Los aviones de las Fuerzas Armadas sobrevuelan y bombardean el Palacio de la Moneda. En la casa de gobierno chilena, el presidente Salvador Allende (Alfredo Castro) y Manuel Ruiz (Pablo Capuz), su joven asesor español, se protegen como pueden ante un final escrito con sangre. “Alguien tiene que contar lo que hemos vivido, Manuel. Andate”, le ordena Allende al joven. “Esa  fue la última vez que lo vi, hace 50 años -relata el joven en voz en off-. Un día sordo y trágico al mismo tiempo. Poroso, incompleto. Para algunos, era un marxista fanático. Para otros, el primer revolucionario en llegar a la presidencia de un país por la vía democrática. Para mí era… para mí Allende es muchas cosas. Mis recueros de aquel día son inciertos. Como tantos jóvenes de esa época, me hice viejo de un momento a otro. Dos semanas después de ese día volví a España. Sobreviví y ahora estoy aquí para contarlo”. Así comenzó Los mil días de Allende, la interesante miniserie que la TV Pública emite todos los jueves a las 22.30, con motivo del aniversario por los 50 años del golpe que derrocó al gobierno socialista.

Las ficciones históricas se diferencian con el registro documental en que le permiten a los espectadores tener la posibilidad de acercarse emocionalmente a hechos reales, reconstruir situaciones y momentos de los que solo hay testimonios orales. El proceso revolucionario que Allende encabezó en Chile, desde la campaña presidencial hasta el golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973, pasando por los atentados y el boicot interno y externo que sufrió su gobierno, encuentra en la miniserie de cuatro capítulos un abordaje distinto al ya transitado por el revisionismo histórico periodístico. A través de las actuaciones y la recreación de los hechos más significativos de aquellos mil días, pero también de los cotidianos, la ficción se sumerge en la Chile socialista con perspectiva política pero sin perder atractivo dramático.

Los mil días de Allende cuenta la historia de los últimos tres años de vida del presidente Allende y la experiencia de la Unidad Popular. Lo hace desde la visión de Manuel Ruiz, un joven español de sólo 25 años que desde la campaña presidencial se convirtió en el asesor más cercano del mandatario, personaje de ficción inspirado en Joan Garcés, autor del libro Allende y la experiencia chilena. A lo largo de cuatro capítulos de una hora de duración, la miniserie íntegramente filmada del otro lado de la Cordillera de los Andes narra la historia de un líder político que quiso hacer realidad un proyecto único en el mundo, dispuesto contra viento y marea a cambiar estructuralmente a la sociedad chilena y dignificar la vida de su pueblo pacíficamente. La conspiración encabezada por el entonces comandante en jefe del ejército y luego dictador Augusto Pinochet terminó no solo abruptamente con el proceso revolucionario quiso instaurar en Chile sino también con el propio Allende, que se quitó la vida en La Moneda durante aquel golpe militar.

El relato -que se vale de algún material de archivo para su narración- tiene la virtud de trascender a la figura política, militante, estratega y consecuente de Allende, de la cual se ha escrito en profundidad. No es que no lo muestra en acción, analizando cada paso que dio en la intimidad y rodeado de su colaboradores más estrechos, para destrabar primero el intento de que no asumiera la presidencia vía el Congreso y luego sortear cada uno de las dificultades que el poder chileno -avalado y promovido por Estados Unidos, con Richard Nixon y Henry Kissinger a la cabeza- expuso para derrocarlo y hacer necesaria la intervención militar. Esa faceta forma parte estructural de la serie, pero no se limita a retratar al hombre político.

Amparándose en las libertades que otorga la ficción, Los mil días de Allende permite aproximarse al costado menos conocido del ex presidente, gracias a un trabajado guión y a la gran interpretación del actor chileno Alfredo Castro en la piel del líder político. La serie muestra un Allende tridimensional: al político se le suma el cariñoso papá de sus hijas y especialmente de Tati (Susana Hidalgo) y al hombre que en medio de su gestión de gobierno no dejaba de lado la posibilidad de enamorarse. Casado con Hortensia “Tencha” Bussi (Aline Küppenheim), Allende vivió una relación amorosa y cotidiana con su secretaria privada Miria “Payita” Contreras (Francisca Galván) y un romance furtivo al final de su vida con Gloria, la hija de Jorge Eliécer Gaitán, el principal caudillo liberal de Colombia (asesinado en 1948 en Bogotá).

Estrenada en la plataforma de streaming Riivi, Los mil días de Allende se puede ver en la actualidad en Chile a través de la pantalla estatales de Televisión Nacional y en España por medio de RTVE. La miniserie, que se rodó entre mayo y julio de este año, contó con un equipo de cerca de 120 personas, incluyendo al elenco internacional, en el que se destaca el actor Benjamín Vicuña interpretando a Fidel Castro, y Pablo Capuz, el actor español que formó parte de la serie Merlí y que personifica al joven asesor de Allende, cuyo punto de vista asume el relato para contar la experiencia socialista chilena.



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