Desde Londres

La posición proisraelí del laborista Keir Starmer está generando una rebelión interna en su partido y una amenaza a su liderazgo mucho más seria que la del incompetente primer ministro conservador Rishi Sunak. En un polémico discurso en el think tank Chatham House, Starmer se opuso a un cese el fuego para parar la masacre de palestinos. “Si bien comprendo que se desee un cese el fuego, en este momento pienso que no es la posición correcta. Hamas se vería envalentonado y comenzará a prepararse para futuros hechos de violencia”, dijo.

A la salida de su discurso manifestantes lo abuchearon con gritos de “shame on you” (deberías tener vergüenza) y “cease fire now”. El escenario de su discurso tampoco ayudó a su mensaje. El prestigioso Chatham House, fundado en 1920 a la luz de la conferencia de paz por la primera guerra mundial, está financiado por la Cancillería británica, el Departamento de Estado de Estados Unidos, Lockheed Martin, clave del complejo armamentísticos norteamericano, la OTAN, y la embajada israelí.

En su discurso Starmer se negó a calificar la política militar israelí como crimen de guerra justo el día en que el gobierno de Bibi Netanyahu bombardeó Jabalia, el mayor de los ocho campos de refugiados en la Franja de Gaza, causando la muerte de 145 civiles. El ejército israelí justificó la masacre diciendo que estaban buscando a un comandante de Hamas: los 145 eran daño colateral. El hecho causó un amplio repudio en la sociedad británica que apoya mayoritariamente (76% según las encuestas) un cese el fuego.

Starmer en la picota

La posición de Starmer no es una novedad. Hace dos semanas el líder laborista justificó que Israel cortara el suministro de agua y electricidad de Gaza. Ante el revuelo que produjo en su partido con varios concejales formando monobloques independientes en municipalidades claves para las elecciones del año próximo, el Partido Laborista salió a “aclarar” las palabras de Starmer. El confuso desmentido por el que Starmer no había querido decir lo que había dicho no conformó a nadie: sus declaraciones a una radio populista conservadora estaban al alcance de cualquiera.

Unos 60 diputados, entre ellos 15 “frontbenchers” (que se sientan en la primera bancada del parlamento porque son portavoces del partido en políticas específica del gobierno), apoyaron el cese el fuego. El líder del partido Laborista en Escocia Anas Sarwar y el intendente de Londres Sadiq Khan también se manifestaron a favor.

Hay casi dos millones de musulmanes en el Reino Unido que históricamente han votado al laborismo. La posición de Starmer ha producido un fuerte revuelo en la comunidad , clave en muchas grandes ciudades como Birmingham o Bradford con protestas y amenazas de retirarle el voto al laborismo en las próximas elecciones.

Starmer tiene más de 16 puntos de ventaja sobre los conservadores pero, como diría el querido Mario Wainfeld, corre el peligro de almorzarse la cena. En el particular sistema de votación británico se elige diputado por cada suscripción electoral: el que obtenga una mayoría puede nombrar a su líder como primer ministro. La mayoría absoluta que soñaban hasta hace un mes los laboristas puede escapársele de las manos si la comunidad musulmana y desencantados de izquierda votan otras opciones. Al giro centrista que ha adoptado Starmer en temas económico-sociales, se suma ahora este incómodo matrimonio con la derecha israelí.

¿Por qué Starmer ha adoptado una postura proisraelí tan dura ? Hay tres respuestas. La personal es que su esposa Victoria es judía. La de seguridad es que el partido quiso expresar una condena dura e inequívoca de un atentado terrorista como el de Hamas. La política es que Starmer se ha desvivido por recomponer la relación con el lobby proisraelí luego de los años de liderazgo de su predecesor Jeremy Corbyn a quien, por su posición propalestina, echaron en la hoguera en un concertado esfuerzo de la derecha mediática, la derecha laborista y organizaciones judías que lo acusaron de antisemita. Lo ha logrado, pero a un precio que lo expone a una ruptura con la comunidad musulmana, sectores progresistas y el estudiantado.



Fuente-Página/12