenemos problemas hormonales o metabólicos, como alteraciones de la glándula tiroides o resistencia a la insulina. En este caso, tu médico puede ayudarte pues hay tratamientos específicos para cada condición.
Estilo de vida: más que alimentación y ejercicio
Quizás estás llevando acabo un patrón de comidas saludable y sos más activo. ¡Está muy bien! Pero en realidad son seis (no solo dos) los componentes de un estilo de vida sano.
Por un lado debemos gestionar las emociones y el estrés. El hambre emocional es una trampa que no te permite controlar la ingesta de alimentos. Por otro lado el estrés, nos dirige a preferir carbograsas y dispara en el abdomen, la formación de nuevas células grasas llamadas adipositos..
Otro componente central es sostener un sueño nocturno de al menos siete horas.
También es importante trabajar tus obsesiones y adicciones al dinero, al trabajo, al cigarrillo, al cuerpo perfecto, al alcohol. También, al éxito.
Y por último, pero no menos importante, forjar y mantener relaciones sociales de calidad.
Entonces, si solo cambiaste tu nivel de actividad física y tu comida, quizás lo que te esté faltando es trabajar los otros cuatro ejes de un estilo de vida saludable.
Recordá que te merecés vivir en un cuerpo cómodo y sano. Entonces, si querés que la próxima vez te resulte mejor, recurrí a profesionales con matrícula que te acompañen a cambiar tu estilo de vida para que obtengas los resultados que buscás.
Ya que como sostiene la frase que erróneamente se le atribuye a Albert Einstein, “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”.
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