Después de un brindis con amigos o una comida en familia, lo más común es que el corcho del vino vaya directo a la basura. Sin embargo, ese pequeño cilindro de alcornoque tiene mucho potencial para convertirse en algo más que un simple residuo con técnicas de reciclaje.
Por su textura, resistencia y cualidades naturales, el corcho es ideal para crear artesanías con bajo impacto ambiental. Además, es un material biodegradable, flexible y fácil de manipular, lo que lo vuelve perfecto para quienes quieren iniciarse en el mundo de la decoración.
El corcho proviene de la corteza del alcornoque y su extracción no daña al árbol, que puede regenerarse con el tiempo. Esto lo convierte en una materia prima sustentable y noble, ideal para fomentar la economía circular y reducir el desperdicio.
A diferencia de otros materiales, el corcho es liviano, resistente al agua y tiene una textura cálida al tacto. No solo es funcional, también es estéticamente atractivo, lo que lo vuelve ideal para decoraciones, objetos prácticos y hasta regalos hechos a mano.
Reutilizar corchos no requiere ser un experto en bricolaje. Con un poco de imaginación (y paciencia), podés armar desde accesorios simples hasta objetos de diseño:
Además de juntar los tuyos cada vez que abrís una botella, podés pedirle a familiares y amigos que te los guarden. Otra opción es consultar en vinotecas, bares o restaurantes, donde muchas veces los descartan sin pensar en una posible reutilización.
Juntar corchos no solo es gratis, también es una excusa ideal para empezar a crear, regalar o incluso vender tus propias piezas sustentables.