La reciente puesta en servicio de la central nuclear Atucha II luego de estar 10 meses parada fue catalogada por el Gobierno como “un exitoso proceso de reparación sin precedentes en el mundo”. Asimismo, se anunció que Atucha I tiene prevista una parada programada de mantenimiento, que se realiza una vez al año, que comenzará el 9 de septiembre y se extenderá por espacio de 10 semanas.
Argentina cuenta con una gran experiencia en el sector nuclear, tanto en la fase de investigación y desarrollo, como en la manufactura y los servicios asociados. En un contexto político de hostigamiento de parte de la derecha a la ciencia argentina y la industria nacional, el sector nuclear es un valuarte que genera empleo y que hace a la soberanía tecnológica y energética.
Un reciente documento elaborado por el reconocido físico Alfredo Caro y publicado por Fundar, advierte que “Argentina necesita generar riqueza. Para ello, puede aprovechar a la industria nuclear mundial, que está frente a un potencial renacer debido al cambio climático y las crisis políticas”. “¿Tiene el país posibilidades de desarrollar un mercado nuclear latinoamericano, antes de que lo ocupen China, Rusia, Francia o Estados Unidos?”, se pregunta.
Despliegue
El sector nuclear ha tenido procesos de avance, estancamiento y retroceso, de acuerdo a la difusión de una tecnología que generó mucho entusiasmo y los posteriores accidentes que frenaron aquel impulso. Actualmente, “la energía nuclear se encuentra en un punto de inflexión. Tras décadas de una relativa parálisis, está frente a un despliegue de nuevas instalaciones”, considera el informe de Fundar.
El renovado impulso proviene de la transición energética vinculada al cambio climático, en donde se impone la necesidad de abandonar los hidrocarburos pero al mismo tiempo las renovables todavía no cuentan con tecnologías de almacenamiento lo suficientemente económicas como para ser la solución. Esta tendencia se aceleró con la guerra en Ucrania y la necesidad europea de encontrar alternativas al gas ruso.
De acuerdo a los datos de Alfredo Caro, en la actualidad, de los 410 reactores nucleares en operación (sin tener en cuenta los 27 en operación suspendida y los 53 en construcción), la media es de 32 años, con 105 reactores con más de 40 años (el 24 por ciento) y 71 con menos de 10 (el 16 por ciento). De los 53 reactores que están en construcción, 35 de ellos están en Asia, 6 en Medio Oriente, 8 en Europa, y 4 en América. Como el consumo eléctrico sube por encima de lo que crece la industria nuclear, la participación en las matrices eléctricas es decreciente y se ubica en el 9,8 por ciento, lejos del 17 por ciento que tocó en 1996.
Planificar
La Argentina tiene pendiente el proyecto de construcción de una central de tecnología china, cuyo reactor sería el Hualong-1. El informe de Fundar advierte que avanzar en esa dirección supone riesgos: de que se supere el presupuesto original, contar con un diseño sin posibilidades reales de replicarse y el alto costo de capital del MWe instalado.
“Argentina es uno de los pocos países que está construyendo un pequeño reactor modular (SMR por sus siglas en inglés): el CAREM. Después de más de 35 años en planificación, el CAREM está actualmente en una avanzada etapa de construcción a escala real. Sin embargo, la construcción del primer CAREM de potencia de 4 módulos, estimada en 3 mil millones de dólares, requiere de abrir el proyecto a participación accionaria (joint ventures) de empresas, países o grupos inversores”, indica el informe.
Para Caro, “el mercado natural para el CAREM es América Latina, actual foco de atención de China, y Rusia. Una agresiva estrategia de exportación deberá encontrar la manera de neutralizar las ventajas que ofrecerán las ofertas rusas y chinas. Se podría conformar una asociación donde Brasil provea el uranio enriquecido y nuestro país, los reactores”.
El experto sugiere declarar una moratoria de 5 años para la toma de decisiones respecto a la compra de centrales nucleares importadas. “En ese plazo, el mundo y Argentina tendrán un panorama más claro sobre el rol de la energía nuclear, en general, y los SMR, en particular”, dice.
La industria nuclear nacional actual es generadora neta de ganancias. “Si el Estado las reinvirtiera en la expansión del sector, tendría un florecimiento nuclear como pocas veces se vio en nuestra historia. De hecho, alcanzaría para financiar todos los proyectos de desarrollo en marcha (y más), dotando al país de una nueva y genuina fuente de riqueza“, concluye el reporte de Fundar.