Con la paternidad en el centro y la masculinidad en la discusión intergeneracional como parte esencial del relato, la película “Paisaje”, de Matías Rojo, aborda el thriller para exponer la fragilidad de los vínculos en el contexto de un paisaje tan bello como peligroso.
La película, que se estrenó este jueves, tiene como protagonistas a Juan Luppi y Ailín Salas, que componen a una joven pareja a punto de ser padres que intempestivamente abandonan unas vacaciones familiares en la montaña por la discusión de Juan con su padre (Dady Brieva) y en el regreso a su hogar, deben enfrentar los rigores de la naturaleza hostil.
“Que la historia girara en torno a una pareja con un embarazo avanzado conectó con el momento de la vida que yo había atravesado recientemente”, cuenta el director mendocino a Télam sobre el origen de “Paisaje”, adaptación de una obra de teatro homónima de Pablo Longo, que escribió el guion de la película.
“Me interesa preguntarme cómo operan los roles asignados a la masculinidad, en el sentido de por qué creeríamos que un varón no puede tener miedo por la llegada de un hijo”, destaca Rojo sobre las motivaciones de su segundo filme, luego de “Algunos días sin música” (2013).
Además de Luppi, Salas y Brieva, el elenco de la película que se rodó en Mendoza se completa con María Ucedo, Francisco Tonidandel, Diego Quiroga, Salome Boustani, Jorge Fornes, Alejandra Trigueros y Roberto Acosta.
– ¿Cuáles fueron los motivos para llevar adelante una historia sobre una pareja a punto de ser padres?
– La película es la adaptación de una obra de teatro. Con Pablo Longo estábamos generando ideas para hacer un proyecto juntos y él propuso que leyéramos la obra para ver si había algo ahí. Que la historia girara en torno a una pareja con un embarazo avanzado conectó con el momento de la vida que yo había atravesado recientemente. Y a la vez es una adaptación muy libre, que al pasar de un lenguaje a otro, se fue transformando, pero siempre manteniendo como centro el vínculo entre la pareja protagonista.
– La película está centrada en los desafíos que implica la paternidad. ¿Qué te interesa de esa problemática?
– Me interesa como pregunta abierta y como una construcción continua. Y me interesa preguntarme cómo operan los roles asignados a la masculinidad, en el sentido de por qué creeríamos que un varón no puede tener miedo por la llegada de un hijo.
– ¿Qué lugar quisiste significar de la masculinidad en la tensa relación entre el personaje de Dady Brieva y Juan Luppi?
– Creo que en el momento de pensarte como padre es inevitable volver a tu propia figura paterna, funciona como el refugio y referente, nos preguntamos cómo les fue a ellos en ese momento. En la película esa relación es de desencuentros y maneras distintas de mirar la vida. Hay una transmisión de modelos que se da por dentro de la familia y a mí me gusta poner el acento en la dificultad que significa romper con lo naturalizado. La llegada de un integrante nuevo da la posibilidad de que eso se mueva, se rompa, se resignifique.
– ¿Qué lugar ocupa el paisaje en el relato y que significa ese entorno para tu propia mirada sobre el cine?
– El paisaje es un protagonista más, eso que por momentos es apacible y bonito, también puede volverse hostil. Y la manera de contarlo en la película es desde los extremos, con planos muy abiertos donde los personajes son pequeños puntos que se confunden con el entorno, junto a planos casi opresivos.
– ¿Cuáles son las ventajas y las dificultades a la hora de hacer cine desde una provincia como Mendoza?
– Mendoza está pasando por un muy buen momento y tiene altas capacidades para seguir creciendo. Hay formación y experiencia, con mucho empuje de los productores mendocinos y buen diálogo con el estado provincial. Me gustaría que surgieran, más proyectos propios con miradas diversas que enriquezcan la producción. La dificultad está en la distribución, estamos en un momento de transformaciones y la concentración del mercado pareciera ser cada vez mayor. Ahí es donde tenemos que trabajar para generar estrategias modernas y novedosas.