Agrupados desde 2021 bajo la categoría de “posbióticos”, numerosos microorganismos inactivados reúnen cada vez más evidencia científica de beneficios en la salud al estimular una respuesta en el sistema inmune sin los riesgos que puede conllevar el “estar vivos”, lo que los convierte en candidatos ideales sobre todo para “poblaciones vulnerables como recién nacidos o inmunosuprimidos”, señala especialista.
El término posbiótico fue propuesto por la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP) en 2021; lo que se generó fue un consenso para llamar así a los microorganismos inactivados, que no es algo nuevo. Hace mucho que se utilizan los microorganismo muertos o inactivados pero en la ciencia habían sido denominados de manera diferente”, contó a Télam-Confiar el químico e investigador de Conicet Gabriel Vinderola.
Desde entonces, se pusieron en marcha numerosos estudios científicos, como se describe en dos artículos publicados en las revistas Frontiers in Pharmacology y Frontiers in Nutrition que tienen como primer autor a Vinderola, quien es investigador del Instituto de Lactología Industrial (INLAIN) de la Provincia de Santa Fe (de doble dependencia Conicet-Universidad Nacional del Litora) y el primer y único miembro hispanoparlante de la ISAPP.
El químico precisó que se denomina “posbiótico” a “una preparación de microorganismos inanimados y sus componentes celulares que ejercen un componente benéfico para el hospedador”.
“Por lo general se trata de bacterias o levaduras que se han inactivado, la mayoría de las veces a través de calor; su efectividad tiene que ver con que el sistema inmune también reconoce microorganismos muertos”, sostuvo.
Y añadió que “la diferencia entre posbióticos y probióticos es que los primeros están muertos y los segundos (que han tenido mucha difusión en este último tiempo) están vivos”.
Vinderola explicó que “no podemos decir que los posbióticos tengan tal o cual efecto beneficioso en general, sino que hay que ver de cuál estamos hablando”.
Y a modo de ejemplo detalló: “Hay un posbiótico formado por dos lactobacilos inactivados por calor que tiene mucha evidencia para el manejo de diarrea aguda y crónica en niños y adultos; es un producto que se comercializa en Centroamérica y en Argentina todavía no está”.
“Hay otro -continuó- que es un lisado celular de un lactobacilo ‘sakei’ que se usa como un estimulador de la mucosa del ojo para las personas que tienen ojo seco para lubricarlo; otro ejemplo es en dermatología, donde se está probando el uso de posbióticos en cremas para dermatitis atópicas e inflamaciones de la piel”.
Respecto a la composición, el investigador describió que “hay posbióticos en base a bacterias tradicionales como la ‘bifidobacteria lactis’ y a las que se denominan de la próxima generación como la ‘akkermansia muciniphila’, que recién se comenzó a utilizar para el síndrome metabólico, para personas que tienen diabetes, sobrepeso y obesidad que tienen problemas para controlar la glucosa en ayunas”.
Según describe un artículo de la Agencia CyTA-Leloir, mientras que los probióticos se encuentran solamente en suplementos (como pastillas) o en yogures, porque mueren frente a ciertos procesos necesarios para incorporarlos a otros alimentos, los posbióticos podrían aparecer en batidos de frutas o comidas que se calientan.
Además, para quienes no les gustan los alimentos fermentados, son una forma de incorporar microorganismos que, aunque están inactivados no son inactivos, ya que tienen actividad inmunológica.
“Tenemos que recuperar el consumo de microorganismos, porque nuestra alimentación y el medio que nos rodea se ha vuelto muy estéril y eso tiene un costo para el sistema inmunológico. El desarrollo de los posbióticos podría contribuir a resolver esta carencia”, enfatizó Vinderola.
El especialista observó que, a futuro, podría hacer una gran diferencia entre los posbióticos y prebióticos en relación a su regulación.
“A los probióticos se les ha costado regular como fármacos porque están vivos y por eso se comercializan como suplementos. Pero los posbióticos, al estar muertos, podrían tener un lugar para personas que están vulnerables como un bebé prematuro, una personas que se está haciendo rayos o que tiene la barrera epitelial comprometida, porque permiten estimular el sistema inmunológico pero sin poner el riesgo la integridad intestinal y que no haya translocación de un organismo vivo”, concluyó.