“Abrigate, que te vas a enfermar”. Al dar o recibir este consejo, la mayoría piensa en evitar cuadros respiratorios. Pero, ¿alguien repara en el corazón? Deberíamos, insisten los cardiólogos.
Diversos estudios realizados a lo largo de casi medio siglo en varios países (Argentina incluida) han demostrado que en invierno se producen más eventos cardiovasculares. Los datos muestran una variación estacional importante, no solo en la cantidad de personas que enferman y deben ser hospitalizadas, sino también en la mortalidad por infarto agudo de miocardio, ACV, insuficiencia cardíaca crónica, entre otras causas.
Las infecciones virales como gripe, resfrío y covid ejercen un rol, pero no es la única razón que explica esa variación estacional. La presión arterial también puede verse afectada por los cambios de temperatura.
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“Por una parte, el frío provoca una contracción de los vasos sanguíneos que puede aumentar la presión arterial y multiplicar el esfuerzo cardíaco para bombear sangre. Por el otro, las enfermedades respiratorias típicas de esta época suelen disparar infartos de miocardio y hospitalizaciones por insuficiencia cardíaca”, precisa un artículo publicado en Wikicardio, la enciclopedia de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), que advierte que las personas con factores de riesgo cardiovascular “deberían tomar precauciones, empezando por la vacunación contra la influenza y la neumonía”.
La presión arterial y el frío: cómo se relacionan
En relación al efecto del frío en la presión, desde la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) explican que “es frecuente que en épocas de climas fríos la presión sea más elevada, y pacientes hipertensos que tenían cifras controladas durante los meses de calor o templados, pueden notar registros elevados cuando llega el frío“.
¿A qué se debe? Los factores son varios, pero el más común es la vasoconstricción de los pequeños vasos en respuesta al clima frío (reducen su tamaño, se achican, para evitar la pérdida de calor), lo que aumenta la resistencia vascular y eso eleva la presión arterial.

Pero también influyen los hábitos: “En invierno tendemos a ejercitarnos menos y la actividad física es un factor que ayuda a controlar la presión arterial, mientras que es frecuente comer en mayor cantidad o consumir alimentos más calóricos o con más sal, lo que puede contribuir al aumento de la presión arterial por el tipo de comida y por el aumento de peso asociado”.
Mayor esfuerzo, fiebre, inflamación
Carol Kotliar, directora del Centro de Hipertensión Arterial del Hospital Austral, advierte que los efectos del frío pueden no ser inmediatos: “Recién unos días después de la ola de frío aparece el pico en las guardias y en las unidades coronarias por ataques o problemas cardíacos, que se asocian con que el cuerpo tiene que tener una respuesta fisiológica, sobre todo la presión arterial, que aumenta la carga a la que se ve expuesto el corazón“.
Ese mayor esfuerzo es el que termina desencadenando eventos o complicaciones cardiovasculares, resume Kotliar.
Los cuadros virales, que son más frecuentes en esta época, tampoco ayudan. Al contrario. Lo explica Fernando Botto, cardiólogo y consultor en Investigación Clínica del ICBA: “En invierno hay mucha más gripe y cuadros virales que pueden dar fiebre muy alta, y la temperatura elevada también supone más trabajo para el corazón. Además de que esos cuadros se asocian a cuadros inflamatorios que no les hacen bien a las arterias”.

Las bajas temperaturas también se vinculan con la concentración de humo dentro de los ambientes hogareños y con un aumento de la polución ambiental, que también incide en los problemas cardíacos, suman desde la SAC.
Quiénes tienen mayor riesgo y cómo cuidarse
De acuerdo al sistema de alerta temprana del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), la mayoría del país se ve afectado por temperaturas extremas que pueden ser peligrosas o muy peligrosas para la salud, especialmente para los grupos de riesgo, como niños y niñas, personas mayores de 65 años y/o con enfermedades crónicas, entre las que se cuentan las cardiovasculares.
A continuación, algunos consejos para reducir el riesgo.
Vacunación
Las personas con cardiopatías crónicas son más vulnerables a estas infecciones por virus respiratorios. La vacunación es la medida más efectiva para prevenir las complicaciones y reducir las hospitalizaciones. Los mayores de 65 años no necesitan receta para vacunarse en forma gratuita contra gripe y neumococo en centros de salud públicos de todo el país, mientras que las personas entre 2 y 64 años con indicación de vacunarse deben presentar orden médica en la que se detalle a qué grupo de riesgo pertenecen. A partir de los 50 años, también está indicado el refuerzo contra COVID. Y se encuentra disponible en el mercado privado (no en calendario) la vacuna contra el virus sincicial respiratorio (VSR).
Controlar la presión
Desde la FCA recuerdan que es importante controlar la presión arterial durante el invierno, respetar la dieta baja en sodio (si está indicado) y consultar con el médico “para que eventualmente ajuste la medicación en caso necesario”.
Ejercicio y abrigo
“Mantenete abrigado. Tratá de no percibir esa sensación fría tan extrema y de evitar los ejercicios extenuantes cuando todavía estás sintiendo frío, para evitarle una doble carga al corazón (la del ejercicio y la de tratar de mantener al cuerpo funcionando a temperatura adecuada)”, recomienda Kotliar.
Para correr durante el invierno, la SAC aconseja utilizar varias capas de vestimenta, mantener los pies y las manos calientes en todo momento y beber agua en forma frecuente.
Síntomas de hipotermia: señales de alerta
Además, aconsejan estar alerta a los síntomas de hipotermia, especialmente en los adultos mayores: falta de coordinación, confusión, reacciones lentas, temblores y sensación de adormecimiento.
No comer en exceso
En época invernal también se recomienda mantener una alimentación saludable, evitando la ingesta de comidas muy calóricas y grasas, y limitar el consumo de alcohol.
Calefacción y ventilación
Ventilar adecuadamente los ambientes, evitar la utilización de braseros en ambientes cerrados y la calefacción con el horno a gas para prevenir las intoxicaciones por monóxido de carbono.
Lavado de manos
Mantener hábitos de higiene, como lavarte las manos con agua y jabón, y taparte la boca y la nariz con un pañuelo de papel al estornudar o toser, para evitar el contagio de la gripe y otras enfermedades respiratorias.
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