A casi una semana del temporal que provocó las inundaciones de Bahía Blanca, en el que miles de personas perdieron aquello que habían construido, Sonia Budassi, Mario López, Luciana Olmedo, Luis Sagasti y Gustavo López, referentes de la literatura argentina, compartieron sus experiencias y contaron los daños que sufrieron por el agua.

Hay editores que perdieron sus editoriales y bibliotecas que perdieron su material. También hay escritores que les tocó vivir la tragedia a la distancia. Pero todos fueron y son víctimas del quiebre de su ciudad.
Cómo escribió Sonia Budassi, el agua solía ser una especie de bendición para los bahienses, una sociedad que estaba acostumbrada a quejarse por la sequía y viento constante. Nadie esperaba que en un periodo de cuatro horas lloviera lo que nunca llovió. “Nosotros nunca consideramos el agua como amenaza. El agua era una bendición”, explicó.
Esta vez, a Budassi le tocó vivir la inundación de su ciudad a kilómetros de distancia. En conversación con Clarín, la escritora y periodista argentina contó: “Días después siento que mi territorio de infancia con colores pastel de pronto se transformó, como en el tríptico de El Bosco, “El Jardín de las delicias”, de vital paraíso a lúgubre infierno. Sin el paso intermedio que pintó el artista. Algo abrupto, sin transición más que la violencia del shock”.

Desde Buenos Aires, Budassi destacó la “incertidumbre de espanto de no poder saber qué había pasado con mi gente”. Y agregó: “Nosotros prendidos a las redes, radios y tv, empezamos a sentirnos en un reality catástrofe donde los protagonistas no saben que están siendo grabados ni en qué se convirtió la ciudad donde están”.
Empezar de cero
El editor independiente Gustavo López, responsable del proyecto vox/lux y del centro cultural Factor C de Bahía Blanca, vivó el temporal como una profunda pérdida. Según explicó a Clarín, el espacio cultural ubicado en el centro de la ciudad se inundó con más de un metro de agua, y se arruinó una gran cantidad de material de las editoriales.

“El espacio Factor C quedó destruido e inutilizado porque entró mucho barro y se estropeó. Se perdió mucho material de libros. Fue un golpe muy duro, porque perdimos muchos libros buenos de archivo, serigrafía, tapas serigrafiadas, laminas, revistas de archivo. Además una perdida muy grande en el depósito de varios millones de pesos”, explicó.
Pero la editorial de Gustavo López no fue la única en sufrir la pérdida de material. Entre los espacios que se vieron afectados por las inundaciones también se encuentra la biblioteca de humanidades de la Universidad Nacional del Sur. “Se perdieron ahí como 70.000 volúmenes según me dijeron hoy, pero bibliotecas muy valiosas, con la que se ha formado gran parte de la Universidad de Humanidades. Esa biblioteca impresionante que había ahí, es una gran pérdida para el acervo y la ciudad”, detalló López a Clarín.
Al igual que otros escritores, desde la editorial vox/lux destacaron la solidaridad que recibieron por parte de poetas, lectores, autores, etc: “Rescatamos la enorme solidaridad que se despertó en la ciudad. Por lo menos en el centro cultural increíble la cantidad de artistas que vinieron a ayudar a limpiar, dar una mano, proponer ideas y ver qué hacer”.

“Hay que ver qué es lo que quedó. Ya tiramos un montón de libros, los que estaban irrecuperables, llenos de agua, fueron muchos. Ahora esperando dar vuelta a la página y que sea también un recuerdo y poder avanzar, que lo que nos interesa es poder seguir con el plan de edición que tenemos. Teníamos justo unos libros muy importantes, uno de Sergio Raimondi, otro de Matías Moscardi y unos libros de Washington Cucurto”, concluyó el editor.
El después de la tormenta
Al hablar del temporal, el escritor y docente universitario Mario López también menciona las tragedias que hubo en Bahía Blanca en los años anteriores, pero hace hincapié en el después.
“Después fue empezar a ver lo que ocurría alrededor. Ver las imágenes que enviaban desde Buenos Aires y mirar escenas terribles de una ciudad devastada en algunas partes. La percepción que yo tengo es como si hubiese caído una especie de bomba atómica, de esas escenas de guerra como en Ucrania o la franja de Gaza. La sensación es la de una ciudad devastada”, explicó a Cultura.
Y en cuanto a las modificaciones que sufrió Bahía Blanca a partir de las inundaciones, López agregó: “Cambió prácticamente la fisonomía de la ciudad. Un canal derivador estalló, el arroyo se duplicó y los puentes peatonales se barrieron. Esto es un signo de algo, cada cual lo interpretará a su modo sin lugar a dudas, pero hay componentes de orden espiritual de cosas que los seres humanos estamos haciendo mal”.

El escritor bahiense también destacó el trabajo de los medios de comunicación, a quienes consideró como una pieza clave en la difusión de la ayuda que se necesita: “Hay muchos medios que han trabajado muy seriamente, difundiendo correctamente los lugares y las cuentas de donación. Creo que eso ha ayudado mucho en un contexto tan complicado, en donde parece que hay un Estado que quiere retirarse”.
Clarín también habló con el escritor, docente y crítico de arte argentino Luis Sagasti, quien sostiene que “cuando uno vive una situación límite, los cambios en el carácter de uno, en su forma de plantarse y de ver el mundo, suceden mucho después”.

Sagsati hace énfasis en el futuro que se les presenta y plantea: “La nueva Bahía que debería surgir es una más integrista, solidaria, con una clase dirigente que piense en una comunidad. Que la clase en donde se concentran las decisiones y el capital se convierta en una verdadera clase dirigente; alguna vez lo fue. Una bahía donde el asistencialismo se transforma en solidaridad, y no ante catástrofes. Pero para eso habrá que educar, transmitir valores, diseñar espacios urbanos que favorezcan el encuentro con el otro más allá de acentuar el arroyo”.
“¿Por dónde empieza esta gente?” se cuestiona Sagasti. “Vos ves que una tormenta te roba el pasado, al arrasar con toda una casa donde se acumulan recuerdos, y te instala en este presente. Por supuesto va a costar forjar un futuro, pero es inevitable que se forje. Se va a salir adelante y ahí va a haber futuro, pero una situación como esta te instala en un presente que parece inamovible”, agregó.
Y al igual que el escritor Gustavo López, Sagasti destacó la pérdida del material bibliográfico y literario que sufrieron instituciones de gran valor para la ciudad. “70.000 libros en la universidad, no es una estupidez, ¿no? Es muy doloroso eso, la pérdida de un sector del parque, hay un paisaje urbano que va a cambiar, es mínimo esto, pero para la cotidianidad de los bahienses va a ser difícil e incómodo un poco adaptarse a estas circunstancias”, concluyó.
En el caso de la escritora Luciana Olmedo, la escritura es una herramienta para tratar de entender todo lo que vivió y escuchó en los últimos días. “Esta vez perdimos todos. Casas, autos, negocios, animales, familiares. Y, también, todos esos lugares con los que armamos el archivo de nuestra propia memoria”, reflexionó a Clarín.

“Me pregunto por nuestra relación con la naturaleza. Por cómo empezamos a pensar de otra manera sobre, con, en y entre ella. Me pregunto por qué muchxs están haciendo de esta tragedia un espectáculo con distintos fines. Me pregunto por nosotrxs, todxs, más allá y más acá de esta ya no blanca Bahía. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Por dónde empezamos a cambiar?”, concluyó.