Alexandria Ocasio-Cortez es quizás la figura representativa del ala más progresista del Partido Demócrata en los Estados Unidos. Además de su condición de mujer, destacándose en un ambiente político muy machista, es católica, de ascendencia latina y menor de 35 años. Una rara avis que ya tiene casi cinco años como representante (o sea, diputada nacional) por el 14º distrito de Nueva York, y que en los últimos días fue noticia en la Argentina por haber expuesto los vínculos de Paul Singer (quien fuera el principal litigante de los fondos buitre contra nuestro país) con Samuel Alito, juez de la Corte Suprema a quien en 2008 le pagó un viaje de 100 mil dólares para ir a pescar.

“Tenemos una corrupción extraordinaria y una compra al por mayor de miembros de la Corte Suprema”, dijo la congresista al exponer el caso en un comité de la Cámara Baja en su país, que llegó a ser compartido por Cristina Fernández de Kirchner en Twitter. Alito fue uno de los jueces que en 2014 falló en contra de la Argentina en favor de Singer, que embolsó 2400 millones de dólares. “No fue una mala ganancia luego de la inversión en aquel viaje de pesca”, dijo Ocasio-Cortez, tras mostrar una foto sonriente de los pescadores Alito y Singer que certifica el conflicto de intereses.

Del Bronx al Congreso

El ascenso político de Ocasio-Cortez fue meteórico. Nació en el Bronx en 1989. Su madre es puertorriqueña. Su padre también nació en el Bronx, hijo de inmigrantes de la isla caribeña. La joven Alexandria destacó en microbiología y dejó Nueva York para ir a estudiar en la Universidad de Boston. Debió interrumpirlos para volver a Nueva York por la muerte de su padre, lo que derivó en un traumático juicio de sucesión.

A raíz de esa experiencia diría más tarde que “aprendí de primera mano cómo los abogados designados por el tribunal para administrar un patrimonio pueden enriquecerse a expensas de las familias que luchan por entender la burocracia”. Debió lucha con su madre para evitar que les ejecutaran la hipoteca de la casa familiar. En el medio, mientras cursaba estudios, tuvo paso por la oficina del senador Ted Kennedy como parte del equipo de asesores.

Comenzó a trabar en educación tras graduarse en relaciones internacionales y economía, y tuvo su bautismo político como parte de la campaña de Bernie Sanders en 2016. Ese año, el senador por Vermont perdió la nominación presidencial demócrata a manos de Hillary Clinton, después derrotada por Donald Trump.

En 2017 comenzó a planear su campaña para llegar al Congreso. No la tenía fácil. Su rival en la interna era el congresista Joe Crowley, electo en 1998 (en Estados Unidos se votan todos los diputados cada dos años). Sin embargo, dio la sorpresa. Le ganó con el 56 por ciento de los votos. El nombre de la joven latina comenzó a sonar en los medios. Crowley compitió en las elecciones pese a perder la primaria. Fue por afuera y Ocasio-Cortez lo aplastó a él y al candidato republicano: cosechó el 78 por ciento de los votos, con el apoyo, entre otros, del expresidente Barack Obama. No tuvo problemas para revalidar su banca en 2020 y 2022 con números muy similares.

Una congresista que baila

Después de su primera elección, y antes de asumir, la flamante congresista fue víctima de un ataque cibernético. Una cuenta anónima de Twitter divulgó un video de su época universitaria, en el que se la veía bailando. Se trataba de un videoclip que se subió a las redes con la idea de desprestigiarla. Respondió con un video de ella bailando frente al Congreso.

Apenas asumió, un congresista republicano, Scott Dunn, se burló en Twitter llamándola “bimbo”, un término despectivo para significar que alguien es “linda, pero tonta”. Ocasio-Cortez lo asoció al affaire del video y respondió: “Al parecer, al Partido Republicano le parece escandaloso que las mujeres bailen. Esperen a que se enteren que las congresistas también bailan”.

Su gestión legislativa quedó marcada por su defensa de los derechos de las mujeres, la defensa del libre acceso a la salud y la educación gratuita, el control de armas y el apoyo a los programas de trabajo. Así, logró cada vez más protagonismo.

Testigo del asalto al Capitolio

Ocasio-Cortez acababa de asumir su segundo mandato, en enero de 2021, cuando concurrió al Congreso para la sesión en la que ambas cámaras iban a certificar el triunfo electoral de Joe Biden. Hasta entonces, desde noviembre de 2020, Donald Trump se había a negado a reconocer su derrota y blandía la teoría de un fraude. El 6 de enero de 2021, la congresista de origen latino presenció dentro del Capitolio lo que probablemente sea el acto de mayor gravedad institucional en Estados unidos a excepción de los magnicidios presidenciales: el asalto de una turba de fanáticos trumpistas, que se saldó con cinco muertos y un segundo juicio político para Trump, algo inédito en un solo mandato de cuatro años.

Un mes más tarde de la toma del Capitolio, Ocasio-Cortez contó su experiencia en un video de Instagram. Cuando las hordas de fanáticos irrumpieron, ella se escondió en el baño de su oficina y desde afuera le llegó la voz de un policía que le ordenó evacuar a otro edificio. Como el policía no se identificó, Ocasio-Cortez pensó que podía ser un atacante. Al final pasó esas horas en la oficina de otra congresista. En el video confesó que en esos momentos pensó que iba a morir. Y habló de un episodio de violencia sexual que había sufrido en su juventud, una experiencia traumática cuyas sensaciones regresaron por los hechos del 6 de enero.  

Una voz contestataria

El progresismo de la joven legisladora va bastante más allá de la moderación de los demócratas, al punto tal de ser una crítica del Estado de Israel. Se manifestó en favor de que los palestinos tengan un estado y en julio de este año, junto con otros ocho congresistas demócratas, votó en contra de una resolución que no considera racista a Israel y que deslinda toda acusación de apartheid contra los palestinos. También estuvo entre los 56 congresistas que votaron para que el gobierno de Biden retire tropas de Siria

A esto se suma su apoyo a la lucha del colectivo LGBTQ y al derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Cuando en julio de 2022 la Corte Suprema dio marcha atrás con el histórico fallo de 1973 que habilitaba el aborto, fue arrestada con otras 16 congresistas por negarse a despejar una calle durante una protesta frente a la Corte Suprema. Un año después, uno de los jueces es el blanco de Ocasio-Cortez por sus vínculos con un fondo buitre. 



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