“No lo puedo creer”. La chica está indignada. Pulp acaba de salir del escenario para tomar un poco de aire antes de los bises (“Esto es lo que hacemos como bis”, se llama la gira) y de repente el Movistar Arena, que parecía repleto de gente elegante y con amplios conocimientos de inglés, se llenó de orcos que cantan “el que no salta votó a Milei”. Ella seguramente fue a buscar el “tararán tararán” de “Common People” (como bromeó Jarvis Cocker antes de que efectivamente el riff de guitarra sonara en los parlantes) y entonces ya es hora de irse. “Todo el mundo odia a una turista”, dice la canción sobre las diferencias de clase encarnada en una estudiante griega con los bolsillos llenos del dinero de papá, esa que piensa que ser pobre es cool y que quiere vivir y acostarse con “gente común” como el flacucho cantante de Sheffield. La dama indignada no tenía por qué saber que Pulp siempre dividió sus ingresos en partes equitativas (¡socialismo!) ni que Cocker odia tanto a Margaret Thatcher que en su libro Pop bueno, pop malo reemplaza las vocales de su apellido por asteriscos cuando la menciona. Pero alguna pista debería haber tenido: el disco que hizo famosa a la banda se llama Different Class

Pulp, hay que decirlo rápidamente, es una banda de una clase diferente en más de un sentido. Por su trayectoria inusual, para comenzar: a Cocker se le ocurrió la idea del grupo -e incluso su guardarropas y su “Plan Maestro” para conquistar el mundo- antes de tener la mínima aptitud para plantarse sobre un escenario; y ni hablar de otros integrantes, canciones o minucias por el estilo. Durante años, la actividad de la banda fue morosa, con cambios de músicos y grabaciones que no los hacían avanzar demasiado, entre pausas por accidentes y por obligaciones estudiantiles. Finalmente, la consagración, con una tríada de álbumes esenciales para hablar de los ’90: His ‘n’ Hers (1994), Different Class (1995) y This Is Hardcore (1998). Pero después de un rato en el olimpo del britpop, mirando con sorna las peleas de Blur y Oasis, y un disco más (We Love Life, de 2001), Pulp llegó a su fin. Una gira de reunión una década más tarde (“¿Quién estuvo en el Luna Park en 2012?”, inquirió Cocker antes de “Do You Remember the First Time?”) y ahora una más, la del bis.

El tema es que después de los bises llega el final. Y para la banda de una clase diferente podría no ser el caso: “Background Noise”, la canción con la que Cocker y compañía regresaron al escenario tras la pausa y la catarsis política del 80% del estadio, es tan flamante que apenas la había escuchado antes el público mexicano, cuando la banda la estrenó hace unos días en el festival Corona Capital. Pulp, además, ya fue confirmado para la próxima edición del Primavera Sound Barcelona en 2024. ¿Hay vida después de los bises? ¿O sólo será el ruido de fondo para un nuevo adiós?

Ninguna de esas elucubraciones importaban cuando las pantallas a los costados del escenario le anunciaron al público -que no agotó la capacidad- que estaba por presenciar el concierto 539 de Pulp y prometieron que sería “una noche que recordarán por el resto de sus vidas”. “Espío a un chico, espío a una chica”, se escuchó la voz de Cocker cuando aún no se lo vía. El que avisa no traiciona: en “I Spy” contaba cómo se preparaba para concretar aquel “Plan Maestro de Pulp”. Hermosas melodías, susurros, pinta de nerd con anacrónico traje de terciopelo y lentes culo de botella, movimientos espásticos y “pasos prohibidos”: las herramientas para un triunfo que no tuvo tan buen sabor cuando llegó, pero que visto un cuarto de siglo después fue crucial para ese momento (del rock y más allá). “Espío la oportunidad de cambiar el mundo, de cambiar tu mundo”, cerró Cocker, que ya lo logró pero sigue espiando. No vaya a ser cosa…

Enseguida, el cantante propuso al público la comunión en el “aplauso mágico” que sirve como ritmo de “Disco 2000”, otro de los hits de Different Class, y una de esas “canciones sobre madres solteras y sexo” de las que el propio Cocker se mofaría unos años más tarde. ¿He ahí la clave de su lírica? Hmmm… es mucho más amplia que eso: la mirada aguda (pese a la miopía descomunal) posada sobre cada detalle de la vida diaria y la capacidad para elaborar un drama a partir de minucias convirtieron al líder de Pulp en una de las plumas más refinadas para hablar de temas que distan de serlo. Dylan, Gainsbourg, Cohen, Reed, Cave, Cocker, ¿por qué no? “Vamos a hacer una canción que no tocamos hace mucho. Es sobre personas que roban autos y los manejan”, fue la introducción para “Joyriders”, que apareció por primera vez en la gira. Y “Something Changed” tuvo dedicatoria para el bajista Steve Mackey, que falleció este año.

“Pink Gloves”, “Weeds” (“así se llama en Inglaterra a quienes no son muy importantes”, aclaró Cocker) y “Weeds II (The Origin of the Species)” dieron paso a otro de esos momentos electrizantes en los que Pulp hace subir la tensión hasta la descarga: F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E.” puso los pelos de punta a fuerza de preguntas que siguen sin encontrar respuestas sólidas. Y todo sin perder la elegancia. Sorted for E’s & Wizz” confirmó aquello de que la banda es una suerte de cruza entre ABBA y The Fall, y hasta hubo mención a Buenos Aires en la letra, mientras el Arena se convertía en una “rave” a fuerza de una bola de espejos que disparaba destellos verdes. Y entonces llegó “This Is Hardcore”, la canción demasiado porno para ser de película de James Bond y demasiado cruda para pensar que no habla solo de sexo, porque si no habría que complicarse con esa bienvenida a la vida hardcore del final.

“Bad Cover Version”, el single que acompañó a los Hits (2002) en la despedida de Pulp, sonó por primera vez en la gira. Y entonces “Do You Remember the First Time?”, “Babies” y “Sunrise” apuntaron directo al corazón de los fans. El sol ascendía en la pantalla de fondo mientras Cocker celebraba algún ritual privado con sus movimientos desencajados y la banda (Candida Doyle, Nick Banks, Mark Webber y compañía) empujaba una épica con mucho del primer Roxy Music. En “Like a Friend”, el cantante desempolvó su vieja guitarra electroacústica, apenas una pausa para machacar con paso marcial en mitad de la canción. Puertas abiertas para un final impresionante con “Underwear” (o cómo soñar con la chica que está con otro en ese preciso momento) y “Common People”.

Además del estreno de “Background Noise” hubo otros más bises: “Razzmatazz” (“la segunda canción más vieja” de la lista), “Glory Days” y “Mis-shapes”. “Deformidades, errores, rebeldes / nos gustaría ir al centro / pero no podemos arriesgarnos / porque quieren mantenernos afuera”, cantó Cocker, que siempre supo de qué lado de la mecha se encontraba. “Hermanos, hermanas, ¿acaso no lo ven? / El futuro nos pertenece. / No habrá luchas en las calles. / Creen que nos han vencido / Pero la vengaza será tan… dulce”. Puede que ya no sean moda, pero las canciones extraordinarias sobre personas comunes tienen la misma vigencia que hace más de un cuarto de siglo.



Fuente Pagina12