Pactos con el diablo

Feb 11, 2025



Los pactos con el diablo, bajo diversas formas y nombres, tienen una larguísima tradición folklórica y ficcional, que ha motivado a los máximos autores: desde Christopher Marlowe a Thomas Mann, pasando por Goethe. A veces no se trata de un demonio antropomórfico, sino institucional, como las organizaciones criminales, pero el proceso y sus resultados son los mismos. Pese a sus aparentes ventajas, estos contratos tramposos no suelen terminar bien para sus firmantes que, en general, lamentan haberlos contraído.

Sin embargo, a veces no alcanza con solo desviar la tentación demoníaca. Un ejemplo inquietante lo proporciona el drama televisivo Capturing Mary (Capturando a Mary), escrito y dirigido por Stephen Poliakoff. En los años ’50 una joven periodista y escritora en ascenso participa de las fiestas a las que asisten celebridades de la política y el arte, en la mansión londinense del millonario señor Graham. Dentro de ese ambiente elitista y glamoroso, Mary resalta como la “voz de la juventud”, la novedad trasgresora. Allí conoce a Greville White, un hombre maduro que le parece enigmático y atractivo y que cumple en ese mundillo selecto el papel de un influencer. Primero la divierte con chismes y luego le muestra un lado más oscuro, que explica también su gravitación en las altas esferas. Greville tiene la llave de los secretos más repulsivos de la élite, de sus perversiones y sus vilezas. Sabe todo, de todos. Le ofrece a Mary, no amor o pasión sexual, sino la llave de ese conocimiento, asociada luego con una llave física: la de su casa, que ella podrá visitar cuando quiera, como amiga y socia.

Mary, aterrada, declina la invitación y lo evita, provocando la ira de White. De aquí en más, su vida será un constante descenso que supone orquestado por él y sus contactos. Pierde su empleo, los viajes prometidos por sus empleadores y aun la posibilidad de trabajar en cualquier diario británico. Enredada en una relación amorosa tóxica con un pintor avaro y egocéntrico, cae en el alcoholismo, abandona sus proyectos de escritura, y sobrevive con trabajos irrelevantes. Ya anciana, en los Jardines de Kensington, ve o cree haber visto a un Greville que no ha envejecido y que se regodea en su fracaso.

Mary vuelve entonces donde todo empezó: a la mansión de Graham ahora deshabitada, y le cuenta a Joe, el joven y compasivo casero, la historia que estamos viendo desplegarse en la pantalla. Aunque es tarde para reparar el pasado, logra al menos exorcizar su demonio. Greville, real o imaginado, no regresará para atormentarla. Pero Joe también tiene un fundado reproche para hacerle: ¿por qué Mary no se le enfrentó?, ¿por qué se dio por vencida?, ¿por qué se dejó expulsar del campo de batalla? En realidad la cobardía fue parte fundamental de su caída. Para vencer el mal, no basta con huir de él. Hay que combatirlo activamente. La omisión, el silencio, la fuga, no son sino otra forma de peligroso pacto.



Fuente Clarin.com

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