“Hombres de hierro que no escuchan la voz/ hombres de hierro que no escuchan el grito/ hombres de hierro que no escuchan el llanto/ Gente que avanza se puede matar/ pero los pensamientos quedarán”, canta León Gieco en la noche del viernes en el Teatro Coliseo. Está sentado con su guitarra, su voz y su armónica en el medio del escenario, como en los tiempos más oscuros del país. Los versos de “Hombres de hierro” resuenan en este presente y conservan sorprendente vigencia. “Pero los pensamientos quedarán, pero los pensamientos quedarán”, repite Gieco y el público entrega un aplauso efusivo, casi un desahogo. Transcurre la primera canción de Alza la voz, el espectáculo que “busca reflejar la fuerza cultural del rock” y que tiene como anfitriones a Lito Vitale, Hilda Lizarazu, Juan Carlos Baglietto y el propio Gieco.
En una puesta escénica dirigida por Leonardo Kreimer y un diseño audiovisual a cargo de Maxi Vecco, Alza la voz es una serie de conciertos que intenta realzar la vitalidad del rock y de alguna manera hacer un recorrido por su historia. Por eso, el repertorio no solo incluye canciones populares de los artistas anfitriones, sino que su riqueza consiste sobre todo en desplegar versiones de artistas disímiles vinculados al rock, desde Arco Iris hasta Wos, pasando por Babasónicos, Divididos, Pescado Rabioso, Charly García o Celeste Carballo. De hecho, en los primeros minutos del show se pudo ver en la pantalla gigante una breve filmación en la que Gieco y Lizarazu interpretan unos versos de “Arrancármelo”, de Wos.
“La misión es escuchar. Alzar la voz no es solo gritar. Los fantasmas del miedo no son la imperfección de la fantasía. Alzar la voz alza cualquiera. Gritar grita cualquiera. Nosotros alzamos la voz”, introdujo desde el escenario Lizarazu a modo de manifiesto de la juntada. Después de “Hombres de hierro” –mezclada con “Blowin’ in the Wind”, de Bob Dylan-, Baglietto se colgó la guitarra y comandó una potente versión de “Despiértate nena”, de Pescado Rabioso, ya con toda la banda activada y Lito Vitale al piano. Luego, el turno de ocupar la voz principal fue de Lizarazu y lo hizo con una versión de “El loco”, de Babasónicos. Desde el fondo, en un sillón hogareño, Baglietto acompañaba el ritmo con una pandereta al lado de Gieco.
La puesta escénica, entre costumbrista y psicodélica, tenía la particularidad de aprovechar toda la disposición del escenario. Cuando alguna voz principal tomaba el micrófono, el resto de los músicos acompañaban con algún instrumento, hacían coros o simplemente observaban desde el sillón o algún rincón del escenario. De este modo, el concierto fue ágil y dinámico, sin baches ni tiempos muertos: después de una canción, seguía otra inmediatamente. O bien, entre tema y tema, ocurría alguna situación grabada que se transmitía en la pantalla gigante.
El show continuó con una versión blusera y rápida de “El fantasma de Canterville”, con Gieco en guitarra y voz, Baglietto y Lizarazu en panderetas, y la sección de vientos bien al frente: Julia Di Paolo (trombón), Víctor David Carrión (saxo), Cecilia Dottore (trompeta) y Clara Lodillinsky (trompeta). Luego, el sonido de la flauta dio comienzo a “El témpano”, una canción popularizada por Baglietto que aquí cantó a dúo con Lizarazu. Es decir, se sucedían una batería de hits que no daban respiro.
Sin embargo, también hubo lugar para artistas de la nueva generación y para repertorios más actuales. De eso se ocuparon, por ejemplo, el multiinstrumentista tucumano Manu Sija y la cantante An Espil, quienes regalaron una versión con impronta folklórica de “Creo”, del trío cordobés Eruca Sativa. Espil también se lució con una interpretación soulera y sentida de “Una canción diferente”, de Celeste Carballo. Y Eruca Sativa tuvo otra participación, pero grabada: el trío apareció en pantalla con Lizarazu para entregar una versión acústica de “Sola en los bares”.
La voz colectiva, con todos en escena y aportando musicalidad, se hizo presente con “Jugo de tomate”, de Manal; “Mañana campestre”, de Arco Iris; y “Buscando un símbolo de paz”, de Charly García. Después de “Par mil” (de Divididos) y “Tratando de crecer” a cargo de Baglietto, Manu Sija le agregó una introducción con sampler a “Los Salieris de Charly”, uno los clásicos de Gieco más coreados por el público. El santafesino también interpretó “El rey lloró” (de Los Gatos) y su canción “El desembarco”, Y los versos, otra vez, quedaron rebotando en el aire: “La ignorancia a veces puede con un pueblo/ Y ganan tiranos y verdugos/ Creemos que la historia se hizo en un minuto/ Y todo lo vivido, un mal sueño/ A veces somos nuestros enemigos”. La perlita de la noche, tal vez, fue el cruce de dos canciones: “Tierra zanta”, de Trueno; con “Pensar en nada”, de Gieco.
“Quiero expresar mi apoyo a la lucha que está llevando adelante el Tercer Malón de la Paz (de Jujuy)”, dijo Gieco casi en el final del concierto y fuera de libreto. “Y también visibilizar que desde el 1 de agosto existe una vigilia pacífica instalada en Plaza Lavalle, frente al Palacio de Tribunales, donde reclaman la destitución de la reforma constitucional provincial y ser recibidos por la Corte Suprema. Invito a todos los medios de comunicación, artistas y políticos a que reflejen ese reclamo”, continuó el músico santafesino y cantó “Cinco siglos igual”, un de sus tantos temas escritos para defender los derechos humanos. Entonces, sí, llegó el momento del final: todos juntos cantando la canción que le dio nombre a la juntada, “Alza la voz”, de Pajarito Zaguri.