“Ahora más que nunca, nunca más“, fue la consigna que los y las legisladoras de la oposición porteña eligieron este jueves para colgar ante sus bancas en rechazo al acto negacionista del terrorismo de estado que la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza (LLA), Victoria Villarruel, realizó el lunes en la Legislatura. Tras casi tres meses de inactividad, el recinto volvió a sesionar y la jornada estuvo atravesada por la discusión en torno al denominado “homenaje a las víctimas del terrorismo“. El Frente de Todos (FdT), la izquierda, la UCR y la Coalición Cívica (CC) presentaron mociones para repudiar las posturas de Villarruel, mientras que desde el PRO intentaron justificar la autorización de la Legislatura para el acto: “No podemos llegar al límite de impedir la organización de un evento“, aseguraron.
La primera en pedir una cuestión de privilegio fue la diputada del Frente de Izquierda, Alejandrina Barry. La legisladora tenía frente a ella la foto de sus padres desaparecidos y, al iniciar su discurso, dejó en claro que hablaba en su “doble carácter de legisladora y de hija de desaparecidos”. Lejos de ser un homenaje fue una reivindicación de la dictadura militar genocida“, calificó entonces al acto del lunes para luego reclamar que “si quieren hablar realmente de la verdad, que le pregunten a sus amigos genocidas dónde están los cuerpos de nuestros familiares. Yo no sé todavía qué pasó con mis padres porque cuando los mataron la única testigo era yo, con menos de tres años”.
Tras su discurso, la legisladora pidió votar su moción para pasar a discutir un repudio al acto de Villarruel. Como era de esperar, los y las legisladoras de LLA no acompañaron el pedido, pero tampoco lo hicieron los y las del PRO. Para quedar habilitadas, las cuestiones de privilegio requieren los votos de dos tercios del recinto, por lo que ni el pedido de Barry ni el de los otros bloques tuvieron éxito.
Javier Andrade fue el encargado de sentar la posición del FdT sobre el tema. Fue claro al cerrar su discurso: “Son treinta mil y hay un sólo demonio: los genocidas“, dijo. Antes mostró la tapa de Página/12 de febrero de 2012 con el textual de Jorge Rafael Videla: “Nuestros peores años llegaron con los Kirchner”. Andrade también hizo referencia a la presencia del ex mayor Marcelo Llandías en el acto, “acusado por más de 200 soldados de Malvinas por torturas“, y recordó el accionar de los familiares de la diputada Villarruel: “Su tío no es inocente, por insania no fue juzgado correctamente pero están altamente probadas las torturas que realizó en el Vesubio“, advirtió.
“Tenemos que escuchar los discursos de odio de una hija ideológica de los genocidas, de los asesinos, de los torturadores, que agrede a una personalidad reconocida internacionalmente como Estela de Carlotto”, añadió por su parte el legislador Claudio Morresi, sobre los ataques de la diputada que calificó de “siniestra” a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Gabriel Solano, del FIT, hizo hincapié en este sentido en los oscuros contactos con genocidas de la candidata a vicepresidenta de Javier Milei: “Villarruel, decí si fuiste a visitar a Videla y por qué figurás en los cuadernos de Etchecolatz“, reclamó.
En el recinto estaba presente Lucía Montenegro, la encargada de organizar oficialmente el acto en su carácter de legisladora porteña por la LLA. Al tomar la palabra, enarboló un curioso relato: “Soy hija de padre y madre guerreros de arte marcial, fui educada y formada en el código de honor del samurái. En ese contexto, aprendí a respetar al adversario”, comenzó para luego asegurar que, por eso, cree que “la democracia impone respeto y honradez“. Montenegro dijo estar “orgullosa” del acto y acusó a los demás legisladores y legisladoras de “negacionistas” por “invisibilizar la muerte de civiles inocentes”. “Me supera tanta irracionalidad”, cerró.
Por el lado del PRO, el jefe de la bancada, Diego de García Vilas, intentó explicar por qué se autorizó la actividad: “Una diputada que tiene la misma legitimidad que cualquiera de nosotros pidió un salón y de la nota ingresada surgía una posición que no tenía que ver con la reivindicación de la dictadura“, sostuvo y agregó que “podemos tener un debate intenso pero no podemos llegar al límite de impedir la organización de un evento“. “Estamos discutiendo el pasado constantemente cuando tenemos un presente doloroso”, se lamentó.
Dentro del interbloque oficialista, en cambio, sí hubo fuerzas que repudiaron las posturas de Villarruel. El legislador Martín Ocampo, de la UCR, que también exhibía el cartel del “nunca más”, advirtió que “eso fue un acuerdo político durante 40 años y ellos quieren ponerlo en duda“. Desde la CC, Hernán Reyes dijo por su parte que “el lugar del debate tiene que ser la reivindicación completa y sin eufemismos de que lo que se vivió en argentina fue genocidio, terrorismo de estado y que esos delitos son de lesa humanidad.