Casi quince años después de los primeros intentos del PRO por armar a las fuerzas de seguridad porteñas con pistolas Taser, este viernes, la División Intervenciones Rápidas de la Policía de la Ciudad utilizó el arma de descarga eléctrica por primera vez en una pizzería del barrio de Palermo para reducir a una persona en situación de calle que ingresó con elementos cortantes al local y amenazó con lesionarse.
El hecho ocurrió en las últimas horas cuando un llamado al 911 alertó sobre la presencia de un hombre de 45 años que generaba disturbios en el local gastronómico “La Accademia”, ubicado en la intersección de Scalabrini Ortiz y Santa Fe. Según el informe policial, al hombre tenía una tijera y amenazaba con lesionarse. Ante esta situación, los agentes de la División Intervenciones Rápidas resolvieron utilizar la pistola taser.
Tras efectuar el disparo de descarga eléctrica, el sujeto quedó detenido y fue trasladado al hospital por el SAME. Tras el episodio, la Policía de la Ciudad informó que secuestró “cuatro elementos corto punzantes y un objeto contundente”. De esta manera, se trata de la primera vez que efectivos de la Ciudad utilizan la pistola taser para detener a una persona.
“Hay que tenerlas en lugares donde hay mucha concentración de personas y después en brigadas de acción rápida para situaciones donde haya alguien con un arma, con un cuchillo o con un brote psicótico”, había anticipado el despedido ministro de Seguridad porteño Eugenio Burzaco en abril pasado, cuando anunció que la Ciudad contaría para junio o julio con un primer lote de 60 pistolas taser, que se ampliarían a 150.
Un mes después, en campaña por las internas de Juntos por el Cambio, Larreta anunciaría la utilización de las pistolas como la solución para la inseguridad. Las Taser aparecieron en el debate público repetidas veces frente a hechos resonantes como fue el homicidio de la policía Maribel Zalazar en Retiro, cuando intentó intervenir en una discusión y le arrebataron el arma reglamentaria para dispararle.
El caso de Zalazar ocurrió en una de las estaciones cabeceras de la Línea C del subte y fue utilizado por Juntos por el Cambio para retomar su campaña punitivista. Sin embargo, en enero de 2019, Larreta y su entonces vicejefe de gobierno y ministro de Seguridad porteño, Diego Santilli, había prometido armar con estas pistolas a los oficiales de la Policía de la Ciudad en el subterráneo para marzo de ese año.
El argumento que utilizó Larreta para justificar la demora en el uso de las pistolas fue responsabilizar al gobierno nacional, ya durante la presidencia de Alberto Fernández, por demoras para ingresar las armas compradas en el exterior a partir de controles de la Agencia Nacional de Material Controlados (Anmac). Sin embargo, se debía a demoras en la presentación de la documentación reglamentaria por parte de la propia gestión PRO.
La Policía Federal ya cuenta con el uso de estas pistolas de descarga eléctrica, licitadas en la gestión de Patricia Bullrich y compradas durante este gobierno. A principios de año, tras el debate en torno al homicido de la oficial Zalzar, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, confirmó la compra de un centenar de Taser para los grupos especiales de la Federal.
El debate que quedó diluido, que comenzó en 2009 con Mauricio Macri como jefe de gobierno porteño y con Jorge “Fino” Palacios como titular de la Policía Metropolitana, son las advertencias de los organismos de derechos humanos sobre la letalidad de las Taser, sobre su uso ante personas desarmadas. Las denuncias se basaban en casos concretos de fallecimientos en Estados Unidos y Australia, y recomendaciones contrarias a su uso por parte de Amnistía Internacional y el Comité contra la Tortura de la ONU.
Las Taser envían una descarga de 400 volts durante cinco segundos a través de un dardo que inmoviliza a la persona y cuentan con una cámara que permite registrar imagen y audio para luego saber si se utilizó de forma eficaz y en qué situación. Además, los 250 oficiales de la Policía de la Ciudad capacitados para el uso de estas armas eléctricas no dejan de estar acompañados por otro oficial armado con un arma de fuego convencional.