En uno de sus días más amargos en muchísimo tiempo, esta columna lamenta informar que el gobierno del Paraguay aprobó la injerencia de los Estados Unidos en el Tratado de la llamada “Hidrovía”, tal como lo informa hoy en su Facebook el Ing. Horacio Tettamenti, seguramente la mayor autoridad en materia de Derecho de navegación y miembro destacado de la Mesa Coordinadora por la Defensa de la Soberanía del Paraná y el Canal Magdalena.
Harto llamativo es constatar, tres días después, que no se conocen otras fuentes consultables al respecto, lo que delata, sin dudas, la gravedad de la decisión paraguaya, que además parece montada sobre una estrategia de sanciones apresuradas a la Argentina, como la amenaza de interrumpir en las próximas 48 horas la provisión de energía que abastece a buena parte del Nordeste argentino.
La decisión del gobierno del vecino país conmueve los cimientos de una relación secularmente cordial, pero que ahora va mucho más allá de meros chispazos, como son normales en toda relación diplomática. Corresponde entonces advertir –quizás “avivar” sería el vocablo más preciso– al gobierno nacional para que con toda urgencia evalúe apartarse de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), que en las presentes circunstancias está siendo muy dañosa para nuestro país.
Claro que es un hecho que el conflicto que se viene nació de cuestionables decisiones del gobierno argentino. “Hay que avivar al gobierno con urgencia; quedan pocas horas para que los extranjeros que hoy son dueños del río se lancen a la celebración final –lamentó Tettamenti, presa de un disgusto indisimulable y blandiendo el artículo 33 del Tratado de la Hidrovía, que es de 1993. Firmado por el entonces presidente Carlos Menem, en la jerga fluvial-marítima se lo llama “Tratado del huevo de la serpiente” porque por acto propio la República Argentina entregó el Paraná, que es una llave estratégica a la que se le cambió incluso el nombre para pasar a llamarlo “Hidrovía”. Y que es un absurdo porque tiene origen en un puerto brasileño y finaliza en un puerto uruguayo.
Así se entregó el Paraná, como si fuese un eslabón más, con lo que la navegación en un río territorialmente argentino dejó de ser propia para ser compartida con 5 naciones, e incluso una de ellas Uruguay, país que jamás tuvo nada que ver con el Paraná. Y así diplomáticamente pasamos de tener ´voto decisorio a un quinto de voto.
“Es inaudito todo esto, porque encima pasamos a ser el país amenazado –dijo a esta columna otro experto navegante del río, correntino con 35 años de experiencia–. Hay que denunciar de inmediato el Tratado de la Hidrovía, que hizo ya suficiente daño a la producción, el comercio exterior y la economía argentinas”.
Para mejor comprensión del problema que la unilateral decisión paraguaya produce, los expertos reflotan el Artículo 33 de dicho Tratado: “Cualquier país signatario del presente Acuerdo podrá denunciarlo transcurridos cuatro años de su entrada en vigor (…) Notificará su decisión con sesenta días de anticipación, depositando el instrumento respectivo en la Secretaría General de la ALADI, la cual informará de la denuncia a los demás países signatarios. Transcurridos 60 días de formalizada la denuncia, cesarán automáticamente para el país denunciante, los derechos y obligaciones contraídos en virtud del presente Acuerdo”.
“Está claro –afirma Tettamanti– que sólo a partir de esto se debe empezar a negociar en forma bilateral con Paraguay, como ya lo hicimos en 2014, cuando Timerman era nuestro Canciller”.
Claro que en las actuales circunstancias el conflicto amenaza ser mucho más grave –y la pérdida para la Argentina definitiva y absurda– porque el gobierno del Paraguay aprobó en estos días también unilateralmente la ingerencia del gobierno de los Estados Unidos en la “Hidrovía” tal como lo anticipó esta columna esta misma semana.
Para otros expertos navegantes, se trata de “una estupidez del gobierno” y otros despotrican contra la cancillería. “Los extranjeros que hoy son dueños del río han de estar chochos. A esto lo hizo Menem y lo dejaron pasar varios gobiernos, incluso nuestros, y ahora lo abrocha de salida el gobierno del FdeT. Es ridículo y se parece mucho a una traición a la Patria”.
Como sea, es urgente empezar a negociar en forma bilateral con Paraguay, y como muestra de buena voluntad algunos consultados proponen suspender el pago se peajes, que deberá ser correspondido con la cancelación paraguaya de toda represalia.
“No hay que discutir nada que diga el tratado”, es el consejo final consensuado. “Si hay una diferencia irreconciliable la Argentina debe irse del Tratado y en tal caso se acaba todo”, remata un abogado experto en el tema, que trabajó para multinacionales y ahora está retirado. Y además recordó: “Hay antecedentes favorables: cuando a Brasil no le convino este Tratado, lo denunció y se fue. Y no pasó nada”.
Todos los consultados coincidieron, así, en por lo menos tres puntos básicos: 1º) Hay que salirse del Tratado de la Hidrovía, que es lo más fácil porque todo consiste en enviar una nota que no requiere más que la firma del canciller. No hace falta ni ley ni decreto como expresión de voluntad, ya hubo ejemplos al respecto. 2º) Argentina debe suspender los peajes de inmediato como muestra de buena voluntad, para sosegar el enojo del Paraguay. Para ello bastará una llamada telefónica del Presidente Fernández al Presidente paraguayo, y en ella decirle que atento a los debates y peritajes es prudente que la Argentina suspenda la tarifa que es hoy razón del conflicto y que pone a 4 países en contra de la Argentina. 3º) Y en tercer lugar, proponer al gobierno paraguayo negociar una nueva relación de ríos interiores”. Y así se terminará el conflicto.
Claro que, si todo esto no se hace –dice Tettamanti, sombrío–,” perderemos definitivamente el Paraná. Seguir en el tratado, todo lo indica, sería un crimen de lesa traición. Y no habrá retorno”. @