El arquero Augusto Batalla, con un nuevo desempeño superlativo, le permitió a San Lorenzo llevarse un punto de su visita a Tigre tras igualar sin goles en un atractivo encuentro disputado este domingo por la noche en Victoria.
El 0 a 0 fue nada menos que el cuarto empate seguido de San Lorenzo y quinto en lo que va de la Copa de la Liga, con lo que la cosa ya empieza a preocupar por Boedo teniendo en cuenta que los perseguidores se le acercan cada vez más en la tabla anual: por ahora está tercero, en puesto de Libertadores.
“Melena” Insúa hizo alarde de sus dotes de administrador de escasos recursos desde que llegó a un San Lorenzo envuelto en una decadencia económica y crisis institucional que se revelan a flor de piel durante los mercados de pases. La marca del DT es de 30 triunfos, 31 empates y apenas 12 derrotas desde su llegada, un récord notable -teniendo en cuenta el contexto- y quizá sólo superado en asombro por lo de Don Augusto, el arquero por el que apostó y quien terminó sacándole el puesto a un ídolo como Sebastián Torrico.
Batalla, cuyo pase pertenece a River, sumó ante Tigre su valla invicta número 37 en 60 partidos con el Ciclón. Una animalada por parte de quien recibió 32 goles desde que se quedó con el arco azulgrana.
Este domingo fue, una vez más, la gran figura del equipo para resistir los embates de los dirigidos por Lucas Pusineri, que llegaron a su tercer partido seguido sin ganar y sin convertir, poniendo la atención cada vez más en la tabla anual (39 puntos, a cinco de Colón, por ahora descendiendo).
San Lorenzo la pasó realmente mal durante la primera etapa, no logró hacer pie en el juego, el tridente ofensivo no le dio resultados a Insúa y la defensa tampoco brindó la seguridad que sí tuvo en encuentros pasados. El que sí dio garantías de confianza fue Batalla -atajó en Tigre en 2018-, quien expuso la falta de gol del Matador al intervenir en seis ocasiones claras para salvar a su equipo y bajarle el telón al primer acto sin emociones.
Tras lo visto en los primeros 45, Insúa no tuvo más que echar mano al banco y metió tres cambios desde el vestuario. Y si bien logró amortiguar la supremacía local, no logró ser protagonista y mucho menos ser peligroso en la ofensiva. Así, el 0 a 0 fue inevitable.