Escritor, editor y traductor, Christian Kupchik falleció este viernes a los 68 años. Su muerte causó conmoción en el ambiente literario. Desde hacía tiempo peleaba contra el cáncer. Figuras de la literatura argentina lamentaron la muerte de un hombre erudito, que destacaba tanto por esa característica como por su calidad humana. Las redes sociales se poblaron de mensajes de congoja por alguien muy querido.
Había nacido en 1954 en Buenos Aires. Fue traductor del inglés, francés, italiano, sueco, noruego y danés, y era especialista en filología de lenguas nórdicas y literatura de viajes. Tradujo a Honoré de Balzac, August Strindberg, Henrik Ibsen, Georges Perec, Tomas Tranströmer (Premio Nobel 2011) y Tove Jansson.
Fue autor de libros de poesía (Los colores de la vigilia) y de relatos (Fuera de lugar y Pranzalanz), además del volumen Todos estos años de gente. Encuentros con escritores notables, que reúne entrevistas a autores como Jorge Luis Borges, John Updike y Susan Sontag. Fue el responsable de la revista Siwa, una exquisita publicación de, como se presentaba, “literatura geográfica” y creó el sello Club Burton, orientado a la literatura de viajes. Con el escritor Jorge Consiglio había creado la editorial Leteo, en la que se publicaron obras de autores como Fernando Pessoa, Raymond Queneau, Hjalmar Söderberg y Iuri Tinianov, además de autores argentinos como Natalia Gelós, Mario Ortiz, Pedro B. Rey y Lucas Margarit.
También escribió el prólogo y las notas de Arquitectura del cielo, de Emanuel Swedenborg. Seleccionó y prologó los textos de libros de viajes, fue uno de los fundadores del sello Paradiso, dirigió colecciones en Paidós, y fue un infatigable lector. En agosto de 2022, durante la Feria de Editores, había recibido el premio a la trayectoria. Un año después estuvo en el stand de Leteo, en una de sus últimas apariciones.
La escritora y editora Paula Pérez Alonso escribió en Facebook: “Una rara avis nos ha dejado demasiado antes de tiempo. No hay consuelo ni resignación. Pero lo encontraremos en sus poemas, en sus libros y antologías, sus prólogos, sus textos críticos, su registro, su mirada, en la editorial preciosa que creó en la pandemia y una revista digital donde nos invitaba a contribuir con nuestros textos porque en un momento tan raro y difícil, me dijo, ‘hay que crear un poco de belleza‘.
El sociólogo Pablo Alabarces también lo despidió en las redes sociales. “Mi casa está sembrada con los libros que Christian Kupchik nos aconsejaba, porque era un lector fenomenal; también con los que traducía, porque fue un gran traductor. Pero también con los que editaba, porque fue un editor formidable, tan cuidadoso como creativo –los libros de Leteo son objetos tan deliciosos como textos tan sorpresivos. Y con los que escribía, porque nada de la literatura le era ajeno: narrador original -mezcla rantifusa de Borges con los japoneses-, poeta amoroso, periodista cultural de los que descubren, más que de los que celebran”.
Sergio Olguín, en Twitter, afirmó que Kupchik “tenía la mejor prosa de todos nosotros porque siempre fue un poeta. Había que escucharlo leer en voz alta. ¿Cuántos idiomas hablaba? ¿Cinco, seis? ¿Cuántas publicaciones y editoriales creó? Siempre tenía un proyecto por hacer. Siempre había un viaje por realizar. Despertaba amor como otros despiertan desprecio o indiferencia. Imposible que alguien no quisiera ser su amigo, no se sintiera su amigo, después de charlar con él. Llegaba con su sonrisa, con su aspecto de noble ruso en el exilio, y cautivaba a todos”.
El escritor Jorge Consiglio, que lo acompañó en la aventura de Leteo, aseguró: “Christian es una de las mejores personas que conocí en mi vida, un amigo muy grande, muy fuerte. Tuve el premio de compartir con él parte de mi vida, y la verdad que con su muerte se va un indispensable, un fuera de serie, una persona que se sale de los moldes”.
La página de Facebook de Leteo lo despidió así: “Cuando nació Leteo, la premisa de Christian Kupchik era generar una editorial-río que proteja de la raíz de lo efímero; donde los libros aporten una memoria nueva del presente y el porvenir. Gracias Christian por ser el maestro que fuiste. Te vamos a extrañar, te vamos a recordar en cada uno de los libros que editaste, tradujiste y escribiste. Gracias Chris, por protegernos de la raíz de lo efímero”.