Ya no se trata del mal menor, ni de evitar la lógica catástrofe que introduciría la derecha. No se trata de cambiar ahora las condiciones del capitalismo ni de encontrarnos con el sujeto histórico que frene por fin el neoliberalismo. Se trata de un pequeño relato que fue tomando fuerza gracias a la decidida obstinación del candidato Massa. Un candidato que transmite algo inconfundible, parece haberse preparado durante toda una vida para lo que está haciendo, y eso merece un apoyo alegre y confiado. Señalemos que también, lo acompaña Rossi un candidato a Vicepresidente de una gran talla ética y política.

En esa pequeña historia, referida tan solo a una coyuntura electoral, ha venido surgiendo un verdadero entusiasmo, una nueva responsabilidad que se asume de un modo afirmativo, incluso en la pequeña épica que surge cuando no solo se puede dar vuelta un partido que comenzó mal sino que puede permitir que el abanico de proyectos militantes que atraviesan a la Nación continúen con una nueva pujanza.

Obviamente, existen grandes proyectos transformadores en Argentina que no se identifican a la fórmula de la Unión por la Patria, pero votar por una representación política no implica que se tenga que identificar exhaustivamente con lo que se vota. La relación entre la representación política y los representados, siempre problemática, constituye ahora más que nunca, a uno de los debates que atraviesa a toda la contemporaneidad de nuestra cultura. La elección, es dentro de un proceso electoral, es una apuesta siempre responsable y la verdadera responsabilidad es que la Unión por la Patria conduzca el gobierno. Es una responsabilidad que va más allá del gobierno que componga Unión por la Patria, es una responsabilidad frente a una historia a la que todavía le queda muchas cosas por decir y donde se puso mucha energía para que la trama que la sostiene aún insista. Ahora más que nunca, cuando la canalla gorila y ultraderechista, de buena gana borraría esa historia. 

Massa ha sabido construirse como un actor que sabe lo que quiere y lo que debe hacer. A diferencia de aquellos que están invadidos por un apego patológico al poder, Massa ha sabido transmitir que tiene un deseo decidido que no retrocede frente a las circunstancias difíciles. La izquierda situada fuera del peronismo, debería por una vez al menos, poder reconocer esto. Si lo hiciese, no solo no se reduciría su propio espacio sino que seguramente alcanzarían un nuevo horizonte en sus proyectos. 

Lo que ha acontecido en Argentina es muy grave y no se explica solo por el desastre económico. Un nuevo tipo de fascismo envuelve a muchos en sus redes. Massa y Rossi representan ahora el inicio de una nueva reconfiguración política, la condición fundamental para seguir jugando nuestro partido, el partido del amor a la Argentina y su pueblo.



Fuente-Página/12