Voluntad – 6 puntos
(Wil / Bélgica, 2023)
Dirección: Tim Mielants
Guion: Carl Joos y Tim Mielants, sobre la novela de Jeroen Olyslaegers
Duración: 110 minutos
Intérpretes: Stef Aerts, Matteo Simoni, Annelore Crollet, Jan Decleir, Gene Bervoets y Koen De Bouw.
Disponible en Netflix.
Hace poco más de un año, el mundillo audiovisual se sorprendía ante la notable performance de Sin novedad en el frente en la temporada de premios del invierno del hemisferio norte, con catorce nominaciones para los BAFTA del cine británico y nueve en los Oscar –incluyendo Mejor Película y Película Internacional, donde se impondría a Argentina, 1985– como los hitos más destacados. Si bien la muy prolija adaptación del libro de Erich Maria Remarque estaba lejos de ser una buena película, su camino alumbró un nicho que Netflix aprovechó durante 2023 y, más que probablemente, 2024. Se trata del conjunto de producciones europeas con tramas que despliegan sus hilos durante las Guerras Mundiales y retratan no tanto las batallas en sí como el día a día de quienes, ya sea en el frente como en la retaguardia, sienten en carne propia las miserias de la guerra.
Dirigida por Tim Mielants, Voluntad prioriza los dilemas éticos y morales de su protagonista antes que el despliegue visual de los tanques de Hollywood. Ese hombre se llama Wil (Stef Aerts) y es testigo de cómo, en 1942, la expansión por Europa como una mancha de petróleo en el océano llega hasta su ciudad, Amberes. Junto a Lode (Matteo Simoni) conforman una dupla de policías locales acostumbrados a lidiar con entuertos menores, que de buenas a primeras terminan al servicio de los militares de alto rango recién llegados prestando su fuerza para operativos destinados a limpiar la zona de judíos.
Pero algo sale mal, y Wil y Lode asesinan al superior alemán y esconden su cadáver con la esperanza de que nadie los haya visto. Y así parece, aunque la falta de certezas no hará más que aumentar sus dudas. Más aún luego de que ellos a) vean cómo los nazis asesinan a sangre fría a un grupo de comunistas sospechosos del crimen y b) regresen al lugar donde dejaron el cuerpo para descubrir que ya no está más. ¿Qué ocurrió? ¿Acaso está en manos de los alemanes y ellos tienen las horas contadas? Por si fuera poco, Lode es parte de la resistencia junto a su familia y teme que Wil no tenga la convicción suficiente para cargar el secreto, pero éste, para demostrarle que está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias, termina uniéndose a ellos en las reuniones que organizan en el primer piso de un almacén donde venden “escobas rojas”.
El bueno de Wil no tardará demasiado en echarle el ojo a la hermana de Lode, puntapié para una subtrama romántica que funciona sólo durante sus breves desvíos hacia la utilización de los juegos sexuales como elemento liberador. Por fuera de ello, la señorita vendría a encarnar algo así como una motivación sentimental para que Wil se involucre más en la causa, como si con el mero hecho de seguir el instinto de supervivencia no fuera suficiente. Y es que Voluntad –basada en la novela homónima del belga Jeroen Olyslaegers– encuentra sus mejores momentos cuando trabaja alrededor de las sensaciones al sentirse observado, la idea de que todos los ojos del enemigo saben quién es y qué hizo.
Cada copa compartida con un oficial alemán entraña la duda sobre si el motivo del brindis es una charla amena o un intento de hacerlo pisar el palito. Filmada mayormente en ambientes oscuros que le imprimen al film un aire ominoso acorde a la manera de ver y sentir de su protagonista, Voluntad es mucho menos una película bélica clásica que un thriller vaciado de toda esperanza –el desenlace está muy lejos del “final feliz”– cuyo motor es la paranoia ante aquello que, como un Gran Hermano, parecía verlo y oírlo todo.