Es una historia sobre un retrado y socialmente torpe treintaero que aporta humor a travs de la incomodidad Foto Ral Ferrari
Es una historia sobre un retraído y socialmente torpe treintañero que aporta humor a través de la incomodidad / Foto: Raúl Ferrari.

“Arturo a los 30”, la original comedia dirigida y protagonizada por Martín Shanly que se estrena este jueves en cines, sigue una serie de anécdotas hilvanadas mediante flashbacks atravesada por un retraído y socialmente torpe treintañero que aporta humor a través de la incomodidad, usando a su favor un acervo cómico heredado de lo mejor de Larry David y Louis C.K. mezclado con la propia impronta del autor y las experiencias bochornosas que busca exorcizar a partir de la dramatización de lo autorreferencial.

La hilarante comedia “coming of age” sigue a Arturo, un treintañero gay de clase media ciertamente vago, desocupado y con crisis existencial que asiste a la boda de una amiga. En el trayecto entre la iglesia y la fiesta se accidenta en un auto, a partir de lo cual una serie de recuerdos comienzan a desplegarse, reseñando eventos mundanos que logran una comicidad muy elaborada.

Luego de su estreno mundial en el 73er. Festival Internacional de Cine de Berlín y tras ganar el premio a la mejor dirección en la competencia argentina del último Bafici, el largometraje de 90 minutos se estrena en cines de Capital Federal, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, La Pampa, Jujuy, Río Negro y Santa Cruz.

La película puede tener un fuerte en lo generacional de los treintañeros nacidos a fines de los ochenta pero se configura como una historia de iniciación, involuntaria, según Shanly, que se destaca por mucho respecto de la gran mayoría de los filmes argentinos que se estrenan todas las semanas, en especial, por cada detalle contenido en su metraje y su esmero en todos los rubros, con grandes méritos en el montaje, el tono, las actuaciones y la narrativa visual.

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Shanly ganó el premio a la mejor dirección en la competencia argentina del último Bafici / Foto: Raúl Ferrari.

“No sé si es lo que quise hacer una ‘coming of age’ de treintañeros, pero es lo que soy; no me senté a escribirla con la intención de hacer un retrato generacional. Me da mucha intriga cómo va a ser recibida. Mi intención era darle especificidad a un personaje y hacer un estudio de personaje; no retratar nada. Y también creo, o confío, en que desde la particularidad se puede, a veces, marcar otra cosa y eso me gusta”, contó el cineasta en entrevista con Télam.

Después de su promisoria ópera prima, “Juana a los 12”, que debutó en el Bafici en 2014, el director de 35 años se abocó al guión de “Arturo a los 30”, que escribió con aportes de sus amigos Federico Lastra, que también es director de fotografía en el filme; Ana Godoy, además montajista de la película; y Victoria Marotta, que produce el proyecto junto a Shanly, entre otros.

Los estrenos de los dos filmes se espaciaron a partir del parate de la pandemia, que dejó en pausa al proyecto, y el director decidió incorporar la temática del coronavirus en varios aspectos de la historia, a pesar de que ya estaba estructurada de modo distinto desde años atrás: “Hubo mucha espera, buscar financiación fue muy difícil. La empezamos a filmar hace mucho tiempo y la pandemia fue un año y medio a la basura. O al menos de espera, porque después la incorporé a la película”, explicó.

Además de su propio talento y capacidad humorística como autor, Shanly estuvo evidentemente influido por consumos culturales adecuados en torno a la comedia de vanguardia que replica, con foco en las sitcoms que revolucionaron el género desde el cambio de siglo: “Curb Your Enthusiasm” de Larry David y “Louie” de Louis C.K, obras caracterizadas por generar comicidad a través de la incomodidad surgida de las interacciones sociales y lo mundano, encuadradas en el subgénero denominado “cringe”, al que también el inglés Ricky Gervais aportó muchísimo con todos sus proyectos.

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La película tiene grandes méritos en el montaje, el tono, las actuaciones y la narrativa visual / Foto: Raúl Ferrari.

“Hay mucha influencia televisiva, sobre todo porque el proyecto empezó siendo una serie. Hay algo de cierto tipo de comediante que hace como una especie de parodia de sí mismo. ‘Louie’, sobre todo, y Larry David también, ese tipo de cosas”, precisó el actor, consultado respecto de esos referentes y sus fuentes de humor.

Otra gran habilidad de Shanly es el manejo de los contrastes, ya que toca temas muy sensibles, tristes y desagradables en función de generar el máximo grado de incomodidad posible, con mucha muñeca para la hipérbole, para luego cortar rápidamente en el momento de mayor tensión y matizar todo con un par de chistes respecto de lo anterior con tono parco y tímido.

“Me interesaba esa idea de ir a ver algo que no te gusta mucho, y además había un drama latente en la película; quise relacionarlo con eso y preguntar qué se hace con ese dolor. Y me causaba mucha gracia para el personaje que haya alguien sacando provecho a una tragedia personal. También reírme un poco de mí, que es lo que estoy haciendo con esta película“, agregó.

Al mencionar otras de sus motivaciones, el realizador sostuvo: “No creo que ninguna de mis dos películas sea autobiográfica en el sentido de que no hay nada literal, salvo un par de detalles, pero sí busco hablar de las partes de uno que generan un poco de bochorno y vergüenza para sacarlas afuera: al poder mencionar al monstruo y abrazarlo, un poco desaparece. También es lindo que la gente quizá se reconoce en Arturo cuando pensaba que me pasaba a mí solo“.

“Busco hablar de las partes de uno que generan un poco de bochorno y vergüenza para sacarlas afuera: al poder mencionar al monstruo y abrazarlo, un poco desaparece”Martín Shanly

En cuanto a hacer cine como vehículo para moderar su timidez, Shanly dijo que es “torpe e incómodo” pero destacó que “no lo pensaba en esos términos para la película”, sino que simplemente buscó “que las situaciones sucedan” en el filme.

“También hay algo de la crisis existencial en la que está el personaje. Por qué elegí ser el protagónico me lo pregunté bastante durante el rodaje. Para alguien tímido es más terapéutico aún, para dejar la timidez un poco de lado. Extraño un poco esa sensación de haber hecho algo que te da mucho miedo. No volví a ver la película, ni siquiera en festivales. La última vez que la vi fue en una proyección para ver si el color estaba bien y eso fue todo. Nunca la vi con un público que no esté trabajando en la película. Pero en los festivales, cuando la gente sale y me saluda, es simpática. Así que supongo que algo estuvo bien. En el Bafici fui a dar una vuelta manzana mientras la pasaban y volví, porque como estoy en cámara es una tortura total”, concluyó.





Fuente Telam