Elon Musk, Bernard Arnault, Jeff Bezos, Larry Ellison y Mark Zuckerberg: la riqueza de los cinco billonarios más ricos del mundo se duplicó desde el 2020, a medida que el 60 por ciento de la población mundial se fue volviendo más pobre. Entre las causas de esa desigualdad, el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam) apunta directamente al poder empresarial y monopolístico. La respuesta: revitalizar al Estado y regular al sector privado. Argentina, a contramano.
“En solo tres años, hemos experimentado una pandemia mundial, nuevas guerras, una crisis del costo de la vida y el colapso climático. Cada una de estas crisis ha ensanchado la brecha, no tanto entre los ricos y las personas que viven en la pobreza, sino entre una minoría de oligarcas y la inmensa mayoría de la población mundial. En el año 2024, existe un
peligro muy real de que estos extremos tan alarmantes se estén
convirtiendo en la nueva normalidad“, advierte la organización Oxfam en el informe Desigualdad S.A. que publicó, como ya es tradición, el mismo día que las élites gubernamentales y las principales organizaciones y empresas internacionales se reúnen en el Foro Económico Mundial de Davos del que participará el presidente argentino Javier Milei.
Millonarios y empresas, un solo corazón
El informe estima que la riqueza apropiada por los billonarios de todo el mundo creció 34 por ciento (3,3 billones de dólares) desde 2020, a un ritmo tres veces mayor que la tasa de inflación mundial. Las estimaciones realizadas por la organización no gubernamental Oxfam tienen nombre y apellido: “El poder empresarial y monopolista es una máquina implacable de generación de desigualdades“, sentencia Oxfam.
Los grandes empresarios que estarán esta semana en la localidad suiza de Davos para participar del tradicional foro son los beneficiarios de ese acelerado proceso de concentración. La investigación explica que el crecimiento patrimonial de los billonarios estuvo acompañado por una reducción de la calidad de vida de las personas más pobres (generalmente mujeres, personas racializadas y grupos excluidos de la sociedad), a las que “la vida cotidiana se ha vuelto aún más difícil”. En números, los salarios de casi 800 millones de trabajadores no se mantuvieron a la par de la inflación y consecuentemente perdieron 1,5 billones de dólares en los últimos dos años, lo que equivale a que cada empleado trabajó 25 días “gratis”.
Argentina está inmersa en la misma dinámica. Las mediciones difundidas en diciembre por el Indec evidencian que el 10 por ciento más rico de la población tiene ingresos 14 veces más altos que el 10 por ciento más pobre.
El informe cala más hondo y explica que las personas más ricas no solo son las mayores beneficiarias de la economía global, sino que también ejercen un control sobre ella. “Nunca antes en la historia habíamos tenido una concentración de la propiedad tan grande.
Nunca antes en la historia habíamos visto una clase multimillonaria con tanto poder político“, aseguró en el prólogo del informe el ex candidato a presidente de Estados Unidos Bernie Sanders. “Los nuevos cálculos de Oxfam arrojan luz sobre el volumen de activos financieros globales que pertenece al 1 por ciento más rico”.
Las grandes empresas multinacionales son las otras grandes ganadoras en este periodo de crisis: “Los beneficios de las mayores empresas experimentaron
un aumento del 89 por ciento entre 2021 y 2022”, asegura el informe. Los sectores más beneficiados son la energía (las 14 compañías de petróleo y gas tuvieron ganancias en
2023 un 278 por ciento superiores al promedio de 2018-21); el financiero, (22 compañías del sector obtuvieron
ganancias extraordinarias de 36.000 millones en 2023); farmacia (11 empresas farmacéuticas obtuvieron 41.300 millones de dólares en
beneficios extraordinarios en 2022). “Estos beneficios se concentran en manos de un puñado
de empresas: a nivel mundial, el 0,001 por ciento de las mayores
empresas reciben aproximadamente un tercio de los beneficios
empresariales totales”.
Un mundo maravilloso
Elon Musk, cuya fuente de riqueza son las empresas Tesla (fabricante de coches eléctricos) y la de cohetes SpaceX, fue el gran ganador en los últimos años. Su riqueza alcanzó los 254.900 millones de dólares en 2023 según la revista Forbes, un 74 por ciento más que a principios de año, y un 737 por ciento más que en marzo de 2020 en términos reales.
El fundador de Amazon, Jeff Bezos, cerró el 2023 con una fortuna de 172.300 millones de dólares, un 60,5 por ciento más que cuando comenzó el año. Larry Elison, fundador de la empresa de software Oracle, cerró el 2023 con una fortuna de 133.200 millones de dólares, un 30 por ciento más que cuando comenzó el año.
En cuarto lugar Mark Zuckerberg, fundador y dueño de Facebook, terminó el 2023 con 118.600 millones de dólares de patrimonio, 171 por ciento más rico que cuando comenzó el año. “Después de un 2022 especialmente duro —con un desplome del precio de las acciones, una caída de los beneficios y despidos significativos en el cuarto trimestre— Zuck ha vuelto rugiendo, sumando unos 75.000 millones en riqueza, mientras los accionistas aplauden su “año de la eficiencia”. Las acciones de Meta, empresa matriz de Facebook, han subido un 178 por ciento hasta el 15 de diciembre, lo que supone el mejor año de su historia”, resume Forbes.
Finalmente Larry Page, fundador de Google, se hizo en 2023 un 44,5 por ciento más rico alcanzando un patrimonio neto de 111.700 millones de dólares. Las proyecciones para 2024 son mejores: “los inversores esperan el software de inteligencia artificial Gemini que el gigante tecnológico lanzará en 2024. Alphabet, cofundada por Page y Sergey Brin en 1998, lanzó el chatbot Bard en marzo”, explica Forbes.
Argentina, a contramano
Casi como un manual sobre lo que no está haciendo Argentina, Oxfam recomienda “tres pasos prácticos para controlar el poder empresarial”. El primero, revitalizar el estado: “Un Estado fuerte y eficaz es el mejor baluarte contra el poder
empresarial”, asegura la organización. En esa linea, recomienda regular al sector privado para ” evitar injusticias
en sus cadenas de suministro, tanto a nivel nacional como
internacional” y finalmente, reinventar al sector empresarial a través de políticas de fomento.
Todas ponen en primer plano la participación de un Estado que Argentina quiere reducir al mínimo. Un Estado al que el gobierno actual pretende quitarle todo poder de regulación a este sector privado que en el mundo quieren controlar. Una Argentina a contramano.