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Foto: prensa

A seis años de un anodino paso en el marco de Lollapalooza Argentina 2017; The Weeknd se tomó revancha ante un colmado Estadio River Plate, que fue testigo de un espectacular show, tanto en lo referente al despliegue escénico como en el plano musical.

En el primero de los dos conciertos de la gira “After Hours Til Dawn” que forman parte de su escala por la Argentina, el artista canadiense montó en la noche del miércoles un soberbio espectáculo en el que pudo apreciarse su descomunal talento interpretativo y performático, rodeado además de un impactante marco en donde la habitual parafernalia desplegada en shows internacionales se puso, en este caso, al servicio de una propuesta conceptual.

De la mano de su disco “Starboy”, de 2016, The Weeknd había tenía un frío debut cuando pisó suelo local por primera vez y, frente a unas monumentales gráficas, se movió en un escenario despojado de músicos y escenografía para manifestarse como un aceptable exponente del hip-hop.

Claro que desde entonces lanzó “After Hours”, en 2020, y “Dawn FM”, en 2022, dos discos que lo consolidaron como una gran estrella a escala mundial, dueño de una importante cantidad de hits.

Con ese par de anchos bajo la manga, además del anuncio previo de que se trataría de su despedida bajo ese seudónimo para encarar una nueva etapa en su carrera desde su nombre real, Abel Tesfaye, el canadiense aprovechó para que esta segunda chance resultara inolvidable para los fans argentinos, a partir del montaje de un espectáculo que quedará por mucho tiempo en la retina de quienes asistieron.

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Inspirado en la estética del célebre filme clave del expresionismo alemán “Metrópolis”, de Fritz Lang, se construyó una retrofuturista ciudad en el escenario; una pasarela que conducía al centro del campo de juego en donde se erigía una gigantesca efigie con aspecto de humanoide, y unos metros más avanzando sobre el terrero pendía una enorme esfera que representaba a la luna.

Todo ello se complementó con un impactante despliegue lumínico que se disparaba tanto desde el escenario como desde la silueta humana y se proyectaba también a la luna; que a la vez se replicaba en la pulsera que recibió cada espectador al ingresar al estadio; como también con llamaradas de fuego en el espacio principal y a lo largo de la pasarela.

En ese marco, The Weeknd se presentó como una especie de cyborg, vestido con un enterito con camuflaje militar y un casco lumínico, escoltado por un cuerpo de bailarinas ataviadas en una suerte de burka pero de color pastel, transitando por un futuro distópico.

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Por su parte, entre la ciudad construida en el escenario se ubicaban los tres músicos encargados de la totalidad de las partes musicales que sonaron en el concierto, a saber, un baterista, un tecladista y un guitarrista. El propio protagonista de la noche abordó un teclado adicional en algunos pasajes puntuales.

La mitad del show, que en su totalidad se extendió por un poco más de dos horas y contó con un repertorio de 40 canciones, transcurrió en medio de esta puesta conceptual, con The Weeknd en un posible rol de jefe de una resistencia en una ciudad apocalíptica, y las bailarinas, con movimientos artísticos más ligados a la expresión corporal que a lo acrobático, desplazándose por la pasarela, copando el escenario y rodeando en plan de custodia a la efigie gigante.

En ese tramo del concierto, el canadiense se movió musicalmente por el hip-hop y una gama de estilos dentro de la gran familia de los llamados ritmos urbanos, aunque se colaron algunas gemas pop, como el caso de “Can´t Feel My Face”, que sirvieron para descontracturar.

Allí también aparecieron algunos grandes éxitos como “Starboy”, “Party Monster”, “Pray For Me” o “Crew Love”, por citar apenas algunos; y precisos pasajes claves en la narración escénica con “Hurricane” y “The Hills” cuando la ciudad ficticia se prendió fuego.

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Hacia la mitad del show, luego de “Circus Maximus”, finalmente The Weeknd se quitó el casco y dejó por primera vez su cara al descubierto bajo una larga ovación. Fue también un momento de quiebre musical, en donde la idea de recital se impuso por sobre el concepto propuesto en la primera parte.

Entonces, el canadiense se movió por otros estilos musicales con predominio del pop, pero abordado desde una sólida base de R&B, música disco y algún retazo devocional y soul; lo que permitió comprobar que se trata de un notable cantante, con un importante y amplio registro vocal.

También fue en ese pasaje en donde la banda, camuflada hasta ahí en la gran puesta, pasó a un primer plano y sobresalieron los tratamientos sonoros realizados por un excelso guitarrista, el arsenal de teclados y el potente pulso de la batería.

“Faith”, “After Hours”, “Earned It” e “In the Night” levantaron al público aún más de lo que había ocurrido en el primer tramo, pero fue con los grandes momentos ofrecidos con “Out of Time” y “I Feel It Coming” que llegó una larga y ruidosa ovación.

The Weeknd, que había bajado hacia los vallados para compartir estas dos interpretaciones cara a cara con los fans, se tomó una pausa de varios segundos para disfrutar del largo vitoreo.

“Los extrañé y creo que ustedes también a mí”, dijo antes de encarar “Die for You” y asegurar, en un juego de palabras que sirvió para anunciarla, que “moriría por la Argentina”.

Ya en medio de un éxtasis generalizado, el ambiente se tornó fundamentalmente bailable cuando llegó el turno de “This Morning”, “Save Your Tears”, “Less Than Zero” y, obviamente, el tándem “Blinding Lights” y “Tears in the Rain”.

Para el cierre, luego de pasar casi toda la segunda parte del concierto yendo y viniendo por la pasarela, por primera vez, el canadiense se ubicó en la cima de una de las estructuras edilicias montadas en el escenario. Desde allí comandó el baile final con “Creepin´”, “Popular”, “In Your Eyes” y “Moth to a Flame”.

The Weeknd repetirá este jueves a la noche en River y se despedirá así no solo de la Argentina, sino también del nombre con el que ganó popularidad. En lo que respecta a la escena local, puede quedarse tranquilo de haber dejado ese mote en un lugar muy alto, como para que Abel Tesfaye continúe el legado.





Fuente Telam