Se ha presentado oficialmente la integración de Argentina y cinco países más al grupo BRICS, que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pero como ya se ha convertido en costumbre en la política criolla, los fundamentos que circulan son confusos y parciales. Como este paso es de gran importancia para el país, aquí se aportan algunas ideas al respecto.

Para comenzar, cabe resaltar que el grupo BRICS es un acuerdo de cooperación para el desarrollo. No es una unión aduanera para facilitar solo el comercio, como el Mercosur, ni es una unión monetaria y aduanera, como la Unión Europea.

¿Por qué es ante todo un acuerdo de cooperación para el desarrollo? Porque los cinco países originales, a pesar de que cuatro de ellos son de los más poblados del planeta y tienen densos sistemas productivos, también tienen muy complejos problemas a resolver a causa de sus asimetrías internas y por su evolución histórica, que en algunos casos es postsocialista de Estado y en otros, postcolonial.

Llevaría varias páginas explicar las asignaturas pendientes de China, con una de las más bajas superficies arables del mundo y centenares de millones de personas en proceso de relocalización, para que accedan a mejores condiciones de vida.

O de India, integrada al mundo central como proveedora de principios activos medicinales o de software informático, pero a la vez con enormes bolsones de pobreza cuya eliminación se dificulta por la subsistencia de una cultura milenaria que estratifica la sociedad en castas. O de Sudáfrica, que no termina de dejar en el pasado el apartheid. O del norte brasileño; o de la transición democrática en Rusia.

Por esas múltiples razones, la consigna central es: cooperar.

Potencialidad

Sumar a Argentina, Etiopía, Egipto, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes a ese grupo que nació en 2006, es una decisión que surge de considerar mínimamente maduros los lazos al interior del grupo base. Incorporar a estos nuevos países de toda la periferia aumenta la capacidad de aumentar la dotación de factores de producción y por lo tanto la disponibilidad de alimentos, de energía, de bienestar común.

Es obvio que, como simplifican algunos, esto aumentará la fluidez con que Argentina exporte lo que ya se vende a esos países. Es un claro beneficio, menos destacado que el anterior, que la estructura financiera creada al interior de este espacio, puede reducir hasta eliminar la dependencia no solo del FMI, sino de especuladores de todo color que hoy son protagonistas en el capitalismo concentrado.

Pero hay un tercer componente, que Argentina tiene la obligación de hacer visible y darle la mayor importancia institucional: La cooperación tecnológica posible al interior de un espacio donde los que estaban y los que se suman tienen numerosos problemas propios a resolver y los están encarando de varias maneras diferentes.

Vivienda

China viene construyendo ciudades enteras cercanas a la costa, con lo cual traslada a millones de personas desde el Interior, en donde no puede alimentar a toda esa gente, para luego reprogramar el uso de buena parte de su territorio. En ese camino, ha diseñado sistemas constructivos que hacen que lo que tardaba años ahora tarda meses, y los meses días.

Con tecnología china y materiales y trabajadores locales se podría diseñar el plan de tres millones de viviendas que se necesita para darle futuro a más del 30 por ciento de la población. Como ejemplo, Venezuela pudo construir 5 millones de viviendas en menos de una década, esencialmente por el mismo camino.

Sin fantasear demasiado, se puede agregar que si China además financia ese plan, la disponibilidad de divisas pasa a ser holgada y las construcciones constituirían la garantía de devolución a largo plazo.

Alimentos

Hay un par de áreas en que China tiene importantes desarrollos: la industria porcina y la producción de peces en lagunas y estanques. En el primer caso, con los cambios de escala debidos, se puede promover una fuerte producción pyme para el mercado interno.

En la acuicultura, han desarrollado sistemas arroz/carpa, que ya están estudiados por técnicos formoseños, que los transformaron en arroz/pacú, donde el rastrojo de cosecha alimenta los peces y las deyecciones de los peces abonan el siguiente cultivo de arroz, reduciendo costos de manera notable.

