Que no se sienta como el tantra. Ese fue el objetivo que se propusieron los implicados en la última temporada de Sex Education (Netflix). Y hacerlo con ocho episodios desvergonzados, juguetones, creíbles y emotivos como el resto de esta ficción aparecida en el streaming hace cuatro años. Imposible alargar la cópula narrativa cuando, se sabe y se siente, que se viene el final. Paradójicamente para Otis (Asa Butterfield), y el resto de la banda, este arco implica un reinicio escolar tras el cierre de Moordale. La nueva casa de estudios será progre y tolerante, “queer… muy queer”, asegura un entusiasmadísimo Eric (Ncuti Gatwa).

Pero la coyuntura viene con algunos conflictos para el protagonista que tiene que hacer frente a la aparición de otra kamasutra andante en el campus y a la ausencia de Maeve (Emma Mackey) del otro lado del Atlántico. A eso hay que sumarle a su mamá (Gillian Anderson) en pleno puerperio, amigos calenturrientos y emocionados por el fin de la secundaria. “Aunque el programa se llame así para mí siempre fue sobre amor y relación, sobre todo lo que hay por debajo de la amistad y la comunidad”, dijo Laurie Lunn, la creadora de la ficción. Están avisados. El final se reserva sus buenas lágrimas de sal y otros líquidos viscosos. 



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