La Cooperativa Cristal Avellaneda, el emprendimiento que nació tras el cierre de Cristalux, fabricante de la mítica marca de vajillas Durax, fue una de las más de 300 firmas distinguidas durante la 12° edición del Sello de Buen Diseño argentino (SBD), iniciativa de la Secretaria de Industria y Desarrollo Productivo que reconoce a aquellos proyectos que mediante procesos innovadores, lograron ampliar su productividad y abrir nuevos mercados internacionales.
Cristalux, que en 1999 cerró sus puertas, fue recuperada por sus trabajadores y hoy, 21 años después, recobró el brillo de sus mejores tiempos, con una planta de 300 operarios, exportaciones a Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia y que comienza a proyectarse hacia el mercado europeo.
“El caso de Cristalux es emblemático por muchas razones. Representa el impacto demoledor de las políticas desindustrializadoras de los años 90 que nos dejaron con miles de fábricas cerradas, representa también el ímpetu que se recuperó a partir de 2002 cuando el país apostó por políticas productivas y no por alquimias financieras, y ahora con este reconocimiento y el crecimiento exponencial que tuvo en estos últimos años, encarna lo que puede hacer una pyme argentina cuando cuenta con el apoyo de políticas concretas”, subrayó el secretario de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, en un comunicado.
El nacimiento de la cooperativa
Tras el cierre de Cristalux, la Cooperativa Cristal Avellaneda nació en 2002 sobre los restos de la vieja fábrica.
De a poco se fueron ampliando, primero con un pequeño horno donde elaboraban elementos de decoración, y luego con uno más grande donde ya podían fabricar platos y vasos.
El problema comenzó cuando empezaron a crecer, no sabían cómo manejar la gerencia y volvieron a quedar al borde del abismo.
En ese momento, convocaron a un gerenciamiento encabezado por Antonio Bucci y Cora Pena, quienes se encontraron con un aviso de corte de gas, un insumo fundamental para la fabricación del vidrio. Catorce años y mucho trabajo después, la cooperativa recuperó las marcas Durax-Cristalux, lidera hoy más del 55% del mercado de vajillas, pasó de 50 a 300 trabajadores, y opera con un horno de 90 toneladas y 4 líneas de fabricación lo que le permite tener una capacidad productiva de más de 250.000 unidades diarias y stock permanente en productos de línea.
“La nuestra es una historia de superación; estamos orgullosos de dónde salimos y hasta dónde llegamos. Nos llena de emoción y nos hace generar más compromiso y redoblar los esfuerzos para nunca bajar los brazos, aún en los momentos más adversos”, destacó Pena.
Actualmente, Durax-Cristalex exporta sus productos a Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia.
Además, a partir del reconocimiento otorgado por el SBD a sus platos de alta gama de la línea Firenze, Firenze-Malbec y Milano, la firma estuvo presente en la exposición Maison et Objet, en París.