El militante Julio López desapareció el 18 de septiembre de 2006 después de haber declarado en una causa de lesa humanidad que señalaba el ex comisario general y represor, Miguel Etchecolatz, mano derecha del general Ramón Camps, jefe de la Policía Bonaerense durante la dictadura y responsable de una enorme una red de centros clandestinos de detención y tortura donde había desaparecido miles de personas. Se trataba de su segunda desaparición. Ya había sido secuestrado por el Terrorismo de Estado el 27 de octubre de 1976 en los Hornos. El próximo viernes se cumple un nuevo aniversario de su primera desaparición. Agencia Paco Urondo entrevisto a Rubén, su hijo.
– Agencia Paco Urondo: ¿Cuál es el balance que puede realizar a diecisiete años de la segunda desaparición de su padre Julio López?
– Rubén López: Nos encontramos en un nuevo aniversario de la desaparición por segunda vez de mi padre. El balance siempre es el mismo, aunque parezca que somos repetitivos. No hubo ningún tipo de avance en la causa. Entiendo, tratando de ser bien pensante que es muy difícil encontrar una punta en la investigación. Es complejo ver por donde investigar. Más allá de Etchetcolaz y su entorno.
Aquel 26 de junio de 2006 donde mi padre declara y enumera día tras día quienes habían sido los torturadores, no solo hacia él sino hacia las demás personas que estaban cerca. Algunos de los culpables fueron juzgados y encarcelados. Es muy difícil encontrar una punta para poder iniciar una investigación. Desde una mirada un tanto negativa pienso que hay alguien que evita que se investigue. En ese caso sería una hipótesis totalmente negativa.
Obviamente, que a diecisiete años de la desaparición de mi padre estoy convencido que la justicia no es justa en absoluto. En ese balance el saldo es muy negativo.
– ¿Qué considera que sucedió realmente con su padre? ¿Hubo algún avance en la causa?
– Hoy, a tantos años ya creemos que eligieron al testigo más débil porque no era mediático y no hablaba en ningún lado. Fue a declarar y nada más que eso. Lo veía como un deber con la justicia y con sus compañeros de lucha. El juez Carlos Rozanski me dijo que al contrario, mi padre resulto ser el testigo más sólido. Fue el que brindo más datos, los más contundentes y precisos. Los genocidas entendieron que ese relato era el que más los comprometia.
El caso es muy particular el de mi padre por la precisión de sus declaraciones, con tanto detalle y justeza. Entendemos que eso lo comprometió debido a que perjudico mucho a los genocidas. Ante la ira y el temor de estos personajes pueden haber tomado algún tipo de represalia. En cuanto a la investigación de la causa se ha intentado buscar bastante, pero el resultado es nulo lamentablemente. Habría que plantearse si busco de la manera correcta, si los dejaron investigar y sí se encontró alguna pista cierta para avanzar.
-¿Qué opinión le merecen los dichos negacionistas de algunos candidatos a la presidencia de la Nación en los últimos meses?
– En cuento a los dichos negacionistas considero que no niegan lo que sucedió, sino que abiertamente apoyan la dictadura cívico militar. Le escuché decir a Milei en el cierre de su campaña hablar de que “estos 40 años estuvimos caminando en el desierto y ahora rumbo a la libertad”. Planteando en esos dichos que la democracia no sirvió de nada. Su candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel, viene de una familia de militares y abiertamente apoya a la dictadura. Visitaba a los genocidas y ejerció su defensa. Estos personajes no son negacionistas solamente. Son pro-dictadura. Ellos reivindican las torturas y la desaparición de personas. Lamentablemente en nuestro país no hay una ley contra el negacionismo ni la apología de la dictadura. Es peligroso que estas personas puedan ejercer el poder del Estado. Seguimos militando por los Derechos Humanos y para que personas como estas no tengan poder, sino sería muy peligroso.