Las PyMEs desempeñan un rol importante en la economía del país debido a sus características únicas que les otorgan varias ventajas sobre las grandes empresas. La principal es su gran capacidad de adaptación, modificando las estrategias de forma ágil para así adaptarse a un mercado dinámico.
A pesar de su versatilidad, son las más expuestas al riesgo de desaparecer, porque carecen de la “espalda” de las grandes empresas nacionales y multinacionales.
Las PyMEs argentinas inician un nuevo año con una serie de desafíos no menores por delante, tales como la excesiva carga impositiva, inflación (sensiblemente inferior a la de años anteriores, pero aun así significativa), costos de producción que dificultan la competitividad, escaso acceso al crédito, burocracia operativa, por nombrar solo algunos de los temas más importantes. Todo ello compromete significativamente tanto su capacidad competitiva como su posibilidad de subsistencia.
Después de un año plagado de ajustes, creemos que las PyMEs necesitan una inyección de incentivos y beneficios que apunten a disminuir sus costos, facilitar su operatoria diaria y que les permitan poder desempeñarse, de una vez por todas, en un contexto “amigable”.
Respecto a los aspectos fiscales, resulta imperioso alivianar la carga impositiva que recae sobre estas empresas, tanto a nivel nacional como provincial y municipal.
Si bien se estableció a nivel nacional un nuevo plan de pagos con condiciones diferenciales más beneficiosas y se prorrogó para micropymes el cómputo del impuesto al débito y crédito en cargas sociales, estas medidas, por sí solas, no alcanzan.
Vemos oportuno poder establecer medidas inminentes como pueden ser:
- Eliminación, disminución o al menos un cómputo mayor del impuesto al débito y crédito como pago a cuenta de las Contribuciones Patronales para todas las PyMEs.
- Disminución del Impuesto sobre los Ingresos Brutos y de las Tasas Municipales, tributos distorsivos que “se acumulan” en cada una de sus etapas y habitualmente culmina trasladándose totalmente al consumidor, encareciendo significativamente los precios.
- Exención del impuesto a los sellos en las locaciones comerciales.
- Mayores incentivos al financiamiento.
- Mayor reducción de cargas sociales.
- Que las solicitudes de exclusión de IVA y del Impuesto a las Ganancias, se automaticen, de forma tal de facilitar y agilizar el proceso.
Adicionalmente, resulta necesario simplificar la costosa burocracia operativa que en forma cotidiana deben enfrentar, y allanar el acceso al crédito para las inversiones en equipamiento y en innovación que indudablemente redundarán en una mayor capacidad competitiva.
También es importante introducir una actualización automática (por inflación) de los parámetros por los que se consideran como tales las PyMEs, para que esa falta de actualización no genere la pérdida de beneficios, y garantice la igualdad de condiciones y posibilidades.
Destacamos que en estos últimos meses muchas empresas han perdido el certificado PyME por los parámetros desactualizados vigentes, y así los beneficios que ello acarrea, aun cuando económicamente y a valores constantes nunca dejaron de ser PyMEs.
Dichas medidas, lejos de constituir un costo fiscal, seguramente permitirían un crecimiento en el nivel de actividad que redundaría en una significativa mejora en los niveles de recaudación.
No hay dudas del importante rol de las PyMEs para nuestra economía. Estas acciones mínimas servirían para brindarles el apoyo que tanto necesitan.
Florencia Fragata es gerente y Fernanda Pesqueira, supervisora de Lisicki Litvin & Asoc.