Los conservadores reforzarán su control del parlamento de Irán, según resultados parciales publicados este domingo de las elecciones del viernes, en las que se registró una abstención récord en los 45 años de existencia de la República Islámica.
Los del viernes fueron los primeros comicios organizados desde las masivas protestas desencadenadas por la muerte en manos de la policía de la joven kurda Mahsa Amini en 2022, detenida por presuntamente incumplir el código de vestimenta que obliga a las mujeres a llevar velo.
La incógnita de esta elección era la participación porque, para el poder iraní, es una prueba de legitimidad en la escena internacional, marcada por fuertes tensiones regionales desencadenadas por la guerra en la Franja de Gaza entre uno de sus principales enemigos regionales, Israel, y el movimiento islamista palestino Hamas.
También se produjeron en un momento de dificultades económicas por la elevada inflación y las sanciones estadounidenses a Teherán.
Estaban llamadas a votar más de 61 millones de personas de una población de 85 millones, pero según medios oficiales la tasa de participación rondó el 41%.
Para el diario reformista Shargh, la principal consecuencia de esa fuerte abstención es que el próximo arlamento estará todavía más “en manos de los conservadores radicales” que “se beneficiaron de la reducida participación”, según la agencia de noticias AFP.
Además, según algunos medios, el número de votos en blanco o nulos habría sido superior al de anteriores elecciones.
La principal coalición de partidos reformadores, el Frente de las Reformas, no concurrió, tras denunciar unas “elecciones carentes de sentido” porque numerosos de sus candidatos fueron inhabilitados.
Las cifras de participación divulgadas hoy indican una tendencia a la baja en el país. En las últimas legislativas, organizadas al principio de la crisis del Covid-19 en 2020, la asistencia fue del 42,57%, la peor tasa de participación desde la Revolución Islámica de 1979.
En Teherán, donde la participación fue de alrededor de 25% según algunos medios, 12 diputados electos pertenecen a la corriente ultraconservadora, que defiende el gobierno del presidente Ebrahim Raisi.
Los candidatos más moderados fueron derrotados o tendrán que presentarse a una segunda vuelta en abril o mayo, necesaria para atribuir las bancas restantes de la capital.
Aun con la baja participación, las autoridades manifestaron su satisfacción, y sostuvieron que “el plan de boicot de las elecciones fomentado por los enemigos del extranjero” no funcionó.
Se trata de “una nueva derrota histórica infligida a los enemigos de Irán tras los disturbios” de 2022, afirmó el sábado Raisi.
El líder supremo, el ayatollah Ali Jamenei, había pedido al cierre de la campaña unas “elecciones fuertes y fervientes” porque “es importante mostrar al mundo que la nación está movilizada“.
El viernes, después de votar, insistió en el mismo mensaje: “Observadores de todos lados siguen los asuntos de nuestro país, hagan felices a los amigos (de Irán) y decepcionen a quienes nos deseen lo peor”.
En la misma línea, el jefe de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, Hossein Salami, afirmó que “cada voto es como un misil disparado al corazón de nuestros enemigos más fuertes”.
Los resultados se esperaban para hoy o mañana, pero difícilmente perturbarán la balanza de fuerzas en el Parlamento, donde conservadores y ultraconservadores disponen de más de 230 de las 290 bancas.
Los candidatos deben ser aprobados por un consejo cuyos miembros son nombrados o autorizados por el líder supremo. En esta ocasión dieron luz verde a 15.200 aspirantes de los 49.000 que se postularon.