Un fiscal solicitó el juicio para Ramiro Joel Sosa, alias “Yagui”, el changarín que está detenido como presunto autor del abuso sexual y el femicidio de Susana Cáceres, asesinada en noviembre de 2022 en un descampado del partido bonaerense de Ituzaingó, en el marco de una causa en la que el imputado quedó incriminado por las cámaras de seguridad, por una visera guardada como “trofeo” y por los testigos que lo retrataron como un acosador serial y compulsivo de mujeres.
Fuentes judiciales revelaron a Télam que el requerimiento de elevación a juicio fue presentado en enero por el fiscal Patricio Ventricelli de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 de Ituzaingó, quien heredó la causa por ser en un descampado de ese partido del oeste del conurbano el sitio donde se cometió el crimen y apareció el cadáver.
Pero toda la investigación que derivó en la detención, el procesamiento y ahora el probable juicio por jurados para “Yagui”, estuvo a cargo de la UFI 1 de Moreno dirigida por Luisa Pontecorvo, quien fue la fiscal original del caso cuando la causa se inició por una denuncia de averiguación de paradero formulada por Graciela Cardozo, madre de la víctima, en la comisaría 2da. de Villa Trujui, con jurisdicción en el barrio Mariló donde vivía la mujer de 42 años asesinada.
La imputación es por “homicidio agravado criminis causae por haber sido ejecutado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género y por su comisión con ensañamiento, abuso sexual con acceso carnal agravado por ser cometido por dos o más personas y por el uso de arma y resultar la muerte de la persona ofendida, y robo agravado por el uso de arma”, delitos que tienen como única pena la prisión perpetua, es decir, 50 años de cárcel sin posibilidad de libertad condicional.
En caso de ser condenado, “Yagui” Sosa, que solía cortar el césped y hacer otro tipo de changas, y que tenía 23 años al ser detenido en 2022, recién podrá salir de prisión en 2072, cuando tenga 73 años.
Fuentes judiciales informaron a Télam que previo al pedido de juicio, hubo un pedido de excarceración -denegado para el imputado-, que había formulado su defensa a partir de un peritaje de ADN que estableció que el semen detectado en la ropa interior hallada a la altura de los tobillos del cadáver de la víctima, no coincidía con el perfil genético del acusado.
Las fuentes aclararon que para la fiscalía eso no excluye a Sosa del ataque sexual y ni del femicidio porque los restos de semen podrían pertenecer a otro hombre con el que Cáceres pudo haber tenido relaciones en otro momento.
En el requerimiento -al que tuvo acceso Télam-, el fiscal dio por probado que el hecho ocurrió el 8 de noviembre de 2022, día en el que Cáceres, quien vendía artículos en una feria del barrio Mariló, se había retirado de su hogar alrededor de las 15.30 anunciado que iba a hacer el pago de una deuda y que regresaría pronto, algo que no sucedió.
Según la acusación, a las 19.15 de ese día la víctima y Sosa “ingresaron tras cruzar la senda peatonal del Puente Roca al descampado ubicado sobre colectora Norte de la Autopista del Buen Ayre y Avenida Roca en la localidad de Villa Udaondo partido de Ituzaingó”, a unos cincuenta metros del límite con el partido de Moreno.
Para la fiscalía, entre esa hora y las 20.26, “Sosa desplegó una desmedida violencia sobre la persona de Susana Elizabet Cáceres”, la violó y la asesinó a puñaladas
Según la autopsia, la mujer sufrió golpes en el rostro y la cabeza, una posible maniobra de estrangulamiento, el abuso sexual y fue asesinada con un arma blanca que le ocasionó “múltiples lesiones punzo cortantes” en el tercio superior del tórax.
Al fundamentar la figura del femicidio, Ventricelli opinó que hubo “una evidente asimetría de poder indicativa del absoluto dominio que Sosa ejerció sobre la persona de la víctima, a quien transformó en un objeto evidenciando un absoluto desprecio por su condición humana y fundamentalmente de mujer”.
La médica forense que hizo la autopsia remarcó que el asesino empleó un cuchillo monofilo de entre 15 y 20 centímetros de largo y que, por la contextura delgada de la víctima, en el crimen pudo haber actuado una sola persona.
El primer sospechoso fue una expareja y también fue detenido -y luego liberado-, un hombre cuya camioneta quedó filmada a metros de donde apareció el cadáver, pero la causa dio un vuelco definitivo a los seis meses, cuando en mayo de 2023 la fiscal Pontecorvo tomó la decisión de difundir a través de Télam y de otros medios, los videos de las cámaras de los centros de monitoreo de Moreno y de Ituzaingó que captaron a Cáceres caminando rumbo al sitio donde fue asesinada, junto a un sospechoso que tenía una bicicleta con una sillita para niños y que vestía un pantalón con cintas refractarias en las botamangas.
Gracias a eso, fue identificado y detenido “Yagui” Sosa, ya que, según señala Ventricelli, “se lograron recabar múltiples testimonios que lo identifican sin lugar a dudas como el sujeto de los videos difundidos a la vez que describen una personalidad totalmente compatible con la violencia y brutalidad del ataque del que fuera objeto Susana Cáceres”.
En los allanamientos a los domicilios de Sosa, se encontró la bicicleta con silla infantil con la que había quedado filmado y la visera rosa que llevaba la víctima el día de su desaparición y que, para los investigadores, el presunto femicida conservó a modo de “trofeo”.
El testigo clave fue un vecino que no solo lo reconoció en las filmaciones sino que además contó que el día que desapareció, Susana llegó alcoholizada a su casa, que apareció Sosa con la bicicleta, que tomaron unas cervezas en la vereda y que el ahora imputado la empezó a decirle “cosas lindas” a la mujer para seducirla y se fueron juntos, razón por la que al día siguiente, le preguntó por ella y el acusado le contó que habían tenido relaciones sexuales.
Varios allegados declararon que “Yagui” golpeaba a su pareja, que siempre salía “con una navaja o cuchillo” en los bolsillos, que consumía “cocaína y marihuana” y, sobre todo, que era un “acosador” de mujeres.
“Mano larga”, “baboso”, “de terror y zarpado en la calle”, “miraba nenas y mujeres de cualquier edad”, “no se podía controlar con las mujeres”, son solo algunas frases de los testigos que describieron su perfil, e incluso una cuñada declaró que, cuando ella tenía 13 años, Sosa se le metía en la cama para manosearla.
A su vez, la fiscalía recordó que en 2021 la policía identificó a Sosa en una situación de acoso callejero cuando perseguía en bicicleta a una madre y a su hija de 16 años, mientras hacían actividad física en Parque Leloir.
Al ser indagado por segunda vez, “Yagui” admitió haber estado con la víctima, aunque se declaró inocente, dijo que la visera se la había comprado por “500 pesos” y que cuando él dejó a Susana, ella estaba en compañía de otro hombre que tenía “acento paraguayo”.
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