La artista española Aitana Ocaña reafirmó la noche del lunes el meteórico camino musical sostenido en su imantada presencia y llenó el estadio porteño Movistar Arena para su segunda y más importante presentación en Argentina trayendo, en este caso, el “Alpha Tour”, centrado en su electrónico tercer disco de estudio.
En el final del tramo latinoamericano de una gira a la que este año solamente le queda una velada montevideana prevista para el miércoles próximo, la vocalista, autora y actriz dio su única función en el país mostrando la personal versatilidad que impone a sus pasos musicales.
Del pop y la balada, los dos géneros desde donde se lanzó, al presente electrónico y atravesado por coreografías tan osadas como tumultuosas creadas por Adrián Manzano, Aitana se sostuvo en directo gracias a un carisma imbatible, el alcance de su voz y un repertorio de canciones digeribles y sencillas en las que ni sus historias de pasiones y desamores ni el marco sonoro impone grandes diferencias.
La velada comenzó puntualmente apenas pasadas las 21 y en 90 minutos logró recorrer el cancionero de la muchacha que nutrió tanto sus tres álbumes de estudio como los muchos sencillos
Con cuerpo de baile al frente con ocho integrantes (cuatro mujeres y cuatro varones) que adquirieron mayor protagonismo que los cuatro músicos de la banda (el baterista y el tecladista como staff estable y el guitarrista y el bajista solamente sumándose en los pasajes más cancioneros), la española entabló una fuerte conexión con el gentío mayoritamente femenino y juvenil que copó el estadio.
Salida de la edición de 2017 del reality televisivo-musical español “Operación Triunfo”, la intérprete y compositora, de 24 años, lleva apenas cinco temporadas de trayectoria pero acumula sucesos e impactos de alcance planetario.
En ese tránsito sumó nuevos hitos en su segunda recorrida por escenarios latinoamericanos (en el caso local pasó de llenar dos teatros Gran Rex en noviembre de 2022 a más que duplicar esa convocatoria en la cita en el barrio de Villa Crespo), pese a que entonces también cantó en Córdoba y la de Buenos Aires fue su única parada de este año.
La velada comenzó puntualmente apenas pasadas las 21 y en 90 minutos logró recorrer el cancionero de la muchacha que nutrió tanto sus tres álbumes de estudio como los muchos sencillos que jalonan un andar tan exitoso como sin aparente techo.
Como una ratificación de esa estela impactante, el “Alpha Tour” en cuestión añadió una visita en marzo venidero a la ciudad mexicana de Monterrey y tendrá el 28 de diciembre de 2024 una cita de alto vuelo en el Santiago Bernabeu de Madrid con localidades agotadas a pocos días de ponerse en venta.
Aitana tiene con qué afrontar ese desafío mayúsculo empezando por su capacidad de atracción y un desenvolvimiento escénico que sumó el baile sin menguarle volumen ni expresividad a su canto
Por lo visto en Buenos Aires Aitana tiene con qué afrontar ese desafío mayúsculo empezando por su capacidad de atracción y un desenvolvimiento escénico que sumó el baile sin menguarle volumen ni expresividad a su canto.
Con el foco en su figura –menuda, bella y cautivante- pasó sin necesidad de maquillajes ni cambio de registro o vestuario de los pasajes más performáticos que dominan “Alpha” a las canciones de pop romántico que fueron más coreadas y festejadas por la multitud.
Cinco de las seis piezas que abrieron la noche del lunes tuvieron que ver con la impronta de su más reciente álbum (“Los ángeles”, “Dos extraños”, “Darari”, “Aqyne” y “En el coche”), con el pulso machante y el protagonismo del staff danzante y más que sugerente que combinó destrezas rítmicas con caricias, besos e insinuaciones pélvicas entre sus integrantes y también con Aitana.
El apogeo más explícito de ese tipo de lances se apreció justo a la mitad del concierto al momento de la puesta en vivo de “Miamor” (tema donde la reiteración de la frase “encima de mí, encima de mí” encadena una serie de explícitas situaciones ardientes) en el que Aitana asumió desde el piso del escenario varias poses que remitieron a actos sexuales.
“Buenas noches Buenos Aires. ¿Cómo están los campeones del mundo? Saludó a un año de la consagración futbolera en Qatar recibiendo una ovación de parte de espectadores que –en un altísimo porcentaje- lució casacas albicelestes.
En esa misma veta, más adelante no se privó de calificar al argentino como “el mejor público con el que me he encontrado” ni de ponderar manjares de nuestra gastronomía al citar “las milanesas, los alfajores y el dulce de leche”.
“Este es un show para bailar, llorar también un poquito y sobre todo es un show para disfrutar”, anunció en otro pasaje de la noche donde hizo gala de su locuacidad porque, explicó luego en sendas alocuciones, “yo hablo mucho” y “yo lloro mucho”.
Ese disfrute se dio, sobre todo, con piezas de cuño pop-rock y sostenida por un cuarteto clásico tales los casos de “Igual”, “No te has ido”, “Tu foto del DNI” (tras el cual atronó el griterío de “Aitana, Aitana”), “24 rosas” o las baladas “Con la miel en los labios” (junto a la venezolana Joaquina, única invitada al encuentro) y “Vas a quedarte” (para la que se calzó una remera de la Selección con el 10 y su nombre en la espalda), donde el canto compartido sumó calor y color al espectáculo.
Otros tramos salientes de la propuesta ocurrieron al momento de piano y voz para “The killers” cuando las fans sacaron a relucir carteles impresos con la frase “Aitana mil recuerdos nos perseguirán” y cerca del final con “Las Babys” (canción que incluye parte de la noventosa y bailable “Saturday Night”, de Whigfield) para la que hizo subir a una veintena de asistentes al tablado a compartir unos pasos.
“No hago bises porque prefiero ser sincera y no salir y entrar”, dijo afirmándose en otra decisión escénica antes del cierre definitivo con “Formentera” que selló otra convincente actuación de una Aitana que aún en período de prueba y variedad en torno a su discurso artístico continúa creciendo en impacto.