Los trayectos de las grandes estrellas del espectáculo suelen representarse con curvas: el descubrimiento, el salto a la fama, el súmmum de gloria, la sensación de haberse instalado y la inevitable decadencia. Esa última fase es la más difícil de aceptar para quienes durante toda su vida padecieron la demanda de tener que estar siempre bellos y vigentes. Ese es el conflicto que atraviesa Ignacia, la diva de Antígona en el baño, obra escrita por Facundo Zilberberg y versionada por Verónica Llinás, quien además protagoniza junto a Esteban Lamothe y Héctor Díaz, y dirige con Laura Paredes. Puede verse los viernes y sábados a las 22 y los domingos a las 20.30 en el Teatro Astral (Av. Corrientes 1639).
En diálogo con Página/12, Llinás declara: “Siento que la obra me representa en un montón de cosas. Si bien no soy esa típica actriz de TV, este personaje no quiere aceptar el paso del tiempo y recurre a todos los artilugios para verse joven y estar vigente. Llama al director más prestigioso del momento pero después empieza a dudar de sí misma, de la obra, compite con su coprotagonista. Le pasan un montón de cosas que son humanas; la obra presenta un compendio de todas esas inseguridades que puede experimentar un actor”.
Esa dimensión está atravesada por las tragedias griegas más conocidas como Antígona o Edipo, pero el componente trágico convive con el humor que suele estar presente en los trabajos de Llinás. Ignacia está tensionada por ese dilema contemporáneo que opone el prestigio a la popularidad. “Ella es una diva que quiere hacer una tragedia para la cual le dijeron que está grande (Antígona) pero se encapricha y quiere hacerla igual. Es difícil contarla sin spoilear, pero hay otra tragedia (Edipo) que la atraviesa de un modo que no imaginó nunca a partir del trabajo con un coach ontológico interpretado por Héctor Díaz, que es muy divertido”, adelanta.
Llinás cuenta que el texto tenía bastante humor desde el inicio y, aunque estaba escrita para un ámbito afín al circuito independiente, le pareció que podía incluir a un público más amplio. “Cuando se la mostré a los productores, accedieron a hacerla y me emocionó mucho ese voto de confianza. Tenía la intuición de que la obra podía alojar varias capas: una con un humor más directo y otra dirigida a la gente que conoce las tragedias. La obra le habla a públicos diferentes pero van a poder disfrutarla por igual. Me aboqué a generar una serie de gags sin restarle lo que ya traía: profundidad y un atrevimiento para hablar de ciertos temas”, explica.
–Antígona en el baño se sumerge en el mundo de la actuación y la fama, pero también aborda ciertos tabúes y el vínculo de las mujeres con la profesión.
–Sí, creo que las mujeres siempre la tenemos más difícil con la edad. Cuesta mucho envejecer siendo actriz, tenemos que soportar vernos cuando hacemos cosas audiovisuales. Sentís que si no te ven joven, flaca y hegemónica no vas a protagonizar y vas a pasar a ser la tía, la madre, la abuela. Yo nunca tuve los roles de la “bella” o la “sex symbol” en las telenovelas, pero nadie quiere ver sus posibilidades reducidas. Hay una exigencia permanente de hegemonía y resulta difícil esquivar eso aceptando la decadencia. La tragedia que atraviesa Ignacia es no poder asumir quién es y el corolario de la obra tiene que ver con eso: ella quiere ser alguien que no es y la vida se lo cobra.
La directora subrayó en varias oportnidades lo importante que es asociarse a otrxs a la hora de crear: “En un momento intervino mi hermano porque es un capo en dramaturgia y guion (Mariano Llinás, miembro de la productora El Pampero y director de películas como Historias extraordinarias, La flor o Clorindo Testa). Y también Laura Paredes (integrante del grupo Piel de Lava). Ellos aportaron mucho y me guiaron; fueron fundamentales, sobre todo Laura. Mi hermano apareció en un momento, me detonó la cabeza y se fue (risas), pero pudimos absorber lo que propuso y volcarlo en la obra”.
Ese proceso que comenzó en la escritura luego se extendió a la escena junto a Lamothe y Díaz. “Por suerte tuvimos bastante tiempo de ensayo, así que pudimos probar todo eso con los actores. Hubo mucho aporte de su parte, fue un trabajo en equipo maravilloso y me siento bien de haber podido escuchar sin temor a perder el espacio, porque a veces aparecen esas inseguridades. Acá hubo una enorme generosidad de los actores y con Laura hubo una gran escucha para absorber comentarios que al principio te pueden incomodar pero que son necesarios para que la cosa vaya mejorando”.
-Hiciste gran variedad de cosas pero en esencia sos una actriz cómica. ¿Qué lugar tiene para vos el humor en una época con tanta demanda de corrección política?
–El humor políticamente correcto es un embole. Para mí el humor es la sal de la vida, no concibo la vida sin humor. Es así desde mi infancia gracias a mi padre. Esta frase me define mucho: “En mi familia lo último que se pierde es el humor; lo primero es la plata” (risas). Creo que es un gesto de inteligencia y permite distanciarse de lo emocional. Es un mecanismo muy necesario para entender la vida: no desmerezco lo sentimental pero creo que el humor lo complementa.
Llinás pasó por la escuela de Ángel Elizondo (alumno de Étienne Decroux), fue una de las fundadoras de Gambas al Ajillo con una intensa actividad en los ’80, participó en los programas de Antonio Gasalla y desde entonces alternó trabajos en cine (con títulos taquilleros como La odisea de los giles o películas de autor como La mujer de los perros), teatro y TV. “Esos saltos me dieron muchas enseñanzas, experiencia, enriquecimiento, pero fundamentalmente diversión. Ir a lo seguro sería como una cárcel. En algún momento hubo un enamoramiento con la tele y hace algunos años el teatro cobró una gran entidad. Me gusta trabajar con gente distinta y no pienso tanto en la meta sino en los procesos”.
Para Llinás esta obra es un verdadero desafío porque es la primera vez que se pone al frente de un proyecto de esta manera: “Más allá del resultado, creo que di un paso importante al arriesgarme a ocupar un rol central. Me sacó de cierta comodidad. Siento que soy capitán de un barco con un montón de gente y tengo la responsabilidad de llevarlos a buen puerto”.
La actriz suele estar muy activa en redes. En algún momento se viralizaron sus videos con sketches que satirizaban el malestar durante el macrismo y muchos se sintieron identificados. Cuando se le pregunta por sus impresiones post PASO, dice: “No me extrañó lo que pasó. Yo no tengo partidismos pero sí una mirada muy crítica. Lo que sucedió fue un castigo a toda la clase política, pero hay que castigar sin romperse la mano. Me parece que ahí hay un peligro y siento que es una buena oportunidad para que todos pensemos qué estamos haciendo mal, aunque el mayor cuestionamiento lo tiene que hacer la clase política. Tratando de ver la mitad del vaso lleno, esto puede ser un buen sacudón”.
* Antígona en el baño puede verse los viernes y sábados a las 22, y los domingos a las 20.30 en el Astral (Av. Corrientes 1639). Las entradas se adquieren por Plateanet.