A unos 60 kilómetros de Bariloche, en un paraje de difícil acceso, se encuentra el Complejo Tecnológico Pilcaniyeu, donde hace 40 años un grupo de científicos puso a la Argentina en el reducido grupo de países capaces de enriquecer uranio y donde hoy sus sucesores desarrollan las tecnologías necesarias para fabricar baterías de litio de manera autónoma.
El Complejo Tecnológico Pilcaniyeu (CTP) es una instalación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ubicada en el paraje Pichileufú Arriba, a unos 60 kilómetros de Bariloche por la Ruta Nacional 23, cuya calzada de ripio impone un desafío a las camionetas que trasladan el personal cada vez que hay una tormenta o una nevada.
El acceso al complejo está señalizado apenas por un cartel y las instalaciones son invisibles desde la ruta porque fueron construidas detrás de un cerro; esa discreción lo acompaña desde su origen porque allí se encuentra la Planta de Enriquecimiento de Uranio destinada a potenciar el combustible nuclear de los reactores de potencia que generan cerca del 7 por ciento de la electricidad de Argentina.
El CTP cuenta además con laboratorios y equipamientos específicos que fueron concebidos para el enriquecimiento de uranio y que hoy son facilidades para el desarrollo local de las sales de litio necesarias para las baterías de los dispositivos electrónicos.
Además, en el Centro Atómico Bariloche (CAB) se encuentran el Laboratorio de Fisicoquímica y Control de Calidad y el Laboratorio de Separación Isotópica, que dependen de Pilcaniyeu.
Investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) lograron sintetizar hexafluorofosfato de litio (LiPF6), o sales de litio como se las conoce en la industria energética, en Pilcaniyeu, donde avanza el proceso para lograr una calidad que permita elevar a nivel industrial la producción de este insumo imprescindible para los electrolitos de las baterías de ion-litio, un compuesto que solo se fabrica en países asiáticos y que por la alta demanda tienen un stock reducido.
La CNEA fue convocada para producir hexafluorofosfato de litio por un consorcio del que ahora también forma parte, integrado por el Centro de Química Inorgánica Cequinor-Conicet y las empresas Clorar Ingeniería e YPF Tecnología (Y-TEC); mientras que el financiamiento proviene de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+i) del Ministerio de Ciencia a través del Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec).
En conjunto con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Y-TEC cuenta con la primera Planta Nacional de Desarrollo Tecnológico de Celdas y Baterías de Litio (UniLiB), ubicada en la capital bonaerense, y en una etapa inicial su objetivo es que la Argentina se autoabastezca de baterías para cubrir las necesidades del sistema de defensa nacional, lo que incluye a los radares que monitorean las fronteras.
“Estas instalaciones fueron concebidas en la década de 1970 para el enriquecimiento de uranio y entre 2007 y 2015 se actualizaron con tecnologías que permiten trabajar en las mejores condiciones de seguridad con los elementos fluorados necesarios para el desarrollo de estos compuestos”, dijo a Télam el ingeniero nuclear Daniel Brasnarof, gerente del Complejo Tecnológico Pilcaniyeu.
El investigador sostuvo que “el uranio lo podemos encontrar en la naturaleza y de hecho en Argentina hay minas que en estos momentos están inactivas, tiene varios isótopos y el que a nosotros más nos interesa es el Uranio 235 que es el que más rinde para la generación de energía; lo que podemos hacer en esta planta es separar ese isótopo a través del método de difusión gaseosa para utilizarlo después en la producción de combustible para nuestras centrales”.
“Son muy pocos los países con la capacidad para enriquecer uranio, y hay casos como Estados Unidos, que durante años dejó de trabajar en el tema y ahora necesita el apoyo de un consorcio británico, alemán y holandés para reactivar esa potencialidad”, destacó.
Los pocos países que hoy producen sales de litio a escala industrial se concentran en Asia donde China es uno de los mercados con mayor demanda de este elemento fundamental para la industria electrónica.
“Lo que nosotros ya logramos es sintetizar estas sales a una escala de laboratorio y esperamos alcanzar hacia fin de año los niveles de calidad necesarios para hacer viable la producción a nivel industrial, que con la capacidad de Pilcaniyeu podría ser en principio de una tonelada al año”, indicó Brasnarof.
El ingeniero explicó que en simultáneo trabajan con las habilitaciones y estudios de impacto ambiental pertinentes para estos procesos con materiales y consideró que la experiencia de trabajar en el enriquecimiento de uranio facilitará ese proceso.
“La elaboración del hexafluorofosfato de litio comienza con el carbonato de litio que se produce en los salares del norte de nuestro país al que se lo hace reaccionar con fluoruro de hidrógeno anhidro y por otra parte con pentafloruro de fósforo; la sal resultante es la que Y-Tec va a utilizar en la producción de baterías y que mientras no se produzca en Argentina deberá ser importada”, detalló.
Argentina es el cuarto productor mundial de litio después de Australia, Chile y China, y es el segundo país con más recursos de ese mineral, después de Bolivia, con reservas que se concentran en Jujuy, Salta y Catamarca.