REINA ANIMAL – 6 PUNTOS
(Chile/Argentina, 2023)
Dirección: Moroco Colman
Guion: Moroco Colman y Sofía Castells
Duración: 70 minutos
Intérpretes: Sofía Gala Castiglione, Chang Hung Cheng, Cristina Medina, Fernando Listello y Matías Jalil
Estreno en salas.
Hace poco más de dos años, durante la breve reapertura que tuvieron las salas a principios de 2021, pasó por la cartelera comercial La noche más larga, en la que el realizador Moroco Colman recreaba el raid abusivo de Marcelo Mario Sajen (un extraordinario Daniel Aráoz), que violó a más de noventa chicas jóvenes entre 1991 y 2004, siempre en las inmediaciones del Parque Sarmiento de la Ciudad de Córdoba. Esos hechos adquirían una significación muy distinta a la del momento en que habían ocurrido, en tanto resultaba imposible no (re)leerlos con el filtro verde de la ola que desde 2015 años tiñe las calles de los principales centros urbanos del país.
En su tercer largometraje en la silla plegable (el primero fue Fin de semana, de 2016), Colman vuelve a preguntarse por la violencia, esta vez abordando lo que ocurre con el maltrato a las vacas en la cadena de producción de carne para consumo humano. Un tópico discutido en el círculo integrado por quienes, en un país con más del cuarenta por ciento de su población superviviendo bajo la línea de pobreza, tienen la oportunidad de elegir qué comer.
Presentada como “la primera película de la Argentina realizada de forma sustentable”, Reina animal tiene como protagonista a Reina (Sofía Gala Castiglione), que noche a noche sale a repartir paquetes de carne por la zona cercana al Mercado Norte de Córdoba. Lo hace como si fuera una dealer de drogas (sin recibir ni hacer preguntas, entregando los pedidos con rapidez y sigilo, chequeando que nadie a su alrededor la esté viendo), pues se trata de carne robada de un frigorífico por su jefe, lo que imprime al film un ritmo de thriller seco y adusto, frío y maquinal, similar al de la manera de operar de Reina. A raíz de un robo que la deja con los bolsillos vacíos y el rostro amoratado, y con la ayuda de un empleado/cliente del supermercado chino del barrio, se propone buscar un trabajo algo más convencional, menos expuesto a riesgos. Pero no puede alejarse del rubro, ya que lo más a mano que tiene es el frigorífico, un lugar que Colman representa como un infierno de vísceras y sangre, un centro de tortura para animales.
Colman ya había demostrado en su película anterior que no se lleva muy bien con la complacencia, y aquí se despacha con varios degüellos y evisceraciones registrados en primer plano, sin cortes y con un grado de explicitud destinado a generar divisiones éticas y morales, sobre todo por la contradicción entre las intenciones ecofriendly del asunto y el regodeo exhibicionista del dolor y la humillación vacuna. Si Reina animal no cae íntegramente en las redes de la abyección, se debe al trabajo de Gala Castiglione, una actriz dueña de una capacidad para dotar sus criaturas un grado de fiereza y potencia imposible de empardar por sus colegas. Allí adquiere su auténtico sentido el título: el término “animal” no refiere a las vacas, sino a esa mujer que enfrenta el día a día con la tenacidad de un soldado espartano en la Batalla de las Termópilas.