El Gobierno brasileño considera que en el primer año del nuevo mandato de Luiz Inácio Lula da Silva cayó a menos de la mitad el número de personas que pasan hambre en el país, pero que aún no será posible que Brasil vuelva a ser retirado del Mapa del Hambre de la FAO.

La previsión es del ministro de Desarrollo Social, Wellington Dias quien, en una rueda de prensa virtual con corresponsales extranjeros, afirmó que existen condiciones para volver a reducir a niveles mínimos el hambre en el país en 2026, último año del mandato del líder progresista.

“Calculo que en el primer año de Gobierno de Lula conseguimos garantizarle seguridad alimentaria a unas 20 millones de personas que estaban entre las 33 millones que pasaban hambre en el país en 2022”, afirmó el ministro.

Dias admitió que los números definitivos solo se conocerán en abril pero que, aún con cálculos conservadores, puede adelantar que Brasil redujo a menos de la mitad el número de personas con hambre.

Los programas de lucha contra la pobreza y el hambre implantados por Lula en su primer mandato (2003-2006) permitieron que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) retirara a Brasil del Mapa del Hambre en 2014, cuando se calculaba que solo el 0,7 por ciento de la población tenía desnutrición crónica.

Pero la FAO volvió a colocar a Brasil en su mapa en 2022 tras constatar que cerca de 10,1 millones de personas pasaban hambre, el equivalente al 4,7 por ciento de la población.

Para volver a salir del listado negativo, Brasil necesita reducir a menos de 5,5 millones el número de personas con hambre (menos del 2,5 por ciento de la población) por tres años seguidos, es decir que ello solo será posible en 2026 o 2027. Un estudio de finales de 2022 y que el Gobierno considera como más confiable, calcula en 33 millones los hambrientos en el mayor país latinoamericano.

“Lula creía que lo que había construido en Brasil era sólido y no podríamos dar un paso atrás, pero fue una decepción ver lo fácil con que todo fue destruido”, afirmó Dias al referirse al desarme de los programas sociales en el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).

El ministro agregó que desde que volvió a la Presidencia, en enero de 2023, el líder progresista se dedicó a reimplantar y mejorar todos los programas sociales. “Fue un trabajo duro pero restituimos todo y un primer balance nos permite decir que en 2023 tuvimos una fuerte caída, no solo del número de personas con hambre sino también de los pobres. Pero solo en abril sabremos los números definitivos”, dijo.

Según Dias, tras haber reducido la pobreza en Brasil al 22 por ciento de la población en 2014, ese porcentaje volvió a subir al 47 % en 2021 como consecuencia de una grave crisis económica y de los efectos de la pandemia de covid.

“También conseguimos números animadores sobre la reducción de la pobreza. Unas 700.000 familias consiguieron salir de la condición de pobreza en 2023. El 71 por ciento de los 1,5 millones de nuevos empleos formales generados por el país el año pasado los obtuvieron personas que eran consideradas pobres”, dijo.

Un proyecto brasileño para el G-20

El Gobierno brasileño considera viable que el G20, bajo la presidencia de Brasilen la Cumbre de noviembre en Río de Janeiro, apruebe la creación de la Alianza Global para el Combate al Hambre y la Pobreza, afirmó este jueves el ministro de Desarrollo Social, Wellington Dias.

“No podemos afirmar si todos los países van a aceptar participar en la alianza pero lo que sí puedo decir es que Lula es un hombre de diálogo y se está esforzando mucho para convencerlos”, aseguró Dias.

El ministro afirmó que el G20 dio una “muy buena señal” cuando, en su cumbre del año pasado en Nueva Delhi, aceptó la propuesta de Lula para que el foro de los países más ricos del mundo comenzara a discutir las condiciones para crear la alianza e incluyera por primera vez en su agenda, el tema de la erradicación del hambre.

Según Dias, los compromisos asumidos por la Unión Europea y otros países desarrollados en la última reunión del Comité Mundial de Seguridad Alimentaria de la FAO también fueron una muestra de la viabilidad de la alianza.

“Ya contamos con experiencias muy importantes de integración sur-sur, como las promovidas por la Celac, los Brics o la Unión Africana, pero la alianza global solo tiene sentido si contamos con los más ricos dándole las manos a los más pobres”, dijo.

El ministro aclaró que, pese a que el pacto es discutido inicialmente entre los miembros del G20, la idea es que esté abierto para adhesión de cualquier país, principalmente de los más pobres. Y agregó que los primeros en posicionarse fueron los 33 miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) que, instados por Brasil hace dos semanas en Santiago de Chile, aprobaron un Plan de Seguridad Alimentaria conjunto que establece como meta la erradicación del hambre hasta 2030.

“Creo que este plan (de la Celac), que puede servir como modelo a otros países, es importante para hacer realidad la propuesta de Lula de crear una Alianza Global contra el Hambre”, dijo Días. Y explicó que la iniciativa no comienza desde cero debido a que la intención es ayudar a los países a cumplir hasta 2030 los compromisos que asumieron en 2015, cuando, a instancias de la ONU, aprobaron los Objetivos de Desarrollo Sustentable.

“La crisis generada por la pandemia de la covid puso en duda el cumplimiento de esos objetivos y por eso ahora queremos una alianza para acelerar la cooperación internacional y ayudar a los países a alcanzar sus metas”, explicó. Según Dias, la idea es que cada país diseñe su propio plan y defina sus metas de combate al hambre y a la pobreza, y que la alianza le ayude a cumplirlas tanto con aportes financieros como de experiencias, tecnologías y conocimientos.



Fuente-Página/12