Tocó con todos, Oscar Giunta. De allá y de acá. Wayne Shorter, John Patitucci, Herbie Hancock o Branford Marsalis, de allá. Y de acá, mil, claro. Basta nombrar a Lalo Schifrin para redondear una idea firme sobre el hombre: tiene que ser lo que es, un baterista sutil, abarcador, versátil… un metrónomo humano. Comprobarlo implica asistir a Bebop (Uriarte 1658) este sábado 20 de enero a las 20, y escuchar cómo su batería entronca con el piano de Hernán Jacinto, y el contrabajo de Flavio Romero, el Oscar Giunta Supertrío. “De niño era muy fan de los Superamigos, dibujito animado que reunía a Superman, Batman, la Mujer Maravilla, Aquaman, los Gemelos Fantásticos y tantos más. Me gusta pensar que este trío quizá fue una cita a aquello”, ríe Giunta, acerca de una de las formas de explicar el origen del grupo, dado en 2012.
Otra, la musical, anida en rastrear su génesis en la continuación de formaciones que este compositor y fino arreglador lideró durante la década del ’90, asociada a un plus que él llama “coyuntura especial de acontecimientos”. “Hablo de una pulsión ineludible e interna de plasmar música que tuviera que ver con mi propio universo y en toda las direcciones musicales que forman parte de mi mundo musical personal”, asegura el también miembro del Swing Summit Trío y el Argentum Jazz Quinteto. “Siempre fui afortunado por ser convocado por grupos de los mejores músicos de la escena y esto, que ocupó gran parte de mi vida musical durante años, de algún modo también me empujó a buscar mi propio marco de acción personal. Quería plasmar una historia ‘a mis anchas’, donde todo lo que me ha influido pasa por mi prisma y florece en una propuesta que tiene mucho de aquello que llamamos jazz, pero que reconoce también influencias del rock, la música clásica, el tango, el folklore y las músicas del mundo”.
Mejor definido imposible, dado que de eso se trata justamente el Oscar Giunta Supertrío: de una amplia y diversa paleta de colores sonoros que comienza en el jazz, sí, pero nunca se sabe dónde termina. Tal como lo muestra Apaláp, último disco del trío a la fecha. “La música de este álbum conlleva lo que siempre recalco: lo fundamental es el espíritu de juego y renovación permanente, y esto es algo que se da entre los artistas cuando hay un lenguaje compartido… En ese sentido, las cosas dentro de mi trío fluyen y jamás he tenido que imponer una postura al respecto. Simplemente tocamos las distintas músicas y todo anda”.
Giunta rotula su música bajo el ropaje de jazz contemporáneo argentino, aunque sus composiciones muchas veces suelen gambetear la etiqueta. Allí están para corroborarlo piezas como “E.C.T”, “Aiá” o “San Andrés”, todas del mencionado Apaláp. Son temas antagónicos entre sí, pero que de algún modo, funcionan armoniosamente en su conjunto, dentro del álbum y de los conciertos. Mientras que “E.C.T.” tiene cierto tinte de jazz latino, “Aiá!” es sobrevolada por un aire folclórico y poético permanente, y “San Andrés” tiene una gran marca de música clásica.
-¿Por qué englobás bajo el término “jazz contemporáneo” a todo esto?
-Porque el jazz es hoy una música muy amplia, con una tradición que se ha ensanchado a través de más de un siglo de vida, y de la cual forman parte no sólo el jazz de Nueva Orleáns, el swing, el bebop o el free, sino también todo lo que ocurrió y ocurre con su mixtura con el rock, la música latina, la hindú, la música argentina, el flamenco y un larguísimo etcétera. Quiero decir: el jazz no necesariamente es un ritmo en particular o un cúmulo de composiciones más o menos arquetípicas sino un modo de hacer música. Un lenguaje para abordar la música, atravesado por muchos puntos en común más allá de los ritmos y orquestaciones. Desde este lugar y este punto, puedo decir que mi música es claramente jazz, y al mismo tiempo, los géneros que forman parte de una “tradición amplia”, que no es más que un destilado de todo lo que forma parte de uno.
–Has tocado en todo tipo de formaciones. ¿Qué es lo que te atrae del formato trío?
-Soy más de sentir que todo esto es cuestión de química, lenguaje y códigos compartidos. En ese sentido, creo que el encuentro con Hernán y Flavio es parte esencial del espíritu de la banda. Después, el hecho que se trate de un trío de batería, piano y contrabajo, es de algún modo circunstancial, porque esta química puede darse incluso en formaciones instrumentalmente menos arquetípicas. Poder contar con ambos es una garantía de que todo viaje emprendido en esta aventura será divertido e irá encontrando siempre nuevos puertos.
Tener enfrente a Giunta y no preguntarle sobre los tremendos personajes con que se topó en el pasado, sería no tenerlo enfrente. Pues a ellos también se refiere. Al Gran Rex en que se sentó a la batería del Wayne Shorter Quartet, en 2011, al lado del saxofonista, de Danilo Pérez y de John Patitucci, lo caratula como un “evento mágico”. “La sensación de estar inmerso en un mar nunca antes visitado, en el cual se iban presentando aventuras nuevas y plenas de manera permanente, fue algo que me marcó fuerte”, evoca. A su ya lejano encuentro con Herbie Hancock en el Centro Cultural San Martin (fue en 1998) lo recuerda como “motivador”. Y al cercano concierto junto a Branford Marsalis (octubre del 2022, en el Mendoza Sax Fest) como “tremendo”. “Fue realmente tremendo ver a Marsalis al lado de mis tíos y toda mi familia allá, y verlos recorrer aquellas calles que son parte inolvidable de mi infancia”, dice Giunta, por supuesto mendocino. “Fue algo mágico y simbólico, porque sentí que sobre el escenario estaba no solo toda mi familia sino también todo ese público alucinante que había colmado ambas salas, y que estaba compuesto por gente de mi provincia amada”.