Si realmente quiere seguir adelante con su proyecto de obra teatral en la que ejercería de abogado defensor del capitalismo, Javier Milei no tendría por qué penar burocráticamente por una autorización para actuar junto al Muro de Berlín. Él es un presidente, una llamada a Friedrich Merz, líder de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y flamante canciller alemán, debería ser suficiente para destrabar el asunto y llevar a la capital alemana a las “rubias voluptuosas” que promete incluir en el elenco. Pero Milei tiene en realidad cosas más importantes que pedirle a Merz. ¿Una aclaración, quizás? ¿O incluso una disculpa?

La última vez que se refirió directamente a Milei, en diciembre de 2024, el hoy jefe de la tercera economía mundial fue cualquier cosa menos elogioso: “Lo que está haciendo ese presidente ahí arruina al país, está aplastando a su gente”.

Merz era aún candidato a la Cancillería, y habló en el programa de entrevistas de Sandra Maischberger, uno de los más influyentes de la televisión alemana. Argentina, como nunca antes en la historia política alemana, era parte del debate.

Breve contexto: Alemania era gobernada en 2024 por una coalición tripartita integrada por los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz, los ecologistas de Los Verdes y los liberales del FDP. Christian Lindner, el entonces líder del FDP y ministro de Finanzas, acariciaba la idea de unas elecciones anticipadas, que llegaron en febrero de 2025. En octubre de 2024, Lindner dijo que Alemania debía aprender de Milei.

“En Alemania, aunque la comparación sea complicada, necesitamos atrevernos un poco más a ser Milei o (Elon) Musk“, dijo el líder liberal. Alemania necesita, insistió, “una pizca de disrupción, entusiasmo reformista y fuerza innovadora”. Toda una audacia por parte de Lindner, porque el liberalismo alemán tiene poco que ver con el anarcocapitalismo de Milei o el libertarismo de Silicon Valley. Históricamente, el alemán es un liberalismo que toma en cuenta el Estado y lo social. No en vano la alemana se define como economía social de mercado.

La imagen de Milei en la gran mayoría de la prensa alemana es la de un ultraderechista salvaje, aunque esa visión se ha ido moderando en los últimos meses. No pocos alemanes ven y escuchan a Milei y lo emparentan con Alternativa por Alemania (AfD), el partido ultraderechista que es hoy la segunda fuerza política del país, una formación con la que nadie tiene diálogo ni pactos debido a sus raíces neonazis.

Argentina volvió a ser tema en diciembre de 2024, cuando Lindner recuperó el entredicho con Merz en un artículo en “Handelsblatt”, el periódico imprescindible de la élite financiera y empresarial alemana: “Merz tendrá que cooperar con los gobiernos de Estados Unidos y Argentina. Habría que medir bien las palabras. Tal y como lo conozco, seguro que ya se arrepiente de haberlas dicho”.

Más allá de lo que se opine de los dichos de Merz, la frase mostró algo sumamente interesante: un muy importante líder conservador que se escapaba de la “cámara de eco” en la que Milei vive y hace vivir a tantos. Semanas atrás, el canciller Gerardo Werthein dijo estar impresionado por el interés que generó Milei en la CPAC, cuando lo raro hubiera sido que el presidente no despertara euforia en esa cámara de eco ultraconservadora, donde Milei sencillamente caza en el zoológico.

Pero hay temas en Alemania que son altamente sensibles, asuntos con los que no se juega. Que Lindner pidiera “un poquito más de Milei” para Alemania era algo que Merz no podía dejar pasar, aunque asombrase la crudeza del hoy canciller al referirse al líder de un país amigo y miembro del G20.

Friedrich Merz, líder de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y flamante canciller alemán. Foto ReutersFriedrich Merz, líder de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y flamante canciller alemán. Foto Reuters

Un matiz importante: Merz es un político impulsivo y a veces víctima de su arrogancia, algo que la ex canciller Angela Merkel, su archirrival, detestaba de él. Más de una vez ha hablado sin medir las consecuencias y sin contar con toda la información. Integrantes del establishment político alemán y de la propia CDU, consultados por este diario, creen que este fue el caso: Merz no tenía más que información superficial acerca de Milei y Argentina, habló sumergido en otra cámara de eco, pero aprovechó los comentarios de Lindner como arma política en la disputa interna. Legítimo, y nada que no suceda en la propia Argentina.

Y la realidad muestra que el que ganó fue Merz y el que perdió fue Lindner. El conservador llegó a la Cancillería, su sueño de toda una vida, y los liberales quedaron fuera del Parlamento y Lindner fuera de la política.

Pero Buenos Aires y Berlín deberían resolver pronto la extraña situación entre Merz y Milei.

Si el socialdemócrata Scholz, que si se atiende al Milei pre-presidente era tan “comunista” como Xi Jinping, Lula, Pedro Sánchez y Gabriel Boric, fue capaz de recibir al presidente argentino en una extraña reunión en un domingo que marcó el inicio del verano en Berlín, Merz debería hacer pronto lo mismo. Y hay señales importantes de que así será.

Hay que poner la mirada en la página 128, y más precisamente en la línea 4069, del “Koalitionsvertrag”, el Contrato de Coalición firmado por la CDU y el SPD, para descubrir algo muy importante. “Algo nunca antes visto en un Contrato de Coalición”, en palabras de Peter Alberto Behrens, un consultor especializado en las relaciones entre Alemania y América Latina.

El texto dice lo siguiente: “La ampliación de las alianzas estratégicas con los Estados de América Latina y el Caribe es de especial importancia. El acuerdo entre la UE y Mercosur debe cerrarse de una vez. Queremos intensificar y profundizar la asociación estratégica con Brasil, así como ampliar la cooperación con otros socios, en particular con los Estados más grandes, México, Argentina y Colombia”.

La aparición de Argentina en un Contrato de Coalición, que determina nada menos que cómo se gobernará Alemania, es un dato en absoluto menor. Alemania tiene históricos vínculos sociales, políticos y económicos con Argentina, aunque la mira desde hace décadas con reticencia y algo de espanto: la enloquecida economía disuade a los germanos, incapaces de entender cómo se puede vivir y hacer negocios en un país que funciona de esa manera.

Así y todo, Argentina mantiene cierta capacidad de seducción y la irrupción de Milei genera interés: hace apenas semanas visitó el país una misión del LBBW, uno de los mayores bancos de Alemania. La lideraba Ulrich Sante, embajador de Alemania en Argentina entre el año 2020 y 2023 y verdadero “fan” del potencial del país. El objetivo, entender qué está pasando en Argentina y recabar información para eventuales inversiones.

¿Sabrá aprovechar el gobierno de Milei la nueva oportunidad? Que la izquierda del SPD o Los Verdes no controle el Ministerio de Asuntos Exteriores es algo que no se daba desde el período 2009-2013, cuando el liberal Guido Westerwelle estuvo al frente. El nuevo responsable de las relaciones exteriores alemanas es Johannes Wadephul, un cristiano demócrata de estrecha confianza de Merz.

Cristina Kirchner dijo en 2007 que quería ser como Alemania, pero terminó de feria en Angola. Milei insiste en que sueña con ser Irlanda, porque entiende que en Alemania hay demasiada intervención del Estado. Pero se trata de la tercera economía mundial, de un país fundamental en el orden mundial. Más allá de lo que haya dicho y vaya a decir Merz, las señales que el nuevo gobierno está enviando a Buenos Aires son claras.



Fuente Clarin.com

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