El “Día Nacional de la Desmanicomialización” todavía no existe, pero será una realidad a partir del 2 de diciembre, gracias a la propuesta de la Red Argentina de Arte y Salud Mental. Bajo la premisa de que “el encierro no cura”, escogieron ese día porque coincide con la fecha de promulgación de la Ley de Salud Mental n° 26.657 que, desde 2010, plantea la necesidad de llevar adelante el cierre de estas instituciones. En horas de la mañana del próximo sábado, trabajadores, usuarios, familiares y vecinos de diferentes provincias y ciudades serán convocados a realizar una ronda frente a cada hospital psiquiátrico y clínicas ligadas al rubro.
Alberto Sava, artista teatral y uno de los impulsores, detalla a Página/12 el motivo de la iniciativa: “Hay un Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre), pero se nos ocurrió que necesitábamos un Día Nacional de la Desmanicomialización para sentar un precedente e incrementar la conciencia. La que planteamos es una lucha desigual contra los poderes de turno y los laboratorios, pero vamos avanzando”. Y continúa: “Estoy confiado, soy optimista y creo que en 10 o 15 años ya no tendremos ningún manicomio en el país. Hay una conciencia nueva en los profesionales jóvenes, ya no existen más los psiquiatrones de décadas pasadas”, sostiene el fundador y presidente honorario de la Red Argentina de Arte y Salud Mental y co-coordinador de la Red Latinoamericana de Arte y Salud Mental.
La desmanicomialización, en este sentido, se planta y combate la necesidad de la existencia de los manicomios, espacios violatorios de los derechos humanos. Sitios en los que falta libertad, se ejerce violencia física y psíquica, se come mal y se medica de más. En concreto, hay personas que por haber padecido algún sufrimiento mental, permanecen recluidas desde hace 15 años; de hecho, las estadías son tan extendidas que algunas mueren en los hospitales psiquiátricos. Según el Primer Censo Nacional de Personas Internadas por Motivos de Salud Mental realizado en 2019, todavía existen más de 160 instituciones públicas y privadas con estas características, en las que permanecen 12 mil personas internadas.
Una lucha de largo aliento
A contramano de lo que se podría pensar, el fenómeno de desmanicomialización no es nuevo en el mundo y tampoco en Argentina. Sava explica: “Es un movimiento que, en la década del 70, comenzó en Italia, puntualmente en Trieste. Con la reapertura democrática en nuestro país, a partir del gobierno de Alfonsín, buscamos imitar esa experiencia con el objetivo de realizar acciones para que los manicomios no existan más. En 1984, había unas 30 mil personas internadas, ahora hay entre de 12 y 15 mil”.
A mediados de los ochenta, Sava fue convocado por el gobierno alfonsinista para responder a un interrogante: ¿de qué manera el arte podía contribuir e instalarse en el corazón de ese monstruo? A partir de ese momento, se generaron numerosas iniciativas: la experiencia del Frente de artistas del Hospital Borda; el festival latinoamericano de artistas internados en hospitales psiquiátricos; la Red Argentina de Arte y Salud Mental; y finalmente, la Red Latinoamericana de Arte y Salud Mental.
Para este referente, la lucha de décadas no fue en vano. “La conciencia ha crecido mucho, y la Ley (26.657) ha empezado a dar sus frutos. Río Negro y San Luis no tienen manicomios, Buenos Aires va camino a eso. La cosa va avanzando, pero lo cierto es que hay poderes económicos muy fuertes que quieren impedir el cierre de estas instituciones”, insiste. Basta con pensar en los laboratorios y en la necesidad de seguir con la venta de medicamentos y la multiplicación de beneficios obtenidos. Una persona internada consume una cantidad bastante mayor de fármacos que alguien que realiza un tratamiento ambulatorio. De hecho, hay estudios que sostienen que utiliza entre 60 y 80 por ciento más.
Además de la Ley, voluntad política
De acuerdo a la Ley 26.657 de Salud Mental, no solo se trata de promover el cierre definitivo de estas instituciones, sino también de que el Estado sea capaz de garantizar un abordaje integral de la salud mental y los tratamientos necesarios, a partir de una perspectiva que garantice el cumplimiento de los derechos humanos. Así, la norma prevé la externación de los usuarios internados, a partir del reemplazo de las instituciones monovalentes (de una sola especialidad, psiquiatría) y la restitución de derechos. Se resalta, asimismo, la necesidad de la atención ambulatoria, especializada y mediada por la intervención de equipos interdisciplinarios.
Así lo cuenta Sava: “La Ley plantea que el tratamiento de los problemas mentales debe realizarse en hospitales generales como ocurre con cualquier otro padecimiento, con intervenciones cortas, de carácter ambulatorio. Los usuarios van hacia donde están los profesionales y estos concurren a los domicilios en los que viven los usuarios. Desde este enfoque, el Estado debe garantizar también todo lo que tenga que ver con la inserción social, es decir, vivienda, trabajo, educación, afectos familiares y amistades”, dice.
Desde su planteo en 2010, la desmanicomialización que impulsa la Ley es un aspecto controvertido porque uno de los principales desafíos es que, al adecuar los hospitales monovalentes a la polivalencia, existe el temor de que las personas quedaran desprotegidas, sin lugar a dónde ir. Para reemplazar a los manicomios, primero deben existir los espacios de acogida. El Ministerio de Salud que hasta el 10 de diciembre lidera Carla Vizzotti había comenzado con la puesta en marcha de este cambio de paradigma. Sin embargo, habrá que ver cuáles son los resultados de aquí en adelante, si se tiene en cuenta el rol fundamental que debería desempeñar un Estado que, a partir del gobierno de Javier Milei, estará en retirada.
El arte, piensa Sava, puede funcionar como un canal de expresión privilegiado, como un vehículo de contracultura que permita soñar con el objetivo. Una meta que se viste de grito de esperanza: ¡Manicomios nunca más!