El siglo XX se transformó en la usina de los campeonatos mundiales de fútbol. En 1930 se desarrolló el primer Mundial para las selecciones mayores. Luego se llevó a cabo el Mundial Sub 20 en 1977, provocando un éxito deportivo, que desencadenó la inauguración del Mundial Sub 16 en 1985. Seis años después, en 1991, se dictaminó la edad límite permitida hasta la actualidad: 17 años.
Para la Selección Argentina, esta cronología presenta contraposiciones en el tiempo, en cuanto a torneos mundiales obtenidos. Tres veces campeón del mundo en mayores y seis veces ganador del Mundial Sub 20, siendo la más laureada del certamen. Sin embargo, el Mundial Sub17 –que se juega cada dos años– se convirtió en su mayor némesis, ya que nunca pudo superar la barrera de las semifinales. Los mejores resultados fueron en 1991, 1995 y 2003, al lograr el tercer puesto.
Si bien este campeonato le es esquivo históricamente a la Argentina, dicho torneo juvenil persigue otra misión deportiva: formar el talento de aquellos que están dando sus primeros destellos o que son desconocidos dentro de la órbita popular. De esta manera, emergieron jugadores que representaron la habilidad del futbolista argentino: Gallardo, Verón, Gago, Redondo, Tevez, entre otros.
Dentro de los nombres rutilantes que disputaron el Mundial Sub 17, aparece el de Pablo Aimar. Como futbolista jugó el Mundial de 1995. Y las vueltas de la vida, lo posicionaron como entrenador de dicha categoría en el año 2019, cuando clasificó al Mundial de Brasil –de ese mismo año–, al salir campeón del Sudamericano en Perú. La participación mundialista de la Selección en tierras brasileñas duró hasta octavos de final, al ser derrotada 3 a 2 por Paraguay.
Luego de su travesía por las divisiones inferiores de la albiceleste, Aimar recaló en la Selección mayor, como ayudante de Scaloni, junto a Samuel y Ayala. Amistad que se forjó durante la Era Pekerman, y como es de público conocimiento, ganadores de todo como cuerpo técnico (Copa América 2021, Finalissima y Mundial de Qatar 2022).
Dentro de este relato, aparece un nuevo protagonista. Diego Placente, quien era el asistente técnico de Aimar en la Sub 17, tomó su lugar y dirigió al combinado juvenil durante el Sudamericano de Ecuador 2023, después del periodo de suspensión deportiva ocasionada por el covid, donde logró la clasificación al Mundial que se disputará desde este viernes al 2 de diciembre, en Indonesia.
En el recorrido, el dúo Aimar-Placente comparten una misma filosofía: la Sub 17 es un espacio donde se alienta al jugador a que sea espontáneo y a que no tenga temor por intentar. Parafraseando a Placente: “incentivar a que se animen”. Ante esa búsqueda por la espontaneidad, empezaron a surgir promesas que se destacaron durante el Sudamericano 2023 y que jugarán el Mundial asiático, entre ellos, el capitán Claudio Echeverri (River), Santiago López (Independiente), Ian Subiabre (River) y el goleador Agustín Ruberto (River). Promesas que empezarán su camino mundialista el sábado 11 frente a Senegal, para después cerrar lo que resta del grupo, el martes 14 ante Japón y el viernes 17 contra Polonia.
Los tres rivales de la Argentina elevan la vara competitiva. Japón ganó la Championship asiática luego de derrotar a Corea del Sur 3 a 0; Polonia llegó a semifinales del europeo Sub-17, donde cayó 5 a 3 ante Alemania; y Senegal se aseguró la Copa de África, al ganarle en la final a Marruecos, 2 a 1.
Análisis del juego
Años atrás, descubrir los movimientos del rival era engorroso. Si atravesamos el Mundial de Francia 98 y Corea y Japón 2002, nos situamos en una AFA que no tenía Departamento de Videoanálisis. Las ediciones eran horas silla y se hacían por VHS. Luego viró hacia el DVD. Cuando Basile arribó como entrenador de la Selección mayor en septiembre de 2006, la Asociación del Fútbol Argentino ya había comprado softwares para el análisis del juego a través de las imágenes. El video analista en esa época era Eduardo Giménez, que hoy sigue cumpliendo el mismo rol, siendo uno de los integrantes del cuerpo técnico de Placente.
El 30 de octubre, la delegación partió rumbo hacia Indonesia. Justo en la fecha del natalicio de Diego Maradona. Tal vez un guiño profético. El destino lo dirá. Ese mismo día, Página/12 dialogó con Giménez sobre el potencial que tienen los rivales que enfrentará la Argentina y sobre cómo es la formación en juveniles.
–¿De qué manera analizás la zona de grupo que le tocó a la Argentina?
–Al tener tanta información, armamos el plan de trabajo para que los chicos sepan con quién se van a enfrentar y reconozcan las fortalezas y los defectos. Partimos de algo lindo: a Placente le encanta el análisis y se involucra de lleno. La idea es que el chico entrene en base a lo que sucede en un campo de juego. No debe alejarse de esas situaciones. Senegal es una Selección que técnicamente no es tan dotada o tiene distracciones, pero con mucha fuerza desde lo individual, característica del jugador africano. Japón ha progresado muchísimo. Juegan muy bien al fútbol. De Polonia, aún no tengo un análisis exhaustivo porque es el último partido del grupo. En escala, creo que Japón está por encima, por su técnica.
–¿Cómo es abordar al juvenil teniendo como entrenador actual a Placente y con anterioridad a Aimar?
–Ellos vienen de la escuela de Pekerman. Hay una línea a seguir donde al chico hay que dejarlo ser. La idea es darles juegos en los entrenamientos para que ellos sean creativos. Al mismo tiempo, les hablamos sobre los por qué de cada momento de un partido. Sucede que ellos en el campo tal vez no se dan cuenta de ciertas situaciones o cometen errores. Entonces nosotros buscamos corregir eso para que lo puedan resolver e ir mejorándolos como jugadores.
–Más teniendo en cuenta que están en una instancia de formación…
–Exacto. Hay mucho de pedagogía en el ámbito juvenil. El video análisis es un granito más de arena de lo que nosotros buscamos en ellos: la diversión. Desde las imágenes, buscamos que ellos interpreten virtudes y defectos colectivos e individuales. Le inculcamos cuatro pilares: responsabilidad, disfrute a la hora de jugar, que vean el fallo como algo inherente al juego y que se sientan parte de la Selección. Y algo que no debe perder un chico de 16 y 17 años: la gambeta. Porque es la esencia del jugador argentino.