La nueva tecnología puede ser genial, pero a veces hay algo especial en la forma en que hacíamos las cosas en el pasado. El impresor Jim Anderson así lo pensó. Trabajando como impresor en tampa Desde que tenía 14 años, Anderson conocía los entresijos del negocio, pero a medida que la impresión digital se puso de moda, las viejas formas, las viejas máquinas, lentamente fueron desvaneciéndose. En lugar de dejar que desaparecieran en la historia, Anderson decidió hacer algo. En 1995, abrió la Old Mill House Gallery & Printing Museum, un lugar para exhibir su colección de herramientas de impresión antiguas (todas en funcionamiento) y compartir la historia de la palabra impresa.

Hay bloques de tinta y prensas tipográficas de hierro. Hay una linotipia de 1886 y una prensa accionada con el pie llamada Heidelberg Press que se utilizaba para imprimir dinero. Cada máquina es un eslabón de una cadena histórica. Pero comprender que las máquinas existieron y experimentarlas en persona son dos cosas diferentes. Y Anderson lo entiende. Como escribió la historiadora Tammy Gordon en The Revista de historia americana, “Sentir y escuchar una gran prensa en funcionamiento es un evento único: el cuerpo siente el ritmo de la prensa a través del piso y escucha el ruido de las piezas mientras la máquina agita rápidamente el papel. En los recorridos, Anderson invita a los visitantes a ayudar en las operaciones”.

El museo no es solo una forma de que Anderson comparta su conocimiento sobre la imprenta, sino también una forma de compartir la profunda historia de la región. Como descendiente de los trabajadores que solían trabajar en los ingenios azucareros de la zona, preservar la historia negra de la región también es importante para él. Los trabajadores son “de mi linaje”, le dijo Anderson a Gordon. “Así que estoy en búsqueda. La historia me mantiene en búsqueda”.

Anderson también es el curador de la Old Mill Gallery, una muestra de artistas locales. También es músico de blues. Durante muchos años, el museo albergó un concierto anual de blues.

Y hay una joya escondida dentro de esta joya escondida. El Café Museo en el terreno ha sido nombrado uno de los favoritos de la región y presenta otra parte del patrimonio de la zona: la comida cubana.

El objetivo de Anderson siempre ha sido compartir sus historias, su herencia y las de la región con los visitantes, no sólo por amor a la historia, sino porque espera que anime a otros a profundizar en sus propias historias. Como le dijo a Gordon, señala Anderson, “todos los que vienen aquí se sientan en mi sueño. De lo que he pensado y cómo puedo hacer que las cosas transcurran y sucedan. [and] Al ver parte de mi sueño, tal vez puedan soñar y concebir algo que les haga decir eventualmente: “Eso es mío”. Ese es el camino que voy a seguir'”.





Fuente atlasobscura.com