Ya hay al menos una instalación en el Chaco con este método. Si se evita que corporaciones como Navajas Artaza o Eurnekian se queden con toda la tierra útil, como ya ha sucedido, se pueden generar decenas de proyectos locales, reproduciendo lo que ya ha sucedido en varios países de África.

A la inversa, Argentina tiene mucho que aportar a Etiopía y Egipto, países elegidos por BRICS como cabecera de una gigantesca transformación agrícola del África fértil, para suministrar alimentos a China y los países árabes, camino que ya se está recorriendo hace más de una década. La producción primaria y el agregado de valor a partir de capitales mixtos donde criollos tengan participación puede ir más allá de lo imaginado hoy.

La seda

Durante el viaje de Néstor Kirchner a China en 2006 he tenido la suerte de conocer hilanderías donde se devanaba el capullo de seda, con cientos de personas trabajando. En aquel momento, con baja preparación institucional de nuestra parte, tuvimos reuniones para articular una futura industria local, coordinando la comercialización posterior.

Nuestro país conoce la tecnología básica, pero el sector no ha salido de la etapa experimental por falta de capacidad de integrar toda la cadena. Aquí hay trabajo posible en pequeñas unidades agrícolas en casi todo el país y con el posterior agregado de valor, se pueden sumar miles y miles de personas.

India

El sector llamado de “economía del conocimiento” argentino, que hoy es tributario del sector financiero y de juegos de entretenimiento norteamericano, puede potenciar relaciones con su equivalente hindú y ponerse también al servicio de desarrollar aplicaciones útiles a la vida cotidiana, que sirvan a los dos países, a los africanos y a los latinoamericanos como mínimo.

India tiene algunos nichos tecnológicos útiles para zonas de menor desarrollo, que le da un liderazgo especial, vendiendo incluso en Europa. Uno de ellos, muy útil para nosotros, es el aprovechamiento de los residuos de la industria maderera y de la poda urbana y rural, para generar energía eléctrica en pequeñas localidades, reduciendo los gastos de transmisión enormemente.

El INTI importó en 2010 una unidad experimental, que se instaló en Presidente Sáenz Peña, en Chaco, y que serviría para reproducir este modelo localmente y difundirlo por todo el norte argentino. Debe retomarse ese espacio de trabajo.

La industria láctea hindú tiene mucho para recibir de la Argentina en materia tecnológica, si se logran sumar los capitales nacionales que aún quedan en el sector con el valioso capital humano que hoy está parcialmente desaprovechado. Se podría seguir con ejemplos para las regiones pobres de Brasil; con la articulación minera con Sudáfrica, que nos permita actualizar nuestra legislación siguiendo los pasos de ellos.

Un comentario final. Los países elegidos para sumar al BRICS no son fruto de una mayor capacidad de negociación meramente. Etiopía y Egipto, como ya se comentó, vienen siendo parte desde hace tiempo del proyecto chino árabe, con alguna participación alemana y canadiense, para instalar a escala continental la agricultura en África. Arabia, los Emiratos e Irán suman producción de energía y capacidad de inversión.

Argentina, finalmente, puede complementar a Brasil en lo que representa un proceso de búsqueda efectiva de mejora de las condiciones de vida de toda Sudamérica. Todo lo escrito puede suceder y debemos festejarlo.

Puede reducirse a algunos miles de millones de exportaciones nuevas, que luego debamos esperar que derramen, si alguien así lo decide. También puede fracasar, al menos en nuestro ámbito de influencia, porque la estupidez de algunos posibles gobernantes, junto con la vocación de rapiña interna, aliada a los intereses financieros que hoy deterioran nuestra vida, pueden hacer que esta alianza naciente debe beneficiar a un puñado de atropelladores. Si eso pasara nadie ganaría, porque la sociedad no puede tolerar más tensión. Los BRICS, simplemente, lograrán sus objetivos de desarrollo en otro lado. De nosotros depende.

* Instituto para la Producción Social (IPS)



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