“Un azulejo que canta. Un cantazul”, le dijo el alumno de nueve años al músico y luthier Esteban Juárez cuando este le mostró fotos del instrumento que había creado él mismo, una especie de marimba que realizó en base al barro del Delta y a conocimientos adquiridos durante un viaje que hizo a la India.

El camino de Esteban en la música fue zigzagueante hasta llegar a fabricar el cantazul. Comenzó a tocar la guitarra a los nueve años, pero la dejó y volvió a hacerlo de nuevo a los 16. Más tarde se decidió a realizar una carrera en el Conservatorio Juan José Castro en Martínez y durante ese proceso de aprendizaje descubrió y se fascinó con la percusión melódica, con la marimba y el xilofón, a la vez que se interesaba en la música india y africana. Pero pronto sobrevino otro hallazgo.

El nombre del instrumento fue sugerido por uno de sus alumnos al verlo: "azulejo que canta" o "cantazul".El nombre del instrumento fue sugerido por uno de sus alumnos al verlo: “azulejo que canta” o “cantazul”.

“Descubrí que los azulejos hacían sonido. Encontré uno suelto en un lugar donde vivía y me encontré con que tenía un sonido muy hermoso que me hizo acordar inmediatamente a las placas melódicas que había aprendido en el conservatorio”, cuenta Esteban.

Paralelo a ser profesor en la Escuela Provincial Número 16 “Marcelino Ugarte” en La Lucila y a dar talleres de percusión, descubrió el konnakol, es decir, el lenguaje rítmico hablado que es la forma tradicional en India para aprender composiciones y aplicarlas a instrumentos de percusión. Eso lo llevó a viajar al sur de aquel país en 2009, a Chennai, una de las cuatro ciudades más importantes de allí, cuna de la música carnática.

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Esteban Juárez fabrica el instrumento utilizando barro del Delta.

Allí, tomó clases melódicas de canto y de violín, a la vez que practicaba la meditación Sahaja Yoga, lo que lo ayudó a darle foco al proceso. Pero tal vez la mayor revelación viviendo ahí fue que se dio cuenta de que la idea de su futuro instrumento era una posibilidad certera.

“En la tradición india lo que más me llamaba la atención es que todo objeto que afine o tenga una posibilidad de tener una afinación concreta se puede integrar a la música tradicional india. Y me di cuenta que había algo en estos azulejos con los que había empezado a experimentar, a romperlos, a darles forma para ver cómo se comportaban”.

Esteban es también músico itinerante, y viaja difundiendo la música del cantazul.Esteban es también músico itinerante, y viaja difundiendo la música del cantazul.

Cuando volvió de India, desarrolló el primer prototipo de lo que sería el cantazul. Estaba hecho de forma rudimentaria, en base a cañas, pero “ya sonaba de forma cromática y tenía presencia musical”. Pasaron los años y el instrumento fue evolucionando, hasta que en cierto momento se dio cuenta de que debía hacer los azulejos él mismo, por lo que empezó a tomar clases de cerámica.

El cantazul crecía a la par que daba un taller de música india, pero aún faltaba otro ingrediente esencial en su construcción. El camino de Esteban lo llevó a vivir en el Delta del Paraná, en San Fernando, y allí, en su cabaña entre árboles, maleza y agua hizo otro descubrimiento: “Me encontré con que al lado de mi muelle, en el río, se formaba una tierra naranjona y arcillosa con la que se podía fabricar otro material para elaborar los azulejos”, cuenta.

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El sonido natural del Delta se combina con el cantazul de Esteban Juárez

El conservatorio, el viaje a la India, su hogar en el Delta y el nombre que le dio uno de sus alumnos moldearon la forma que tiene el instrumento hoy: un soporte hecho de madera que sostiene a 18 o 30 azulejos y que Esteban toca con baquetas también producidas por él.

El proceso es casi alquímico: cuando la marea está baja recoge el barro del lecho del Delta con una pala, le agrega agua, lo mezcla con bicarbonato de calcio y arcilla de alfarero, lo vierte en una superficie, lo deja secar, lo tritura y con los pedazos va haciendo la masa que luego amasa. Luego, lo recorta con medidas exactas hasta formar un cuadrado. Cada azulejo canta una nota específica, dependiendo del espesor que le da.

El instrumento está compuesto por madera y por 18 o 30 azulejos. Foto: Ariel Casós Vello.El instrumento está compuesto por madera y por 18 o 30 azulejos. Foto: Ariel Casós Vello.

Para Esteban, hay tres patas que componen su vida musical: la luthier, al construir el instrumento; la docencia, al enseñar sobre su construcción y sobre música; y la difusión del sonido del cantazul, al interpretarlo frente al público. Hoy se encuentra explorando esta última faceta como músico itinerante, viajando por diferentes países. “Toco en cualquier situación que se pueda dar, me gusta mucho esa mano directa con la gente”, dice.

El repertorio que toca abarca desde temas compuestos por él mismo, canciones de Spinetta o Piazzolla, música uruguaya como la de Hugo Fattoruso o Rubén Rada, clásicos del tango como “Naranjo en flor” o temas de folclore como “Kilómetro 11” o del músico Ricardo Vilca. “Hay algo que busco también que entre todas las músicas que hay, una versión que conecte a la gente con lo que están escuchando”, expresa.

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Esteban Juárez toca el cantazul en las cercanías de su hogar, en el Delta

Hoy Esteban habla desde Uruguay, en donde está haciendo una gira. A partir de junio estará en Portugal y luego en España. El verano que viene espera explorar Costa Rica y Nicaragua, en donde hay una tradición de marimbas. En un futuro cercano, anhela viajar a África, cuya música fue junto a la India una de sus mayores inspiraciones. Y a todos lados irá acompañado por el cantazul. “Es algo que se hizo parte de mi vida y de mi camino”, concluye.



Fuente Clarin.com

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