El de 1988 será recordado, por siempre, como el “verano maldito” en Mar del Plata. El 14 de febrero de ese año, Carlos Monzón mató a su exmujer, Alicia Muñiz, en un chalé de La Florida. El 5 de marzo, Alberto Olmedo murió tras caer desde un balcón de un edificio de Playa Varese.

En medio de estos hechos que habían conmovido profundamente a la ciudad y al resto del país, una prostituta denunció que un hombre había tratado de estrangularla en un hotel alojamiento. Ante la Policía aseguró: “Me dijo que iba a terminar igual que las otras mujeres que mató”.

Aunque la frase era inquietante y no servía de mucho para iniciar una investigación, puesta en contexto años después aparece como un indicio desaprovechado de que un asesino en serie andaba suelto por La Feliz.

En efecto, entre la primavera de 1987 y el otoño de 1988, un hombre mató al menos a dos mujeres con un modus operandi casi idéntico.

El “verano maldito” de 1988: la terrible historia del psicópata que aterrorizó Mar del Plata

Celso Luis Arrastía. Condenado a 25 años de prisión en 1989, en 2003 logró obtener el beneficio de salidas transitorias.Celso Luis Arrastía. Condenado a 25 años de prisión en 1989, en 2003 logró obtener el beneficio de salidas transitorias.

Esta historia del crimen comenzó el 17 de octubre de 1987, cuando una pareja caminaba abrazada cerca del Torreón del Monje y fue detenida por un hombre de civil que les dijo ser policía y exhibió un revólver. Luego, los hizo subir a un Peugeot 504 y los ató. Al joven lo hizo bajar en el Golf Club Acantilados, donde le disparó y lo dio por muerto.

El atacante se llevó a la novia del joven, Ana María Palomino, de 16 años, quien aparecería violada y muerta al día siguiente en Barranca de los Lobos. Fue estrangulada con su propia ropa interior.

En mayo de 1988, Nélida Mabel Quintana, de 53 años, fue violada y asesinada por asfixia provocada con su propia ropa interior en un hotel alojamiento cercano a la terminal de ómnibus. Luego, Margarita Inés López, de 19 años murió de la misma manera en otro albergue transitorio. Y, poco después, una chica que trabajaba en un cabaret fue violada y asfixiada en un hotel de La Perla.

Además del modus operandi, el asesino había dejado su marca en los cuerpos: sus dientes estaban impresos en un pezón. Aunque el diario La Capital llegó a difundir un identikit del atacante, este no fue encontrado.

Finalmente, la dueña de un cabaret denunció que su pareja, Celso Luis Arrastía, la maltrabaja y la había amenazado de muerte. “Me dijo que me iba a matar como a las cinco mujeres que había matado”, relató en la comisaría.

En septiembre de 1988, Arrastía fue detenido y los policías también allanaron el departamento donde vivía la pareja, donde encontraron varias pruebas como ropa interior de alguna de sus víctimas.

La fiscalía intentó conectar a Arrastía con cinco crímenes, pero solo pudo probar su autoría en dos: el de Palomino y el de López. En 1989, la Cámara Federal de Mar del Plata lo condenó a una pena de 25 años de prisión por homicidio simple.

Verano maldito. En Mar del Plata, ese año Carlos Monzón mató a su esposa y Alberto Olmedo murió al caer desde un balcón.Verano maldito. En Mar del Plata, ese año Carlos Monzón mató a su esposa y Alberto Olmedo murió al caer desde un balcón.

Arrastía cumplía con varias de las características del asesino en serie: un hogar difícil, con un padre violento y una madre sobreprotectora, “un psicópata desalmado”.

Preso en Batán, escribió una carta en la que proclamaba su inocencia: “Fui víctima de la perversidad y amoralidad de la Justicia. No maté a nadie. El asesino está libre y han condenado a un hombre inocente”.

Llevado a la Unidad 12 de Baradero, se casó con una de sus tantas admiradoras, el 16 de febrero de 2000. Tres años después, en 2003, logró que le dieran salidas transitorias, primero para visitar a su mujer, con la que ya tenía tres hijos, y luego también para trabajar.



Fuente Clarin.com

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