La Iglesia Católica de América Latina y el Caribe decidió constituir una Red Eclesial de Justicia y Paz en la “patria grande”, tal como la denominan sus protagonistas, provenientes de 16 países de la región. El obispo argentino Jorge Lugones, titular de la diócesis de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, será el asesor de la red, contenida en el espacio del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño). La iniciativa tuvo su primera reunión presencial en días pasados en Bogotá (Colombia). Participaron representantes de todos los países involucrados, “para trazar caminos de trabajo cooperativo de hombres y mujeres de fe, llamados a plantar cara frente a las injusticias”.

Delegados de Argentina, Perú, Bolivia, Chile, Ecuador, Panamá, México, Paraguay, Haití, Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Uruguay dialogaron inspirados en su experiencia religiosa y “en reconocernos como hermanos de una misma patria que es América Latina y el Caribe”.

La iniciativa que ahora se concreta tiene un antecedente surgido durante la pandemia, oportunidad en la que las comisiones episcopales de justicia y paz de Argentina, Chile y Brasil decidieron “promover estos valores en un momento de mucha incertidumbre y miedo”, según lo afirmó la representante chilena Carmen Donoso. Entre otros propósitos se busca generar conciencia en “los habitantes de esta patria grande” de la importancia de defender los valores democráticos, ejercer sus derechos y cumplir sus deberes.

La misma vocera, parte del equipo organizador del encuentro celebrado en la capital colombiana, dijo que La Red tiene también “desafíos tecnológicos”, que deben ser asumidos para mejorar la interacción como también “formalizar la estructura de nuestra propia red y articularnos con otras de América Latina y el Caribe y avanzar en la formación de la Red de Redes de Justicia y Paz mundial”.

En la agenda de esta propuesta integradora de las comisiones de justicia y paz de los países de la región está avanzar en cuestiones tales como la crisis climática, las diferentes formas de injusticia, la guerra y la pandemia hasta la revolución tecnológica de las comunicaciones, temas que también presentan desafíos al catolicismo según la visión de los participantes del encuentro bogotano.

“Esta dialéctica nos conduce a escuchar diferentes clamores. Es tiempo de buscar a Dios, que ya está obrando en nuestras realidades. Al discernir los caminos para la esperanza, pedimos la gracia: ‘Señor, ayúdanos a avanzar, muéstranos el camino’ para que podamos seguirte”, subrayó Donoso.

Por su parte, Daniel Seidel, de la Comisión Episcopal de Justicia y Paz de Brasil, señaló que uno de los principales desafíos que tienen como red es “la desigualdad en la región así como la fragilidad de la democracia” y adelantó que un propósito debe ser “animar a los jóvenes en la lucha por la justicia y la paz a partir de una actitud de escucha, apoyando la perspectiva de Francisco. Por eso, dijo, “nosotros como cristianos, laicos, junto con los jóvenes y las mujeres queremos participar activamente en la construcción de una nueva sociedad”. Y agregó que América Latina “aún sigue siendo el continente de la esperanza. En Brasil, pasamos por tiempos muy tenebrosos, pero la organización del pueblo, la presencia de la fe cristiana haciendo la cimentación de la unidad del pueblo logró victorias importantes”, insistió.

Según Humberto Podetti, laico y abogado, coordinador de la Comisión Episcopal de Justicia y Paz de Argentina, hay que entender la democracia como un ejercicio de poder ciudadano “protagónico” frente a las amenazas que “pretenden alejarla definitivamente de ser un sistema basado en que sea el pueblo quien gobierne”. “Suele ocurrir –siguió diciendo- que la gente elige a sus representantes y estos olvidan su deber, traicionan a la gente que los eligió”. Y recordó que cuando desde la Iglesia se izaron las banderas de la justicia frente a cualquier pretensión totalitarista sea de derecha o izquierda, “se ha convertido en garante ante las situaciones de opresión”.

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Fuente-Página/12