La ONU, a través de agencias especializadas y de cooperación, afirmó que luchan para impedir un brote de enfermedades tras las inundaciones que arrasaron la ciudad libia de Derna y dejaron miles de desaparecidos, en tanto que advirtió que intentan prevenir una “crisis devastadora”. 

La Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) indicó, a través de un comunicado, que equipos de nueve agencias de la ONU estuvieron sobre el terreno dando ayuda y apoyo a los damnificados por la tormenta Daniel y las súbitas inundaciones que golpearon Derna y otras localidades del este de Libia. 

La tormenta llegada del Mediterráneo golpeó Derna el 10 de septiembre y provocó el colapso de dos presas situadas en el cauce del río que cruza la ciudad, desatando una caudal parecido a un maremoto, consignó la agencia de noticias AFP.

La inundación dejó más de 3.000 muertos, según el último balance del Gobierno que controla el este de Libia, y hay miles de desaparecidos. Las autoridades locales, las agencias de ayuda y el equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifestaron su preocupación “por el riesgo de propagación de enfermedades, en particular por el agua contaminada y la falta de higiene”, según un comunicado de la misión de la ONU. La misión de la OMS “sigue trabajando para prevenir la propagación de la enfermedad y evitar una segunda crisis devastadora en la región”, añadió. 

En los últimos días, los equipos de Unicef, la agencia de la ONU para la Infancia, repartieron “cajas con insumos médicos de emergencia” para que los servicios de atención primaria puedan atender a 5.000 personas durante tres meses, se indicó. Además, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) suministró raciones a 5.000 familias y la OMS fletó 28 toneladas de insumos médicos.

Una ola de 20 metros

Eran las dos de la mañana cuando unos gritos de desesperación despertaron a Abdel Moneim Awad al Sheikh. Al levantarse descubrió que el agua se propagaba por todas partes hasta arrancar las puertas de su casa en Derna.

Delante de su casa en ruinas, Abdel Moneim, con la mirada perdida ante un paisaje desolador, recuerda cómo él y su familia sobrevivieron a la catástrofe, que ha dejado miles de muertos y desaparecidos.

“Me fui de casa sin llevarme nada, sólo mis gafas y el teléfono móvil. Salí y vi el agua golpear las puertas de hierro como un terremoto”, explica a AFP este hombre de 73 años.

Algunas partes de Derna, como edificios e infraestructuras, quedaron destruidas por la tromba de agua y los puentes que unían el este y el oeste de la ciudad también desaparecieron. La mayoría de víctimas quedaron sepultadas por el lodo o fueron arrastradas hasta el mar Mediterráneo.

Entre la casa de Abdel Moneim y el río que cruza la ciudad, “había tres o cuatro edificios”. “Ahora no hay nada, sólo tierra, como si nunca hubiera habido construcciones”, dice.

El piso de su casa, en la primera planta, está recubierto de una espesa capa de tierra seca. Las ventanas están destrozadas y las paredes llenas de grietas o a pedazos. Vive en ella con su mujer. Sus dos hijos ocupan con sus familias los otros niveles del edificio. Cuando el torrente destruyó la puerta de su casa, subieron a la cuarta planta. Pero no fue el fin de su “pesadilla”.

Abdel Moneim cuenta que después de un cuarto de hora, “mi hijo gritó para decir que otra ola llegaba y que era mucho mayor que la primera, de unos 20 metros de alto”.

“Vi la muerte”

La familia decidió subir más, hasta el quinto piso, en el tejado de la casa de los vecinos. “Utilizamos una escalera de madera y nos quedamos (ahí) hasta el alba, cuando jóvenes voluntarios vinieron a rescatarnos”, recuerda.

Como Abdel Moneim, otras muchas familias en Derna vivieron estos espeluznantes momentos. Mohamad Abdelhafidh, un libanés instalado en Derna, explica que “vi la muerte”. Este hombre de 50 años estaba durmiendo cuando sintió la “sacudida”. “Pensé que era un terremoto”, dice.

Pidió a su hermana y su padre que fueran a la calle pero, al salir al balcón, descubrió que el agua había subido hasta el nivel de su apartamento, en la tercera planta. Él y su familia se refugiaron rápidamente en los niveles superiores, donde permanecieron hasta que el agua fue bajando.

Según un último balance difundido por el ministro de Salud del este de Libia, Othman Abdeljalil, las inundaciones dejaron 3.283 muertos. Se teme, sin embargo, que esta cifra sea mucho más elevada, debido a los miles de desaparecidos.

“La víspera, recibimos un aviso de que iban a haber fuertes lluvias y que teníamos que quedarnos en casa. Nada más”, recuerda Mohammed Al Zawi, de 25 años.

Después de refugiarse con su familia en el tejado de su casa de dos plantas, este hombre explica que, cuando las aguas bajaron, vio “25 o 30 cuerpos” en la calle. “El agua se llevó coches con la gente en el interior, personas, bienes. Todo fue a parar al mar”, explica, todavía conmocionado.



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