Cuando Oleksii Kyrychenko tomó esta fotografía el 22 de febrero de 2022, su idea era sacudir la conciencia de la gente fuera de Ucrania y lo logró. La combinación de un arma y un niño son difíciles de conciliar. “Demuestra que toda la población defenderá el país. Las cintas amarillas y azules en el cabello representan los colores de la bandera nacional de Ucrania”, explicó el fotógrafo. El chupetín se añadió espontáneamente porque a su hija le encanta.

Llevaba tres meses con la incertidumbre de una posible guerra que a los pocos días sucedió. Transcurrieron más de dos años desde esa fotografía. Sin embargo, el futuro que imaginó el fotógrafo en ese momento resultó ser más aterrador.

“Primero, vimos horribles imágenes documentales de Bucha, donde los rusos dispararon contra muchos civiles. Luego Mariupol y muchos otros lugares de la parte ocupada del país. Cientos de miles de muertos e innumerables heridos incluidos niños. Vi a niños de 2 o 3 años con prótesis; es terrible”, explicó.

Oleksii Kyrychenko vive con su esposa y su hija más pequeña de 12 años, la protagonista de la foto, en un pequeño pueblo llamado Boyarca, cerca de Kiev. Oleksii no quiso mencionar el nombre de ella por seguridad. Su hija mayor se fue a Alemania antes de la guerra para estudiar en la Universidad y su hijo varón está cursando un posgrado en Kiev.

Con el tiempo, para Oleksii se volvió normal escuchar las alarmas de ataques aéreos que suenan cuando los rusos lanzan misiles o drones. Es moneda corriente recibir recomendaciones para que se concurra al refugio, gastar parte del presupuesto familiar en donaciones a voluntarios que ayudan a las fuerzas armadas de Ucrania o tener toque de queda todas las noches.

Una vida muy diferente a la que tenía antes de la guerra. “Hay escasez de electricidad en todo el país porque muchas centrales eléctricas han sido dañadas por los misiles rusos. Por lo tanto, la electricidad se corta durante varias horas al día. Nos hemos acostumbrado a esto desde 2022”, manifestó Oleksii. Esta emergencia eléctrica hizo que se desarrollen energías alternativas que todavía están a prueba.

Por esta situación y por qué su inglés no es muy bueno, Oleksii Kyrychenko se comunicó por escrito. Cada palabra demuestra el horror e incertidumbre. Su testimonio revela cómo se vive en una Ucrania ocupada, donde los sonidos de sirenas, los mensajes de alerta y la oscuridad conviven con cada familia ucraniana.

Pero no es a lo único que los ucranianos debieron acostumbrarse. Hay restricciones para que los hombres abandonen el país debido a una escasez significativa de trabajadores en profesiones en las cuales se desempeñaban en su mayoría varones. Las mujeres están aprendiendo a conducir camiones y maquinaria agrícola.

Oleksii Kyrychenko ha tenido su propia cámara desde la infancia. Pero recién en 2019 completó su primer curso de tres meses. Es ingeniero y antes de la guerra consideró la transición a la fotografía profesional. Actualmente, trabaja en el sector de sistemas y decidió seguir en ese campo.

Cuando se le pregunta a Oleksii sobre el conflicto no comprende cómo alcanzó tal magnitud, por qué muere gente o se destruyen ciudades. “Parece un odio pervertido de Putin hacia los ucranianos”, describió. Está convencido de que, si Rusia dirigiera los fondos de la guerra hacia su propia economía, alcanzaría los niveles de vida de los Emiratos Árabes Unidos. “Se ganaría el respeto de otros países”, agregó.

Oleksii Kyrychenko sabe que la guerra terminará en algún momento, pero desconoce el cuándo ni cómo. Pero antes de finalizar el intercambio de mensajes, dejó una nota al pie que dice: – En Ucrania, desde 2022, es costumbre escribir las palabras “rusia” y “putin” en letras minúsculas



Fuente Clarin.com

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