No obstante los desbalances económicos heredados y muy poco apoyo político propio en el Congreso, el gobierno de Milei ha avanzado significativamente en temas económicos como el balance fiscal y la baja de la inflación.

Pero la reciente publicación del Banco Central (“Evolución del Mercado de Cambios y Balance Cambiario”, Diciembre de 2024) muestra las dificultades que hay para 2025 con lo que es el talón de Aquiles del programa económico: la combinación de una excesiva devaluación el 13 de diciembre (que hizo saltar la inflación y la pobreza); una “tablita” muy restrictiva (para contener la inflación subsiguiente pero que ha agravado la falta de competitividad de la economía); y el “cepo” cambiario (necesario por la falta de reservas en el Central, pero que ahoga la inversión y el crecimiento).

La excesiva devaluación inicial (el 13 de diciembre el dólar pasó de costar 365 pesos a 800 pesos), hizo que la inflación de ese mes saltara al 25.5% y la pobreza (datos de la Universidad Católica) al 54.9%.

El shock inicial negativo hizo que la inflación acumulada entre el 10 de diciembre de 2023 (cuando Milei asumió) y diciembre de 2024 haya sido aproximadamente similar al período comparable del gobierno anterior (algo más de 160%) y que la pobreza (también afectada por la recesión de 2024) se ubicara (últimos datos de octubre 2024), a niveles similares del último trimestre de 2023.

Las mejoras posteriores en inflación y pobreza que el Gobierno reivindica las calcula usualmente desde niveles que, aunque reflejan la herencia anterior, en una parte no trivial también fueron generados por sus propias políticas iniciales.

En términos de la competitividad cambiaria, la devaluación de diciembre de 2023 puso inicialmente el tipo de cambio “real” (TCR, ajustado por inflación) al mismo nivel que tuvo entre enero de 2003 e inicios de 2008. Pero mientras que el TCR tuvo poca variabilidad en esos 5 años (contribuyendo a un crecimiento anual promedio por habitante del 7.6% y del 8,.1% en las exportaciones), la devaluación de diciembre 2023 puso el TCR a ese nivel (seguramente excesivo) solamente por tres días y desde entonces ha mostrado una gran variabilidad, cayendo ahora a niveles similares a los de fines del gobierno anterior y cercanos a los del quiebre de la Convertibilidad.

Es el tema recurrente de querer estabilizar el tipo de cambio nominal, y en el proceso desestabilizar completamente el TCR, con impactos muy negativos en el crecimiento, exportaciones, empleo y en la demanda de dinero.

Una devaluación menor inicial (generando menos inflación y pobreza iniciales), mucha más flexibilidad en el tipo de cambio nominal, y una salida más acelerada del cepo, hubieran generado más de inflación en el resto del año 2024, pero también hubieran permitido volver a crecer, facilitado la convergencia a menor inflación desde 2025 en adelante. Ahora se está en el brete de tener que eliminar el cepo para volver a crecer, pero por la combinación equivocada de instrumentos, la salida del cepo puede generar un salto del tipo de cambio y la inflación.

Para abrir el cepo sin un salto devaluatorio el Gobierno ha tratado de aumentar el flujo de dólares de varias maneras explícitas (el blanqueo, diferentes mecanismos cambiarios para que los exportadores liquiden dólares, apoyo a la energía y minería) e implícitas (la recesión que ha forzado a quienes tenían dólares ahorrados a venderlos para financiarse, y el dejar operar el “carry trade”).

El Gobierno también quiere que el FMI aporte dólares adicionales para abrir el cepo. Tres comentarios sobre esto.

Primero, si bien EEUU tiene el 16.49% de las acciones, también hay que convencer a la Unión Europea (alrededor del 21%), Brasil y México (que tienen más del 4%), y así siguiendo. Argentina, que tiene solamente 0.66%, debe tratar con respeto y prudencia todos los accionistas si quiere que voten favorablemente. Pelearse con otros presidentes y el reciente show mediático en Davos no ayudan.

Segundo, el informe del FMI con la evaluación del préstamo al gobierno de Macri criticó al staff por haber aceptado las demandas políticas de las autoridades argentinas. Textualmente (conclusión IV de “Lecciones Generales”): “El Fondo debería cuestionar las “líneas rojas” políticas que comprometen los objetivos del programa – mejorar el nivel de “apropiación” por parte del gobierno no debería entenderse como ceder ante la preferencia de las autoridades del país por opciones de políticas subóptimas.”

La “línea roja” del gobierno actual es no abrir el cepo si eso implica un salto devaluatorio con su impacto inflacionario, y el correspondiente impacto político negativo sobre las elecciones de octubre. Pero la “línea roja” del FMI (y también parece ser la de gente como Mauricio Claver Carone, Enviado Especial para América Latina del gobierno de EE.UU) es no usar los dólares del préstamo para subsidiar con un tipo de cambio artificial a quienes tienen activos en pesos, o deudas en dólares, de los que quieren desprenderse.

Tercero, esto último también debería ser una consideración para todos nosotros: ¿cuáles son las razones por las que Argentina debe tomar una deuda colectiva adicional de, digamos, 15 mil millones de dólares para que operadores individuales desarmen sus posiciones financieras a tipos de cambio preferenciales?

En lugar de operar políticamente como que ya ganó las elecciones de octubre, el Gobierno debería manejarse políticamente con mucha prudencia y respeto. El mundo está muy complicado. Y falta mucho hasta octubre.

Eugenio Díaz-Bonilla es economista.



Fuente Clarin.com

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