-Alerta de spoiler: este artículo es para aquellos que ya vieron la película y no pueden dejar de hablar de ella y para aquellos que no temen los spoilers –
del thriller El mundo detrás de tibasado en el libro homónimo de Rumaan Alam, que terminó en 2020 en lo más alto de las listas de libros más vendidos de todos los principales periódicos estadounidenses (desde New York Times Alabama Tiempopasando por el El Correo de Washington y el Neoyorquino), Se habló desde el principio, apenas se supo que los protagonistas serían los oscarizados Julia Roberts y Mahershala Ali junto a Ethan Hawke y un “pasante” Kevin Bacon (listo para quedar grabado en el recuerdo). No sólo eso: su dirección, con un altísimo índice de atmósferas suspendidas repentinamente rotas por acontecimientos tan inverosímiles como misteriosos, si no rodeadas de un aura mística, fue entonces el padre de series de culto como señor robot mi regreso a casa (Sam Esmail). La sorpresa, sin embargo, llegó después de que la película fuera puesta en línea en Netflix, cuando el boca a boca entre los espectadores generó curiosidad sobre las diferencias entre el libro y la película, en su mayoría mensurables en escenas, por decir lo mínimo, visionarias, que en conjunto recordaban el cine de Hitchcock y M. Night Shyamalan y, sin embargo, tenían algo absolutamente nuevo. Tres en particular, de los que, 4 días después del lanzamiento, no podemos dejar de hablar. Es un petrolero que ineluctable y silenciosamente arrasa una playa abarrotada como si se hubiera escapado de una película de Fellini, una avalancha loca de Teslas blancos llegando a máxima velocidad desde quién sabe dónde alinearse todos, chocando entre sí, en una carretera. perdido en medio de la nada y una multitud de ciervos que huyen despavoridos de una aterrorizada Julia Roberts (la sonrisa más brillante de Hollywood). Tres visiones que junto a imágenes con regusto a Perdido y un baile de borrachos, que reconciliaría a cualquiera con el mundo, marcaron momentos inolvidables en una experiencia visual de más de 2 horas de duración. Sin embargo, ninguna es igual a la escena final, centrada en el intérprete más joven de este cuento distópico en el que poco a poco descubrimos que Estados Unidos parece destinado a colapsar bajo un ataque de piratas informáticos que desmorona poco a poco las principales vías de comunicación, crea información errónea a través de folletos repartidos por aviones ( como en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial) y termina lanzando bombas reales, que no perdonarán ni siquiera a los mejores supervivientes, a menos que estén equipados con un búnker antiatómico totalmente equipado. La peculiaridad del final de esta película radica tanto en la situación como en la música que la acompaña. La historia, de hecho, gira principalmente en torno a dos familias: la primera huésped de una villa no lejos de Nueva York para una escapada de fin de semana largo y la segunda formada por los propietarios de esa tranquila y lujosa villa, que regresaron de la Gran Manzana tan pronto como ya que entendieron que habría una emergencia. Se trata de dos padres con hijos adolescentes y un padre con su hija en edad de asistir a la escuela secundaria. Hay poco sentimiento entre las dos partes. De hecho, hay mucha desconfianza, dada la ocasión inusual y confusa en la que se encuentran. Pero mientras los adultos y los casi adultos se observan un poco, se temen, se aburren y se burlan unos de otros, la más joven de la extraña compañía sólo tiene un pensamiento obsesivo: había planeado las vacaciones en un maratón de última temporada de Amigos, del cual es una gran admiradora, pero se quedó esperando el final cuando la conectividad desapareció por el momento. A medida que pasan las horas y los días y la situación empeora, su único pensamiento es cómo salir del fotograma ahora congelado que anuncia el título del gran final de su serie de culto. Sorda a cualquier señal de advertencia de sus padres y compañeros de aventuras ocasionales, finalmente decide partir sola y desafiar lo desconocido para poner fin a su maratón televisivo, al que atribuye ser capaz de “hacerla sentir feliz” cuando todo a su alrededor. ella parece haberse vuelto loca. Y mientras el mundo comienza a caer, la vemos inconsciente y sonriendo frente a una gran pantalla recuperada de forma inesperada con la posibilidad de darle al play en un viejo DVD y seguir… el alegre tema musical de Amigos en su último y definitivo episodio. Nunca la pérdida de la brújula y la pérdida de la inocencia (de la humanidad incapaz de ver y sentir su propio declive) han sonado tan ansiosas. En definitiva, si existe un lugar donde nadie imaginó que podían escuchar ahí estaré para ti de The Rembrandts, fue verdaderamente una película distópica. Y el efecto es tan incomparable como inolvidable.
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