El viernes, el mundo del espectáculo atravesó una nueva pérdida: el fallecimiento de la vedette y bailarina Vanessa Show, una de las primeras grandes artistas trans de nuestro país, que trabajó con las vedettes y capocómicos más importantes de la época. La industria del entretenimiento viene bastante golpeada últimamente. Murieron personas muy queridas en el medio, y es inevitable que con sus partidas unx haga un repaso de sus carreras. Y es que como decía el querido Enrique Pinti, pasan los años, quedan los artistas, radicales, peronistas, quedan los artistas… ¡Cuánta verdad en esas palabras! Los artistas, a lo largo de los años, directa o indirectamente, forman parte de la vida de las personas y dejan recuerdos que perduran para siempre. No importa si nos hicieron llorar o reír: si generaron alguna emoción, ese sentimiento va a estar siempre ahí.

Quizás muches desconozcan la extensa trayectoria de Vanessa Show. Ella hizo su transición en 1971 y se bautizó con ese alias porque decía que el nombre de una travesti debía tener purpurina. Vanessa fue una gran vedette y compartió escenario con Nélida Lobato, Nélida Roca, Susana Brunetti, Darío Vittori, entre otros. En el año 75, un mánager europeo fascinado con su trabajo la invitó a participar de una gira por Europa. Se presentó en el Carrousel de París y en el Madame Arthur. Ese tour la llevó por Italia, Suiza, Alemania Occidental y España.

No sé si estaban al tanto de su historia, pero probablemente la hayan visto en alguna ocasión participando en diferentes programas de televisión y la recuerden como a una mujer muy divertida e inteligente, que siempre regalaba títulos y frases que aún se repiten. Siempre pensé que las personas trans somos muy valientes y en varias ocasiones les comenté en esta columna de lo difícil que fue transitar el mundo del espectáculo en la década de los 90. Si hoy, con leyes que legitiman quienes somos, seguimos viendo todo tipo de violaciones y discriminación, ¡imaginen las cosas que debió tolerar Vanessa Show en búsqueda de su identidad durante los años 70!

Pocas cosas le gustaban más que las plumas y las piedras de strass. Ese era su gran tesoro. Nunca voy a olvidar la primera vez que hablamos. Fue por teléfono, estaba por estrenar una revista nueva con Gerardo Sofovich y necesitaba un abanico de plumas de avestruz color rosa con armazón de acrílico transparente y la única que podía tener algo así era ella, ya que traía ese tipo de cosas de París. La llamé y le dije: “¡Hola Vanessa! Soy Florencia De La V…” Se mantuvo en silencio por unos segundos y me respondió: «Era hora de que me llamaras». Entonces pude sentir de cerca el amor que ella tenía por sus accesorios, por su atuendo. Debo decir que cuidaba sus vestuarios como si fueran sus hijos, detrás de cada palmeta, gargantilla de strass o vestido de pallette, había una historia, una anécdota de teatro de revista, un recuerdo inolvidable y mucha nostalgia por esos años que la vieron brillar en un escenario. Fue en el único aspecto en que la noté vulnerable. Mientras escribo, me doy cuenta de que el día en que me enteré de su muerte, vinieron a mi mente esos recuerdos y pensé en sus plumas que habían quedado huérfanas de esas manos que las cuidaron tanto.

La vida de Vanessa Show fue de mucha soledad: tenía tres amigxs fieles que la acompañaron hasta su retiro final. Muchxs desconocíamos detalles de su intimidad y cuando la veíamos en un programa montadísima, exhibiendo tantos colores, solo observábamos la actitud. La gente no suele pensar en que detrás de una chica travesti o trans muchas veces hay un papá, una mamá, hermanos o una familia entera que no la acepta. El trasfondo de una imagen que transmite determinación y osadía, muchísimas veces es una historia de violencia y rechazos que no vemos.

Vanessa tenía una sobrina con la cual no se relacionaba. Ella dijo que no le interesaban ni su tía ni sus cosas. Aparecieron con su muerte otros familiares que solo pidieron fotos de los electrodomésticos. El lunes trascendió en la prensa que habían entrado a su casa y se habían llevado sus pertenencias, pero finalmente no era cierto. Sentí alivio al enterarme, hubiera sido triste que todos sus recuerdos terminasen en manos de personas que no valoran o no toman dimensión de lo importante que fue Vanessa Show no solo para el mundo del espectáculo, sino para nuestra sociedad.

Hoy esos tres amigxs, su familia de la vida, están a cargo de sus cosas y recuerdos.

Por suerte tambien están presentes también las chicas del Archivo de la Memoria Trans junto con María Belén Correa, que van a preservar sus fotos y objetos. María Belén agradeció que se hubiera salvado todo de la familia, porque a menudo material con mucho valor termina prendido fuego o en la basura. No es raro que se quiera borrar cualquier rastro de nuestra existencia y en el desprecio de su identidad se podrían haber tirado documentos que grafican logros y conquistas de una fabulosa travesti que supo abrirse camino en años oscuros del país.

Ningún programa de televisión cubrió su despedida: doce personas estuvieron allí con ella, lxs que la conocían como nadie y la lloraron como si fueran un millón. Se fue vestida de pallette verde y envuelta en plumas, como ella hubiera querido.

No podía ser de otra manera.

¡Buen viaje, fabulosa!



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