La economía argentina caería 1,8% en 2023 y 1,3% en 2024, según una nueva estimación difundida hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Además, señaló que la inflación promedio (no punta a punta, como se la informa en Argentina) irá del 124 por ciento en 2023 al 157,1 el próximo año. En su informe de perspectivas económicas, el organismo señaló que la tendencia a la suba de precios está siendo “impulsada por las elevadas expectativas de devaluación de la moneda” hasta el presente, y proyecta que persistirá durante 2024 por “la eliminación gradual de muchos controles cambiarios”, pero podría disminuir en 2025, aunque todavía en un nivel elevado: un aumento anual promedio estimado en 62,4 por ciento.
Según la entidad, la contracción de la actividad empezó en el segundo trimestre de 2023 debido al impacto de la sequía sobre las exportaciones y se renovó en el cuarto trimestre producto de la aceleración inflacionaria y la incertidumbre electoral.
Por el contrario, el mercado laboral mantiene su capacidad de adaptarse a las dificultades (“resiliencia”) con una tasa de desempleo del 6,2 por ciento en el segundo trimestre. Sin embargo, destaca que la informalidad aumentó “acercándose al 40 por ciento de la fuerza laboral”.
El próximo gobierno en Argentina debe pensar en la “eficacia del gasto social y en otras reformas” para impulsar el crecimiento económico, recomendó este miércoles la OCDE.
“La economía argentina se enfrenta a desafíos extremos en este momento”, aseguró en rueda de prensa la economista jefe de la OCDE, Clare Lombardelli, en referencia a la inflación y a los “elevados” índices de pobreza.
Al ser consultada sobre los planes de Milei para la economía, entre ellos la dolarización, Lombardelli aseguró que la “prioridad” del nuevo gobierno debe ser “reducir la inflación y aumentar la estabilidad macroeconómica”, según relata el diario español Expansión.
“Esperamos que se centren en la estabilidad macroeconómica, en la consolidación fiscal para reequilibrar la economía y que piensen en la eficacia del gasto social y en otras reformas que puedan hacer para aumentar el crecimiento”, agregó.
El informe señala que “aumentar la protección social mediante un gasto social más eficaz podría contribuir a reducir la pobreza y las desigualdades”. Pero advierte a su vez que “la necesidad de reducir el gasto público con relativa rapidez en medio de crecientes presiones sociales podría provocar inestabilidad política.
La OCDE también aboga por una mayor participación de las mujeres en el mundo del trabajo para reducir la pobreza e impulsar la expansión económica. Un aspecto que Milei negó en varias oportunidades asegurando que no observa ninguna discriminación ni desigualdad de género en materia laboral.
En el resto del mundo
Las “necesarias” políticas de ajuste monetario implementadas por los principales bancos centrales del mundo en los últimos dos años “están surtiendo efecto”, sostiene el informe la OCDE. Y hablan de que “el ritmo de crecimiento es desigual” dado que los países emergentes evolucionan mejor que las economías avanzadas. El PBI global crecerá 2,9 por ciento en 2023, mientras que en el año siguiente augura que se expandirá 2,7 por ciento, para crecer 3 por ciento en 2025, según sus previsiones.
Asia representará la mayor parte de esa expansión: entre los países del G20, el crecimiento del año próximo estará liderado por India con 6,1 por ciento, Indonesia 5,2 por ciento y China con 4,7 por ciento, según las proyecciones.
En Latinoamérica prevén que Brasil crezca 3 por ciento en 2023 y un 1,8 por ciento en 2024, mientras México pasará del 3,4 por ciento este año a 2,5 por ciento en 2024.
“El comercio mundial es débil”, consideran. “Hay ciertos factores, tanto cíclicos como estructurales, que están provocando una desaceleración del ritmo de integración de las cadenas de valor entre países. Se están desaprovechando las oportunidades de crecimiento, sobre todo las que ofrece un mayor comercio de servicios”, sostienen.
Por último, la OCDE advirtió de la posibilidad de “riesgos importantes” en la economía mundial si el conflicto entre Israel y el movimiento islamista Hamas “se extendiera a toda la región de Medio Oriente”. Una de las potenciales consecuencias sería el aumento del precio del petróleo y el gas: “si el barril sube 10 dólares, el crecimiento mundial caería en 0,1 puntos y la inflación subiría en 0,2”, advierte en uno de los escenarios posibles.